Agua de Bueyes estrenó la plaza ‘Partera María Gutiérrez Cardona’
29 de mayo de 2015 (17:17 h.)
Su única hija viva, Peregrina Alonso Gutiérrez, descubrió la
placa conmemorativa ante multitud de familiares y vecinos del pueblo
Desde la tarde de este jueves, la
plaza de Agua de Bueyes ha pasado denominarse Partera María Gutiérrez Cardo, en
agradecimiento a la labor que desde 1942 a 1969 realizó la partera en su pueblo
de residencia y en otras localidades como Valles de Ortega o Tiscamanita. Su
trabajo y su ayuda fueron fundamentales en una época en la que sólo existía un
médico en Puerto del Rosario y una comadrona en Gran Tarajal, a lo que se
sumaba la carencia de transportes y de vías de comunicación transitables.
Su única hija viva, Peregrina
Alonso Gutiérrez, descubrió la placa conmemorativa acompañada por la alcaldesa
de Antigua, Genara Ruiz, y ante la atenta mirada de los descendientes de la
partera y los vecinos de Agua de Bueyes que no quisieron perderse un momento
tan emotivo.
Antes de descubrir la placa, los
familiares directos de ‘Mariquita’, como era conocida María Gutiérrez Cardona,
se hicieron una foto de familia a la que se unieron posteriormente los vecinos
del pueblo a los que la partera ayudó a nacer.
Al acto asistieron más de 200
personas que llenaron la iglesia para escuchar la conferencia que impartió
Marilén García Rodríguez, vecina de Agua de Bueyes, en la que habló sobre las
parteras.
El papel de la partera
El pleno del Ayuntamiento de
Antigua aprobó el pasado mes de julio la propuesta del concejal de Educación y
Patrimonio Histórico, Isidoro Hernández, para que la plaza del pueblo de Agua
de Bueyes llevara el nombre de María Gutiérrez Cardona, en agradecimiento a su
gran labor, que solo dejó de ejercer cuando tuvo que desplazarse a Gran Canaria
para trabajar en la zafra del tomate, al igual que hicieron muchos majoreros de
la segunda década del siglo XX.
Doña María Gutiérrez Cardona
nació en Agua de Bueyes 1889 y se casó con Don Antonio Alonso Mederos, con
quien tuvo tres hijas y dos hijas, viviendo aún Peregrina Alonso Gutiérrez en
el mismo pueblo. Según se refleja en la iniciativa municipal, su hija señala
que desempeñó su trabajo de forma “altruista”, siempre dispuesta a salir “a la
hora que fuera” para atender a las parturientas. Con el tiempo, su
predisposición y entrega se tradujo con el tiempo en un “enorme agradecimiento”
de todas las mujeres a las que atendió, además de toda los vecinos de la
localidad.
En la propuesta presentada por el
concejal de Educación y Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Antigua,
Isidoro Hernández, se reflejó el importante papel que jugaron las parteras,
comadronas o nanas en la historia de Canarias. Estas mujeres eran un ejemplo de
capacidad de superación, sacrificio y responsabilidad. Sin tener ninguna
obligación, dedicaban parte de su tiempo a ayudar a los demás, a traer niños y
niñas al mundo en unas condiciones sociales donde escaseaban los recursos.
Vecinas comprometidas con un
oficio, que se transmitía de madres a hijas, siempre estaban disponibles para
quien lo necesitara, a cualquier hora y en cualquier lugar. La mayoría no
cobraba por sus servicios, pero nunca se iban con las manos vacías, sino con
una gallina, huevos, verdura y otros productos de la tierra, proporcionados de
manera voluntaria por la familia de la mujer que daba a luz.
En la propuesta municipal se
resalta que la figura de la partera ha desempeñado un papel relevante desde la
época aborigen y que ha pervivido prácticamente hasta nuestros días. Su labor
era atender a las parturientas los meses previos al alumbramiento, asistirlas
durante el parto, cortar el cordón umbilical y aconsejarlas sobre la dieta
necesaria para lograr una rápida recuperación.
Su tarea no se limitaba a prestar
sus conocimientos y experiencia durante el parto, sino que, tras el
alumbramiento, visitaba diariamente la casa de la madre para lavar al recién
nacido y “curarle la vida”, en referencia al cordón umbilical. “Para ello, lo
ataba con hilo de coser, lo envolvía en una tela empapada en aceite y,
finalmente, lo cubría con un trapito. Posteriormente se fajaba el recién nacido
con otra tela llamada ombliguero u ombliguera. Cinco o seis días después se
desprendía la vida, que se acostumbraba a guardar durante bastante tiempo en el
interior de un recipiente”, se indica en la iniciativa sobre el proceso
realizado por la partera.
La iniciativa del concejal de
Educación y Patrimonio Histórico refleja también que era frecuente que la
partera aconsejara a la madre que tomara una dieta especial después del parto,
fundamentada en líquidos, como caldo de gallina, chocolate, etc.