Cincuentenario de la Muerte del «Che Guevara»: 1967-2017: III
28 de noviembre de 2017 (12:44 h.)
(«Hasta la victoria siempre
¡Patria o muerte!»)
Ángel Díaz Arenas
1.2.1.
La muerte del «Che» en tres imágenes y episodios
Sobre la muerte del
Che, tema complejo y oscuro (¿quién le mató?), tal vez convenga consultarse la
prensa, ver el nombre de Félix Rodríguez y mirar y escuchar el vídeo «Entrevista a Félix
Rodríguez, el hombre que atrapó al “Che” Guevara»[1], documento que
dice: “Félix Ismael Rodríguez Mendigutia,
«Lázaro», (nacido en *1941 en La Habana, Cuba) es un anticastrista y exagente
de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos,
famoso por haber participado en la Invasión de Bahía de Cochinos, la caza de
Ernesto Che Guevara en Bolivia. Él contó que la decisión de la CIA de mandarlo
a Bolivia a matar al Che Guevara surgió inmediatamente después de que Régis
Debray, confirmara la presencia de Guevara en el grupo guerrillero de
Ñancahuazú. En junio se le ofreció la misión y el 1 de agosto ya estaba en La
Paz bajo la identidad encubierta del empresario Félix Ramos, acompañado de otro
agente cubano-estadounidense, Gustavo Villoldo. Se instaló en la zona de
combate, torturó e interrogó a los prisioneros y fue quien envió al Batallón
Ranger a la zona de La Higuera, donde finalmente capturaron a Guevara. Este
militar cuenta: “Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al
coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se
puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor momento de mi vida. Cuando
llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: «Usted ha venido a
matarme». Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me
preguntó: «¿Qué han dicho los otros?». Le respondí que no habían dicho nada y
él contestó: «¡Eran unos valientes!». Yo no me atreví a disparar. En ese
momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente.
Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé
que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. «¡Póngase sereno
—me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!». Entonces di un paso atrás,
hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El
Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a
regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo
alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto”. Parece
ser que el papel de Félix Rodríguez en
las últimas horas de vida de Guevara y el posterior tratamiento del cadáver han
sido decisivas. Él mismo escribió un informe para la CIA al respecto en 1975 y
ha realizado numerosos reportajes al respecto”. Ésta es la muerte del Che en el
papel; ahora veámosla en imágenes.
Es evidente que en este caso, como
en otros que veremos, se observa que sus documentos proceden de la prensa
cotidiana y de los medios de comunicación normales y al acceso de cada
ciudadano. Ahí radica su valor testimonial. Lo que pintan, calcan y reproducen
no es un producto imaginario o altamente intelectual, sino el pan cotidiano de
cada día. Es un realismo de máximo valor y sobre todo impregnado de ese matiz
que razona el nombre del «Equipo»: «Crónica» cotidiana. Ésta es la razón del
color original de la imagen. Y ahora veamos la muerte del Che en tres actos a
los que podrían añadirse otros muchos (pero no deseamos caer en el sadismo):
1) «Los impactos» [1967, Paradero
desconocido (10)]:
Este acrílico
sobre táblex, mide 100 x 100 cm., pertenece al «Período inicial» y la glosa de
su imagen se halla en la página 67 (Lámina 88) del catálogo de Dalmace.[2]
Esta obra blanco y negro muestra la imagen del cadáver del Che Guevara tal y
como fue divulgada fotográficamente en la prensa internacional (pero
invertiendo la perspectiva) y lleva una leyenda (ángulo superior derecho) que
dice «El cadáver en Valle Grande, octubre de 1967»[3] (
[1967, La vida en rojo (11)]:
A éste se le ve acostado encima de unas angarillas
para transportar heridos o cadáveres. Éstas están posadas sobre un lavadero (véanse
