Agua de Bueyes estrenó la plaza ‘Partera María Gutiérrez Cardona’





Su única hija viva, Peregrina Alonso Gutiérrez, descubrió la placa conmemorativa ante multitud de familiares y vecinos del pueblo

Desde la tarde de este jueves, la plaza de Agua de Bueyes ha pasado denominarse Partera María Gutiérrez Cardo, en agradecimiento a la labor que desde 1942 a 1969 realizó la partera en su pueblo de residencia y en otras localidades como Valles de Ortega o Tiscamanita. Su trabajo y su ayuda fueron fundamentales en una época en la que sólo existía un médico en Puerto del Rosario y una comadrona en Gran Tarajal, a lo que se sumaba la carencia de transportes y de vías de comunicación transitables.

Su única hija viva, Peregrina Alonso Gutiérrez, descubrió la placa conmemorativa acompañada por la alcaldesa de Antigua, Genara Ruiz, y ante la atenta mirada de los descendientes de la partera y los vecinos de Agua de Bueyes que no quisieron perderse un momento tan emotivo.

Antes de descubrir la placa, los familiares directos de ‘Mariquita’, como era conocida María Gutiérrez Cardona, se hicieron una foto de familia a la que se unieron posteriormente los vecinos del pueblo a los que la partera ayudó a nacer.

Al acto asistieron más de 200 personas que llenaron la iglesia para escuchar la conferencia que impartió Marilén García Rodríguez, vecina de Agua de Bueyes, en la que habló sobre las parteras.  

El papel de la partera

El pleno del Ayuntamiento de Antigua aprobó el pasado mes de julio la propuesta del concejal de Educación y Patrimonio Histórico, Isidoro Hernández, para que la plaza del pueblo de Agua de Bueyes llevara el nombre de María Gutiérrez Cardona, en agradecimiento a su gran labor, que solo dejó de ejercer cuando tuvo que desplazarse a Gran Canaria para trabajar en la zafra del tomate, al igual que hicieron muchos majoreros de la segunda década del siglo XX.

Doña María Gutiérrez Cardona nació en Agua de Bueyes 1889 y se casó con Don Antonio Alonso Mederos, con quien tuvo tres hijas y dos hijas, viviendo aún Peregrina Alonso Gutiérrez en el mismo pueblo. Según se refleja en la iniciativa municipal, su hija señala que desempeñó su trabajo de forma “altruista”, siempre dispuesta a salir “a la hora que fuera” para atender a las parturientas. Con el tiempo, su predisposición y entrega se tradujo con el tiempo en un “enorme agradecimiento” de todas las mujeres a las que atendió, además de toda los vecinos de la localidad.

En la propuesta presentada por el concejal de Educación y Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Antigua, Isidoro Hernández, se reflejó el importante papel que jugaron las parteras, comadronas o nanas en la historia de Canarias. Estas mujeres eran un ejemplo de capacidad de superación, sacrificio y responsabilidad. Sin tener ninguna obligación, dedicaban parte de su tiempo a ayudar a los demás, a traer niños y niñas al mundo en unas condiciones sociales donde escaseaban los recursos.

Vecinas comprometidas con un oficio, que se transmitía de madres a hijas, siempre estaban disponibles para quien lo necesitara, a cualquier hora y en cualquier lugar. La mayoría no cobraba por sus servicios, pero nunca se iban con las manos vacías, sino con una gallina, huevos, verdura y otros productos de la tierra, proporcionados de manera voluntaria por la familia de la mujer que daba a luz.

En la propuesta municipal se resalta que la figura de la partera ha desempeñado un papel relevante desde la época aborigen y que ha pervivido prácticamente hasta nuestros días. Su labor era atender a las parturientas los meses previos al alumbramiento, asistirlas durante el parto, cortar el cordón umbilical y aconsejarlas sobre la dieta necesaria para lograr una rápida recuperación.

Su tarea no se limitaba a prestar sus conocimientos y experiencia durante el parto, sino que, tras el alumbramiento, visitaba diariamente la casa de la madre para lavar al recién nacido y “curarle la vida”, en referencia al cordón umbilical. “Para ello, lo ataba con hilo de coser, lo envolvía en una tela empapada en aceite y, finalmente, lo cubría con un trapito. Posteriormente se fajaba el recién nacido con otra tela llamada ombliguero u ombliguera. Cinco o seis días después se desprendía la vida, que se acostumbraba a guardar durante bastante tiempo en el interior de un recipiente”, se indica en la iniciativa sobre el proceso realizado por la partera.

La iniciativa del concejal de Educación y Patrimonio Histórico refleja también que era frecuente que la partera aconsejara a la madre que tomara una dieta especial después del parto, fundamentada en líquidos, como caldo de gallina, chocolate, etc.