En Fuerteventura El Cabildo y Altihay conmemoran '30 años respondiendo al Sida, 30 años celebrando la vida'




La lectura de un manifiesto por parte de dos alumnos de 1º de Bachillerato del IES Puerto del Rosario acerca de los 30 años transcurridos desde la detección de los primeros casos del virus VIH/Sida dio por finalizado este mediodía el encuentro popular organizado por la Consejería de Asuntos Sociales del Cabildo de Fuerteventura y el colectivo Altihay bajo el lema  '30 AÑOS RESPONDIENDO AL SIDA, 30 AÑOS CELEBRANDO LA VIDA'.  



La jornada contó  con una serie de actividades informativas sobre esta temática en la Plaza de Radio Ecca (trasera del Centro Bibliotecario Insular) y con la proyección de cortometrajes en el salón de actos del edificio anexo de Deportes dirigidos a los alumnos participantes.  

Beatriz Álvarez y David Ramírez fueron los dos estudiantes encargados de la lectura del manifiesto, en un acto que contó con la asistencia de la consejera del Cabildo Candelaria Umpiérrez. Jorge Presas, presidente del Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales y Simpatizantes de Fuerteventura, Altihay, dirigió la charla a los alumnos del IES Puerto del Rosario. 

 
El contenido del Manifiesto fue el siguiente:
 
30 AÑOS RESPONDIENDO AL SIDA, 30 AÑOS CELEBRANDO LA VIDA 
Han pasado treinta años desde que el 5 de junio de 1981 se publicó en EE.UU. la existencia de cinco casos de hombres gais que padecían una rara neumonía, y a los que siguieron otros aquejados de otras enfermedades que sólo aparecían en personas inmunodeprimidas y, por tanto, incapaces de defenderse de infecciones y cierto tipos de cáncer. Un año después se establecería oficialmente la denominación de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), término acuñado por el activista gay Bruce Voeller. 

Se plantearon diversas teorías sobre la causa del sida, como el uso de drogas, la promiscuidad sexual, o que era un castigo divino contra los homosexuales y otras gentes de mal vivir. Fueron los años de lo que se llamó la “peste rosa”, el “cáncer gay”, la enfermedad de las “cuatro haches”, de los “grupos de riesgo”, años de enfermedad, muerte, discriminación y marginación, de vidas silenciadas por el estigma, el rechazo social, familiar, de amigos, amantes, de compañeros de trabajo, de seres queridos, del personal sanitario… El sida significaba la muerte física pero también social de los afectados y afectadas… 

En 1984, Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, del Instituto Louis Pasteur de Paris y Robert Gallo, del Instituto Nacional del Cáncer de los EE.UU., identificaron el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) como el agente causante del sida mediante la destrucción del sistema inmunitario. El descubrimiento del VIH permitió disponer un año después del primer test de anticuerpos, así como comenzar a investigar su tratamiento y vacuna. 

Ya en 1983 estaban claras la vías de transmisión y los fluidos potencialmente infectivos, pero en el imaginario social seguían manteniéndose mitos y prejuicios, como por ejemplo, que era posible contraer el VIH por un estornudo, darse la mano, compartir cubiertos, picaduras de mosquitos y un sinfín de ideas equivocadas que aún hoy en día siguen creyendo algunas personas.  

En aquella época los hospitales eran un suplicio para los afectados: se aislaba a los enfermos, el personal sanitario no quería pasar por sus habitaciones, sus expedientes e informes llevaban un punto rojo de 1 centímetro de diámetro como aviso para el personal que los atendía, los dentistas ponían cualquier excusa para no arreglar una muela, en los servicios de los hospitales se les trataba con muy malas maneras…

Como también lo fueron los hogares, el trabajo, las comunidades de vecinos, etc., ya que las y los afectados eran a menudo rechazados por familias y amigos, despedidos de sus trabajos, desahuciados o acosados, en definitiva tratados como apestados.  

El movimiento ciudadano de lucha contra el sida y hemos tuvimos que realizar un enorme trabajo para combatir los prejuicios, el estigma la discriminación y marginación social de las personas con VIH, pero además la respuesta al sida contribuyó a un progresivo y difícil avance en la lucha por nuestra dignidad y derechos. En esa tarea, trabajamos codo con codo no sólo los hombres gais sino también las mujeres lesbianas, con las que compartíamos y compartimos una misma lucha y que eran testigos de cómo el sida segaba la vida de compañeros y amigos.  

A mediados de los 80 empiezan a formarse en el estado español las primeras organizaciones de atención apoyo y asistencia a las personas con VIH/sida como el Comité Ciudadano Antisida en 1985 en Madrid, Gais per la salut (que daría lugar a Stop Sida) en 1986 en Barcelona y muchas otras. 

Por fin, en 1987 se aprobó el primer medicamento antirretroviral, el famoso AZT, que no llegó a tiempo para muchos, pero que dio esperanza a otros. Mientras tanto en Nueva York nacía Act Up con su lema “silencio = muerte” y el gobierno de EE.UU. prohibía la entrada al país a las personas con VIH, veto levantado en 2010. 

El 1 de diciembre de 1988 en una cumbre de ministros de sanidad se instituyó el “Día Mundial de la lucha contra el sida”, teniendo esta fecha un significado de jornada de reflexión y solidaridad hacia el colectivo de personas que viven con el VIH, que padecen el sida y los que ya han fallecido. En 1990 se crearía el símbolo lazo rojo para recordar a las personas fallecidas a causa del sida. 

En 1995 se introdujeron las terapias combinadas y en 1996 se presentaron en Vancouver los resultados que daban las combinaciones de diferentes medicamentos que mantenían el virus a raya. La terapia antirretroviral de gran actividad fue devolviendo la esperanza de vivir a muchas personas, por lo menos en el primer mundo, los países en vías de desarrollo seguían, y siguen, con un importante y grave problema mortalidad asociada al sida. 

A día de hoy, la infección por VIH es una enfermedad crónica que sigue sin tener curación ni vacuna, aunque afortunadamente disponemos de una gran variedad de tratamientos. En nuestra comunidad, ha sido y sigue siendo la mayor amenaza para nuestra salud, especialmente para los hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres así como para los trabajadores del sexo tanto mujeres transexuales como hombres, porque nos afecta de una forma desproporcionada.

Por otro lado, el estigma asociado al VIH, incluso en nuestra sociedad, sigue siendo uno de los mayores problemas para las personas con VIH y familiares con el que debemos y podemos acabar. 

Hace 30 años, el VIH y el sida entraron a formar parte de nuestra historia y de nuestra vida, diezmando nuestra sociedad y poniendo en riesgo nuestra salud, sin que ello impidiera que le hiciéramos frente de manera decidida; y vamos a seguir comprometiéndonos con su prevención y con el apoyo a quienes viven con el VIH, en nuestra sociedad mas cercana. 

Podemos decir, y sentirnos orgullosos y orgullosas de ello, que llevamos 30 años respondiendo al sida, 30 años celebrando la vida y que vamos a seguir haciéndolo. ¡Muchas gracias!