el grifo y la goma) y él tiene la cabeza algo alzada por un bulto de ropas que
forman como una pequeña almohada o cojín. Su cuerpo se estira diagonalmente
hacia la derecha (desde la posición del espectador) en dirección a la parte
anterior de la estancia donde se halla. Al fondo de ésta e inmediatamente
detrás de su cabeza se encuentra un militar que tiene su mano derecha posada
sobre la cabeza de la víctima y parece ser está hablando al público presente a
su derecha (soldados y periodistas). El cuerpo del muerto tiene el tronco
desnudo y se observa que sus ojos están abiertos e incluso sus labios medio
abiertos parecen sonreír (véanse detalles –12/13-):
A la derecha de
su cabeza y del militar hablante (desde nuestra posición) hay tres paisanos (el
primero de ellos está inclinado algo hacia adelante, lleva gafas y no tiene
corbata, el segundo tampoco lleva corbata y es de parecida estatura, mientras
que el tercero más alto lleva corbata; éste está mirando hacia su izquierda,
lugar donde se encuentra un segundo militar de rango que con el dedo índice de
su mano derecha señala un orificio en el pecho del cadáver. A la izquierda del
militar del fondo hay un soldado con un fusil en las manos, a su izquierda se
adivina a un segundo, mientras que delante de ambos parece ser que hay un
fotógrafo de espaldas y ejerciendo su labor.
La escena presentada por «Crónica»
es exactamente la misma sólo que cambian, debido a la perspectiva pictográfica,
el punto de vista. El militar de la derecha ahora está a la izquierda, la mano
que señala el orificio de bala tampoco es su derecha, sino su izquierda, etc.
Incluso la posición del cadáver es otra: su cabeza está a la derecha del
espectador y sus pies y piernas se estiran hacia la izquierda. En total y según
el documento pictográfico están presentes en éste la víctima, dos militares y
tres hombres vestidos de paisanos. En la imagen que muestra el artículo
titulado, «¡Serénese, va a matar a un hombre!»[4],
se le ve de perfil
2) «acostado
de espaldas encima de unas angarillas» (14) [1997, El País]:
Su cabeza
reposa sobre un bulto de ropas y está a la izquierda del espectador (desde la
posición de éste). En esta imagen es el hombre paisano más pequeño y sin
corbata quien le toca o señala un punto en la cabeza. Sin embargo, a su parte
derecha se vislumbra algo del uniforme de un militar. Al paisano sin corbata
sigue uno con ella y más alto (a quien ya conocemos) y después viene el militar
que señala con el dedo índice de su mano derecha el orificio en el pecho del muerto.
Más a la derecha de estos tres hay un fotógrafo fotografiando el cadáver y a la
derecha de éste está un hombre sin corbata y con gafas (seguramente un
periodista), quien no está presente en nuestra reproducción. Esta imagen
corresponde parcialmente a la de los pintores, salvo el reportero y su
acompañante. Ésta lleva una leyenda escrita que dice: «En la foto grande, el
cadáver del Che Guevara. En la otra imagen, la reconstrucción de sus restos
mortales». Más o menos esta misma fotografía (con algunas variantes) puede
verse en «El Che asesinado» de L. Ogg.[5]
Una
3) «imagen
del cuerpo-cadáver del Che tomada desde arriba» (15) [1997, El
País]
puede verse en
el artículo de Patxo Unzueta titulado «El coraje de no disparar.»[6]
Ésta misma, pero todavía de tamaño más grande y abarcando hasta la juntura de
las piernas del muerto, está presente en las 126-127 del artículo de Cordt
Schnibben: «Der linke Pop-Star»[7] (El
Pop-Star de izquierdas). En ésta puede verse perfectamente el orificio
provocado por una bala que el militar de rango ha señalado con el dedo índice
de su derecha. Éste se halla directamente debajo de la tetilla izquierda del
asesinado, proyectil que es probable que tocara su corazón. En su estado
inicial y antes de ser lavado para presentársele más vistosa y
espectacularmente su aspecto mortuorio es el siguiente (16/17):
Ésta fue su
presencia inicial de muerto.
