La restauración del Molino de Domingo Estévez en Corralejo se adelanta a los plazos previstos




La ejecución de la plaza pública y la rehabilitación del molino se encuentran en torno al 80%, antes de cumplirse 3 meses de los 6 previstos inicialmente

6 de mayo de 2015

El proyecto de rehabilitación del Molino de Domingo Estévez y la ejecución de una plaza pública en el solar donde se ubica esta antigua estructura, en el centro de la localidad de Corralejo, avanza por delante de los plazos previstos. El Cabildo ha invertido 171.000 euros en esta acción de recuperación patrimonial, mientras que el Ayuntamiento de La Oliva asumió previamente la adquisición del inmueble y del solar, además de la dirección de las obras.

El presidente del Cabildo, Mario Cabrera, junto a la alcaldesa de La Oliva, Claudina Morales, y los concejales en este municipio Omaira Saavedra y Miguel Van Daele, se acercaron a la zona para seguir los trabajos. "Este proyecto cuenta con un plazo de ejecución de seis meses. Sin embargo, antes de cumplirse el tercer mes, las obras se encuentran prácticamente finalizadas", informó el presidente.

La colaboración entre el Cabildo y el Ayuntamiento de La Oliva ha permitido recuperar los tres edificios que se usaban antiguamente para la molienda de grano en Corralejo. Se trata de la molina de Juan Morera, rehabilitada hace unos años, la Molina de Manolo Hierro que fue restaurada y trasladada a la nueva plaza José Antonio Umpiérrez en diciembre del año anterior, y ahora el Molino de Domingo Estévez, que quedará finalizado antes de los meses de verano.

El molino y las dos molinas se erigían décadas atrás en el tablero de jable, al norte del caserío de Corralejo, para captar los vientos alisios imperantes. Con el paso de las décadas y la llegada del desarrollo a la localidad, quedaron encuadrados en el interior del casco urbano. La alcaldesa de La Oliva, Claudina Morales, señaló que "tras su restauración, ahora suponen un atractivo más para los miles de turistas que transitan cada día por Corralejo, así como para los propios vecinos". Mario Cabrera añadió que todos estos proyectos de rehabilitación "continúan en la línea trazada por el Cabildo en las últimos tiempos para recuperar edificios históricos y de interés etnográfico y patrimonial, como es el caso que nos ocupa".

Las obras en el Molino de Domingo Estévez se encuentran ejecutadas en torno al 80%. La plaza pública que lo circunda, situada entre las calles Pizarro, Isaac Peral y Baja del Mejillón, se encuentra prácticamente finalizada, a falta de instalar equipamientos como las luminarias y los bancos. La plaza contará con accesos a pie de calle en sus distintos flancos (con un paseo de piedra molinera y baldosas, y escaleras en las zonas más bajas), así como también el  propio molino, que queda encuadrado en lo alto de una pequeña loma ajardinada. También, se colocarán aceras adoquinadas alrededor de todo el recinto.

A pesar de su avanzado estado de deterioro al inicio de la intervención, muchos de los elementos de este molino de pequeño tamaño se han rescatado y reutilizado, entre ellos una parte importante de las aspas, las dos piedras de moler, la rueda dentada, el eje, el freno o el husillo. Sin embargo, elementos como el capacete y el timón, entre otros, debieron ser reproducidos en talleres de carpintería.

Se cree que este molino se remonta a los años 50 el siglo pasado, y dicen los vecinos de la zona que recuerdan verlo moler gofio hasta finales de los años 70. El arquitecto técnico que se ha encargado de la redacción del proyecto ha sido Marcos Alonso Rodríguez. 

Los molinos y molinas de viento han pasado a formar parte del paisaje majorero, como testigos mudos de un pasado en el que desempeñaron un importante papel económico. En Fuerteventura se fueron construyendo a lo largo de la geografía insular, especialmente en la zona centro-norte, desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, y en respuesta a las necesidades climáticas y socioeconómicas de la Isla. La presencia constante de los vientos alisios, que constituían su fuente de energía, y la tradicional economía cerealista de la Isla, favorecieron la implantación de estas edificaciones.