La impenetrable Rusia vs. Carlos XII

  La Batalla de Poltava, por Denis Martens (1726). Via: Wikimedia Commons


En general, los historiadores modernos prefieren buscar causas “internas” (como las llaman) que expliquen el desenlace de procesos como una revolución, o hechos más puntuales como un el resultado de una guerra.
Causas que involucren a las sociedades, y a sus individuos y pensamientos, sus decisiones y situaciones.
Pero la realidad a veces es más… fría.


En lo sucesivo repasaremos los tres casos en que se intentó invadir seriamente a Rusia desde diferentes épocas y gobiernos, pero con el mismo resultado: la derrota.

¿Se trata de una simple coincidencia histórica, o realmente las condiciones climáticas que caracterizan el devastador invierno ruso tuvieron el suficiente protagonismo como para determinar el destino de Europa?
Erase una vez un príncipe alto y delgado, con una frente inmensa. Era habilidoso y violento, con una bravura sin igual, había aprendido desde la infancia a dominar su propio sufrimiento y a despreciar el ajeno. A veces daba muestras de una crueldad inquietante, como cuando supuestamente se complacía en degollar perros y ovejas.

En 1697 fue coronado como Carlos XII, rey de Suecia.

 Carlos XII, por David von Krafft (1706). Via: Wikimedia Commons
En febrero de 1700, comenzó un conflicto bélico en el noreste de Eu
ropa que duraría hasta 1721 y sería conocido como la “Gran Guerra del Norte”.

Se trataba de un enfrentamiento generado por la rivalidad entre Suecia y los países cercanos, especialmente lo que hoy es Dinamarca, Noruega, parte de Polonia y Alemania, Lituania y Rusia.

Los comienzos de la guerra fueron beneficiosos para Suecia, que bajo el mando directo de Carlos XII obtuvo sorprendentes victorias en los territorios daneses.

Ciertamente, durante 1706 y 1707, el joven rey de 24 años tuvo más de una ocasión para saborear sus triunfos: disponía de un ejército formado por 72.000 soldados magníficamente equipados y entrenados, que durante seis años no habían conocido más que victorias.

Frente a este escenario, Moscú veía con alarma la posible llegada de los temibles "brujos" suecos.
Pero, mientras tanto, el zar de Rusia, Pedro, reclutaba soldados, fortificaba plazas, requisaba las campanas de los monasterios para rehacer su artillería y creaba fábricas de armamento.

Y efectivamente, después de haber expulsado a los rusos de Polonia, Carlos XII se decidió a invadir Rusia. Pero Pedro hizo retroceder a sus tropas, con la intención de atraer a su adversario al interior, no sin cansarlos con incesantes combates.

El plan del zar era era audaz: no dar la batalla hasta que hubiera "seis rusos contra un sueco, con el tiempo, el hambre, y el frío por aliados”. 
  Soldados rusos usando esquís durante las campañas de invierno. Via: Wikimedia Commons
Cuando el momento llegó, los rusos derrotaron a las tropas de refuerzo suecas y capturaron todo su aprovisionamiento. Para rematar la situación, el invierno de 1709 fue especialmente devastador.

El 8 de julio, Carlos XII ordenó un ataque temerario, pero poco inteligente sobre Poltava, donde todas las cosechas habían sido concentradas en los graneros rusos.

El ejército del zar, que había estado esperando y organizándose, contaba entonces con 70.000 soldados y disponía de una formidable artillería.

Los suecos, debilitados y exhaustos por el frío y la nieve, no tardaron en ser rodeados y derrotados. La victoria de Poltava señaló el triunfo de Rusia y de Pedro “el Grande”.


Como consecuencia, Rusia sería reconocida de ahí en más por Europa como la nueva gran potencia del norte. La lección fue recordada al menos durante un siglo, hasta que la ambición de Napoleón pusiera un velo del olvido sobre la nefasta impertinencia sueca.

Invierno ruso en la actualidad, incluso más leve que en el pasado
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