1.3. El «Che
Guevara» y «San Bartolomé»
Si leemos con atención las líneas
escritas y contemplamos las imágenes referenciadas y mostradas hasta el
presente, podemos decir que en este punto termina la historia física y humana
del Che Guevara: Nacimiento, vida y muerte. Ésta cesa como hecho fisiológico e
histórico, pero en ningún caso artístico, debido a que el «Equipo Crónica»
introduce una obra puente y de simbiosis (cargada de significado) que se titula
metafóricamente (18) «La noticia» [1966[8],
Destruido]:
Esta «Noticia»
es un acrílico sobre tabla, sus medidas dicen 120 x 140 cm., correspondiendo
asimismo al «Período inicial»; su imagen blanco-negro está presente en la
página 67 (Lámina 67) del catálogo de 2001. En esta obra se ve de perfil la
parte superior del tronco y cabeza del Che. Éste figura más alzado que en las
fotografías e interpinturas ya vistas y parece representar una elaboración más
libre del cadáver. A su parte derecha (desde la perspectiva del espectador) se
contempla a dos supuestos soldados que probablemente empujen o transporten la
camilla o angarilla en la que reposa su cuerpo yacente y conducen su cadáver.
Éstos, en el fondo, parecen ser representantes del grupo de militares presentes
en la fotografía que ilustra el artículo de Eduardo Labarca titulado
«<Apunten bien>, pidió el <Che> antes de morir»[9],
imagen con la que clausuraremos este escrito sobre la vida y muerte del Che.
Pero la parte central de este acrílico (donde confluyen las tres imágenes
humanas) va ocupada por otra pintura (pintura en la pintura) que reproduce ni
nada más ni nada menos que el «Martirio de San Felipe» también y
particularmente llamado el (19) «Martirio de San Bartolomé» [1639,
Museo Pitti de Florencia (Italia)] de José de Ribera -El Españoleto-
(1591-1652):
Esta obra es un
óleo sobre lienzo que mide 234 x 234 cm. y su copia puede contemplarse en la
página 37 («Das Martyrium des hl. Bartholomäus») del libro de Liselotte
Andersen, Barock und Rokoko[10],
en la 201 del libro de Carlos Areán: La pintura española[11] y
en las 200-201 del libro de F. J. Sánchez Cantón: Tesoros de la pintura en
el Prado.[12]
Su interpintura y calco son casi exactos, con una diferencia lógica que
consiste en el cambio de posición de la imagen (recurso del espejo reflector).
Sin embargo, aunque ignoremos completamente el motivo de la destrucción de esta
«Noticia», es de pensar que presentar como un mártir en la España de
1967 a un revolucionario comunista y antifascista, seguro que no era bien visto
por las autoridades del momento. Es evidente que una crítica latente está
implícita en la pintura y su destrucción (voluntaria o no) refuerza esta
opinión y justifica las razones. Recordemos (para poder contextuar correctamente
algunas de las imágenes que siguen) que este apóstol, según la tradición y la
versión del padre domínico Santiago de la Vorágine, fue desollado vivo por
negarse a sacrificar a los dioses y propagar las doctrinas de Jesucristo. Es
más, éste escribe en su Leyenda Dorada: «Bien pudo ocurrir que el santo
apóstol fuese primeramente crucificado; luego, antes de morir, descolgado de la
cruz y desollado vivo para hacerle sufrir más; y finalmente, estando todavía
con vida, decapitado». El atributo de este santo es siempre un cuchillo,
instrumento de su martirio.
[13]
[13]
Y ahora recordemos que tal vez la
presencia y ampliación de la imagen de «San Bartolomé» unida a la del
Che Guevara en la obra del «Equipo Crónica» no sea tan ingenua y gratuita y
posea un trasfondo más amplio de lo que pueda aparentar a primera vista.
Y todo esto ligado a su aventura africana y las muertes que en dicho continente
vivieron y sufrieron personajes como Patricio Lumumba: Éste «fue detenido (...)
el 2 de diciembre por el ejército belga. Siempre con las órdenes de no
intervenir, las tropas de la ONU[14]
hicieron la vista gorda cuando lo torturaron brutalmente. Más tarde se supo que
se mantuvo firme durante las largas sesiones de torturas y con la moral muy
elevada. Lo llevaron primero a Kinshasa, a una prisión del ejército donde lo
exhibieron ante los periodistas y diplomáticos. Durante el mes siguiente lo
fueron pasando de un grupo títere a otro para que lo golpearan y torturaran. Al
final lo llevaron a Katanga. Allí, en un descampado en medio de la oscura
sábana, iluminado por las luces de los coches de la policía, el oficial belga
Julien Gat cogió del brazo a Lumumba y lo llevó hacia un enorme árbol. El
dirigente africano apenas podía caminar a causa de las torturas. Un escuadrón
de ejecución formado por cuatro hombres y provisto de fusiles FAL belgas y
revólveres Vigneron esperan, mientras que 20 soldados, policías, oficiales
belgas y ministros katangueses observaban en silencio. El capitán belga dio la
orden de disparar y una lluvia de balas acribillaron a Lumumba y a dos de sus
antiguos ministros, Maurice Mpolo y Joseph Okito. Para encubrir la verdad, un
equipo de policías belgas desenterró el cadáver y lo disolvió en el ácido
sulfúrico que proporcionó una compañía minera.»[15] Y
siguiendo esta línea de caricias veamos como terminó sus días Pierre Mulele:
«Mulele se traslada a Brazzaville (Capital del Congo francés) para buscar
apoyos exteriores a la guerrilla pero es traicionado y entregado a Kinshasa,
junto con Teodoro Bengila, el 2 de octubre de 1968. En un campamento militar
mabustista le van descuartizando en vida: le cortan la nariz, le extirpan los
genitales, le amputan las extremidades, le arrancan la nariz, le sacan los ojos
y, finalmente, arrojan sus restos, metidos en un saco, a las aguas del río
Congo.» [16] Es
evidente que eco de esta tragedia africana lo representa la imagen que se halla
(desde nuestra posición de espectadores) a la derecha de la cabeza del Che
situada centralmente en (20/21) «Algo pasa en el tercer mundo»:
En ésta se ve
(anque algo borrosamente) a un africano de perfil, vestido con una camisa
blanca de mangas cortas que parece llevar las manos atadas a su espalda. A su
lado y haciéndole fondo hay otros dos compatriotas que parecen mirarle
hostilmente y detrás de éstos hay varios soldados cubiertos con cascos. Es
evidente que éste es una imagen denunciadora de Lumumba o bien de otros
prisioneros que corrieron la misma suerte y fortuna.
[17] Y
ahora veamos la imagen inferior central en la que parece que (22/23) «San
Bartolomé» tiende la mano izquierda a dos militares, uno debería ser Adolf
Hitler (1889-1945), y el otro contextualmente podría ser perfectamente
Francisco Franco (1892-1975):
Insistimos en indicar que las cuatro
obras de «Crónica» que tratan del cadáver del Che Guevara y que hemos visto
hasta el momento son todas ellas blanco y negro y hacen eco de las
reproducciones de prensa en las que se dio noticia de este caso y en las que
«Crónica» se inspira, apoya y hace eco. Conviene también señalar que este color
refuerza el sentido de duelo que esta muerte significó para los simpatizantes
de la revolución cubana y adeptos al carisma poético e idealista del Che.
Imagen de «San Bartolomé» cargada de significado (como acabamos de
mostrar en el contexto africano) y que ellos integran metapictóricamente en su
«Noticia» para reconstruir el destino del líder revolucionario cubano y
su camino tortuoso y torturado hacia la muerte como ilustran, plasman y
autopintan en su (24) «Desollado» [1973, Musée de Peinture de
Grenoble (Francia)]:
Esta pintura es
un acrílico sobre lienzo y marco, sus medidas señalan 140 x 140 cm.,
corresponde a la serie «Retratos, bodegones y paisajes, 1972-73» y su imagen
está presente en la página 129 (Lámina 44) del catálogo de Tomás Llorens[18],
en la 211 (Lámina 4) del catálogo razonado y en la 145 (parte superior derecha)
de «Crónica-Habana». En ésta se ve al santo exactamente como le pinta
Ribera, sólo que en esta imagen falta todo lo que le rodea en el lienzo
original (los torturadores que tiran de las sogas, la barra de madera a la que
están sujetadas sus muñecas, el madero vertical del sacrificio, el público,
etc.) y éste viene suplido por un fondo oscuro, una bombilla que cuelga a su
izquierda y por un costillar sangriento [digno de Francis Bacon (1909-1992)]
que cuelga a su derecha y que, en el fondo, realmente representa una metáfora
del suplico y la muerte sangrante como denuncia el mismo título: «Desollado».
Véase en este contexto la obra de Bacon titulada (25) «Zweite Fassung
”Gemälde 1946”»[19] [1971,
Museum Ludwig de Colonia (Köln, Alemania): Óleo sobre lienzo que mide 198 x
147,5 cm.]:
Véanse los costillares sangrientes que forman las
ambas partes de esta «Segunda versión “Pintura 1946”». Pero estos
torturadores que faltan y el marco general del suplicio [según José de Ribera -El
Españoleto- (1591-1652)] vienen recuperados en (26) «Documento de
identidad» [1971, Colección particular de Valencia]:
Éste es un
acrílico sobre lienzo, sus medidas dicen 90 x 100 cm., pertenece a la serie
«Autopsia de un oficio» y su imagen puede contemplarse en la página 140 (Lámina
24) del catálogo razonado y también en la 145 (a la izquierda de «Desollado»)
de «C-H». Pero aunque el cuadro original sólo en parte esté interpintado
en éste, lo importante es que en su superficie central derecha hay reproducido
un D.N.I.[20]
que acredita que el torturado es un ciudadano español (véase la fotografía de «San
Bartolomé») y que esto ocurre en el contexto histórico y temporal del año
1971. Esta misma obra ya la había recuperado precedentemente el «Equipo
Crónica»[21]
en (27) «El suplicio» [1969, IVAM Institut Valencià d’Art Modern
de Valencia]:
Esta serigrafía
ha sido realizada de dos maneras: 1) mancha 63 x 45 cm. y 2) papel 75,8 x 56
cm. Ésta ha sido compuesta con 7 colores y consta de una tirada de 75
ejemplares, editados por sus autores y está presente en gran formato y muy
buena calidad en la página 144 (Lámina 12) de «C-H» y en las páginas
(faltas de numeración) de Crónica de una década 1965 - 1975.[22]
Este calco lleva un escrito en su parte superior que dice (las cursivas nos
pertenecen): «El emir contempla el suplicio». Después sigue la escena
que ya conocemos, aunque con el personaje en posición invertida, quien grita
«¡Ag!» (recurso de los tebeos y cómics infantiles), mientras que el emir
(vestido como le corresponde y látigo en la mano izquierda) con los puños
apoyados en su cintura contempla el suplicio y al torturado. Es más, éste es
portador de una media luna en el pecho que podría indicar Turquía. En la parte
central del fondo (formado por un muro con grandes piedras rectangulares) está
presente el verdugo de busto desnudo y cabeza rapada. Es una escena de tortura
típica de tantas películas de moros y cristianos, pero cargada de un cierto
trasfondo histórico español. Ya hemos visto la denuncia latente, aunque
implícita, de «Documento de identidad». Y recordemos que la Guerra Civil
de España (1936-1939) partió, en parte, del norte de África (Tetuán). A los
tres calcos ya presentados y para redondear el cuadro conviene añadirse un
cuarto que se titula (28) «¿Sadismo?» [1968, Paradero
desconocido]:
Éste es un
acrílico sobre lienzo que mide 100 x 90 cm., perteneciendo a la serie «La
recuperación». Su imagen blanco y negro puede contemplarse en la página 599 de
Dalmace y en la 145 (segunda imagen de la derecha) de «Crónica-Habana».
Lo relevante y lo que diferencia a ésta de las otras vistas es que el
martirizado, a pesar de colgar en la misma posición que en «El suplicio»,
tiene una cuchillada sangrante en la parte izquierda de su pecho (recordemos la
de Cristo víctima y mártir) y la navaja de afeitar utilizada luce abierta en un
círculo blanco situado en el fondo del acrílico, aparentando ser un sol o luna.
Siguiendo (como colofón) a estas cuatro obras y secuencias del final trágico de
una movida y corta vida -«Desollado», «Documento de identidad», «Suplicio»
y «¿Sadismo?»- (29) «La muerte del Che» [1968, Colección
particular de Zaragoza]:
Esta «Muerte»
es un acrílico sobre tabla, sus medidas dicen 35 x 48 cm., pertenece a la serie
«La recuperación, 1967-69» y su imagen colorida y muy bella está presente en la
página 82 (Lámina 9) del catálogo de Dalmace. En esta pintura invertida y
fragmentada reza el cadáver del Che tal y como ya lo vemos en la (30) «fotografía
que figura en el artículo de Eduardo Labarca»[23]
[1967, El Siglo]:
La leyenda que ésta lleva escrita en
su parte inferior dice: «PORTANDO todavía una casaca (<chamarra>) y el
pantalón con el que fue exhibido a la prensa internacional, el cadáver del
<Che> Guevara aparece aquí en la única fotografía tomada en la localidad
de Higueras, antes de ser trasladado en helicóptero a Valle Grande, en la tarde
del lunes 9 de octubre de 1967.[24]
La casaca y el pantalón no presentaban perforaciones, lo que prueba que después
de ser asesinado le cambiaron la ropa al cadáver» (véase un detalle de este
transporte –31-):
En ésta se le
ve de perfil y con la parte superior de su cuerpo cubierta con una camisa
oscura y parece reposar sobre algo así como una camilla o andas para
transportar heridos, enfermos y muertos. Ya no está en la habitación de la
escuelita donde estaba, sino que parece reposar al aire libre. Detrás de él hay
un grupo de ocho militares que posan para el fotógrafo, teniendo como primer
plano el cadáver acostado del Che. En esta obra el «Equipo Crónica» le rodea de
flores y le sitúa en un paisaje tropical como merece la parte final de una vida
joven, 39 años (1928-1967), e idealizada, pero no piense el lector que
este paisaje pertenece principalmente a su pincel, sino que éste proviene de
una obra muy precisa del pincel Henri Rousseau (1844-1910), denominado (32)
«Le Douanier», que se titula «Le réve» [1910, Museum of Modern Art
de New York]:
La fecha y hora
exactas de su muerte[25] las
comunica Labarca en la página 7 de su artículo del 23 de octubre:
El Che fue herido en la pierna en la quebrada
de Yuro, próxima al Río Grande en la zona de Alto Seco, el domingo 8 a las 15
horas. Murió el lunes 9, en Higueras, a las 13 horas. De allí fue trasladado a
Valle Grande, envuelto en una lona y amarrado fuera de la cabina al esquí
derecho del helicóptero, tripulado por el mayor Niño Guzmán.
Todos sus
haberes (pesos bolivianos, dólares americanos y canadienses, su pluma
estilográfica Parker, dos relojes de pulsera, su anillo, su carabina de
combate, etc.) le fueron robados, excepto sus mocasines que estaban tan
deteriorados que nadie los quiso. No cabe la menor duda que su grito de
protesta, su último grito, su YO ACUSO[26],
lo plasma perfectamente Manolo Valdés en su silencioso «Sin título»[27]
[1969, Destruido: pág. 601 del catálogo de Dalmace: Acrílico sobre tabla de 200
x 400 cm., perteneciendo a la serie (33) «La recuperación»]:
En éste sólo se
ve la cabeza de «San Bartolomé» rodeada de micrófonos de periodistas que
quieren saber e informan sobre su destino de Santo torturado y también de
Guerrillero sacrificado y que ahora muchos conocemos. Siendo así que él cuenta
a los periodistas y nos cuenta lo que acabamos de decir (escribir) y también
les explica y nos explica cómo y por qué se ha desdoblado en e identificado con
el destino del Che Guevara.
[1] «Entrevista a Félix Rodríguez, el
hombre que atrapó al “Che” Guevara», en: www.youtube.com/w
atch?v=jDS9yDLg3MI.
[2] Michèle Dalmace: Equipo Crónica,
(Valencia, 2001). Catálogo razonado a cargo de Michèle Dalmace. IVAM (Institut
Valencià d’Art Modern); véase Equipo Crónica. Catalogación Obra Gráfica y
Múltiples (1965/1982), (Bilbao, 1988). Coordinadora Michèle Dalmace-Rognon.
Museo de Bellas Artes de Bilbao.
[3]
Véase el material fotográfico presente en el libro de Jorge G.
Castañeda: La vida en rojo. Una Biografía del Che Guevara, (Madrid, 41998).
Santillana, S.A, asimismo presente en la página
194 de «Der Mythos lebt» de A. Fink y S. Zistl: «Che Guevara: Der
Mythos lebt», en: Focus, Nº 39, op.cit, págs. 194-197.
[4]
Juan Jesús Aznárez: «¡Serénese, va a matar a un hombre!», en: El
País, (Madrid, domingo 13 de julio de 1997), pág. 12.
[5]
L. Ogg (Realizador): «El Che asesinado», en: Crónica del
siglo XX, op.cit., pág. 995.
[6]
Patxo Unzueta: «El coraje de no disparar», en: El País,
(Madrid, jueves 9 de octubre de 1997), pág. 22.
[7]
Cordt Schnibben: «Der linke Pop-Star», en: Der Spiegel 38,
(Hamburg, 1996), págs. 124-150.
[8]
El Che Guevara murió en 1967 (volveremos sobre el tema), lo que
significa que esta anualidad de 1966 (con intención o sin ella) no es la
correcta. Es más, esta «Noticia» reza en la misma página que «Guerrilleros»
y «Los impactos» y estos dos últimos llevan la anualidad de 1967.
[9]
Eduardo Labarca (Santiago de Chile, *1938): «<Apunten bien>,
pidió el <Che> antes de morir», en: El Siglo, (Lima, lunes 23 de
octubre de 1967), pág. 7. Eduardo Labarca comunica al que escribe estas líneas
con fecha del 20 de octubre de 1997: «Yo viajé a Bolivia como corresponsal y
publiqué mis reportajes en Chile. Podrías agregar que el 23 de octubre de 1967
yo publiqué la primera versión que se conoció en el mundo sobre la hora
y la forma en que mataron al Che al día siguiente de haberlo capturado con
heridas de poca gravedad. Hasta el momento la versión oficial hablaba de muerte
debida a las heridas del combate, contradecida sólo por rumores. Saludos.
Eduardo». Este escrito tuvo como motivo hacer un acto conjunto para recordar
los «30 años del asesinato del Che», lo mismo que el presente en estas páginas
alude a los 50 de su muerte.
[11]
Carlos Areán (Vigo, Pontevedra, *1921): La pintura española. De
Altamira al siglo XX, (Madrid, 1971). Ediciones Giner.
[12]
F. J. Sánchez Cantón (1891-1971): Tesoros de la pintura en el Prado,
(Madrid, 1962). Ediciones Daimón.
[13]
Sin embargo, parece ser que la imagen de este cuadro representa
realmente el «Martirio de San Felipe», santo preferido de Felipe IV
(1604-1664) que fue crucificado y atado con cuerdas. La pintura parece ser que
fue un encargo del Monarca y es sin duda (según la crítica especializada) uno
de los cuadros en los que su autor más se esmeró.
[14]
Organización de las Naciones Unidas.
[15] Véase «Biografía de Patricio Lumumba [1925-1961]», en:
http://www.antorcha.org/galeria/ lumum.htm, págs. 1-6, pág. 4.
[16]
«Patricio Emery Lumumba: De África para el mundo más vigente que
nunca», en: En contra del arte de la mentira, Año 2.
http://encontrarte.aporrea.org/teoria/perfiles/30/, págs. 1-15, pág. 6.
[17]
Sin desplazarnos a África y esto desde el país (aparentemente) más
democrático de Europa (Suiza) leamos algo de lo que la prensa muniquesa y
bávara denunciaba hace algún tiempo, bajo el título «Ataque neonazi a
brasiliana»: «ZÜRICH: Tres neonazis han atacado a una brasiliana en Zürich y la
han maltratado de tal modo que abortó los mellizos que esperaba. Además la
tatuaron en los muslos con un cuchillo las letras <SVP> (Partido
Popular Suizo)». Véase «Neonazi-Angriff auf Brasilianerin», en: Abendzeitung,
(Múnich, viernes 13 de febrero de 2009), pág. 6.
[18] Tomàs Llorens (Comisario): Equipo
Crónica 1965-1981, (Madrid, 1989). Ministerio de Cultura.
[19]
Véase a Wieland Schmidt: «Zweite Fassung ”Gemälde 1946”», en: Francis
Bacon. Das Bewußtsein der Gewalt, (München, 1996), Figura 5, pág. 198
(informaciones). Prestel Verlag.
[20]
Documento Nacional de Identidad.
[21] Véase Equipo Crónica.
Catalogación Obra Gráfica y Múltiples (1965/1982), (Bilbao, 1988).
Coordinadora Michèle Dalmace-Rognon. Museo de Bellas Artes de Bilbao.
[22]
Crónica de una década 1965 - 1975: Doroteo Arnáiz, Rafael Canogar,
Equipo Crónica, Juan Genovés, (A Coruña, 1988). Editorial
Diputación Provincial.
[23]
Eduardo Labarca: «La Garra Gorila sobre el Altiplano», en: El Siglo,
(Lima, sábado 28 de octubre de 1967), pág. 7. También está presente en la
página 194 de «Der Mythos lebt».
[24]
La prensa del momento comentó: «La tarde
del 9 de octubre el cuerpo del Che Guevara fue llevado en helicóptero a
Vallegrande y fue colocado en el lavadero del hospital Nuestro Señor de Malta,
donde permaneció en exhibición pública durante ese día y todo el día siguiente,
inyectándosele gran cantidad de formaldehído para evitar la descomposición».
[25]
Sobre esta muerte trágica que conmovió al mundo e hizo inolvidable a
la víctima puede leerse el artículo de Alberto Amato: «Las últimas horas del
Che», en: Ecos de España y Latinoamérica, Nº 10, (Múnich, octubre de
1997), págs. 60-61.
[26]
El artículo de A. Fink y S. Zistl («Che Guevara: Der Mythos lebt»)
informa en su página 196 que siete de sus verdugos y asesinos bolivianos
aparecieron asesinados poco tiempo después de su muerte.
[27]
La parte superior de este «Sin título» la forma la cabeza de «San
Bartolomé», pero debajo de ésta hay una franja amplia en cuya esquina
superior izquierda está escrito «Autor» debajo y en el centro «MANUEL VALDÉS» y
en la parte inferior «Patrocinado por el Excmo. Ayuntamiento de Barcelona.»
Esto quiere decir que este cartel anunció un acto o bien exposición en
Barcelona.