Pájara: Doña Gregoria Placeres Francés recibió reconocimiento 'Mujeres que cuentan' del Cabildo de Fuerteventura







El Ayuntamiento de Pájara ha reconocido la trayectoria de doña Gregoria Placeres Francés, natural de Morro Jable, seleccionándola para el certamen 'Mujeres que cuentan', distinción que el Cabildo de Fuerteventura concede a siete mujeres de la Isla con motivo del Día Internacional de la Mujer.

Placeres recibió su merecido reconocimiento en un acto celebrado el pasado 8 de marzo en el Auditorio Insular, en Puerto del Rosario, junto a otras mujeres elegidas por los ayuntamientos de sus respectivos municipios. Gregoria Placeres recibió este reconocimiento de la mano del concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Pájara, Farés Sosa.


La Corporación municipal rindió así un emotivo homenaje a esta mujer, nacida en 1933 en Morro Jable, en el seno de una familia de trabajadores del mar, y que es todo un ejemplo de lucha y superación. Sus padres, Luis Placeres Santana y Dominga Francés Ávila tuvieron un total de siete hijos, de los cuales únicamente sobrevive Gregoria.

La Concejalía de Servicios Sociales destaca la constante participación de doña Gregoria con las labores de la iglesia, ayudando en la medida de sus posibilidades. Hoy en día, Placeres sigue participando en el Centro de Mayores de Morro Jable, aportando “su granito de arena”.

Asimismo, desde el Ayuntamiento se define a la mujer como un referente generacional “de lucha constante, ayuda al prójimo, superación de la adversidad, solidaridad con los demás y generosidad”.

Los momentos en los que asegura sentirse más feliz son aquellos en los que se reúne con su extensa familia, con sus 16 nietos y 8 bisnietos, en torno a una mesa, para “comer, hablar, reír, tocar, cantar y bailar”. Placeres disfruta además de la música y entona una preciosa voz que le viene de tradición familiar y de buenos cantadores del sur de Fuerteventura.

Para el concejal de Servicios Sociales, Farés Sosa, es todo un honor reconocer la labor de este ejemplo de mujer, y espera que el municipio de Pájara pueda contar con ella muchos años más.

Doña Gregoria pasó los primeros años de su vida junto a su familia en el pueblo marinero de Morro Jable , donde asistió a la escuela que estaba ubicada junto a la”iglesia pequeña” de dicha localidad, en el lugar donde hoy se encuentra el Hotel Río Calipso. Placeres aprendió allí a leer y escribir, y según sus relatos, se sentaba en piedras a orillas del mar, donde los maestros de la época le enseñaban sus primeros conocimientos.

Su primer trabajo lo tuvo en la zafra tomatera de Gran Tarajal, donde estuvo empaquetando tomates durante dos temporadas. Fue precisamente en esta localidad donde conoció a su esposo, Don José Rodríguez Pérez, también natural de Morro Jable.

Según sus hijas, resulta anecdótico el hecho de que, siendo ambos de Morro Jable, vinieran a conocerse en el muelle de Gran Tarajal, donde se sentaban para “comer chuflas” tras las duras jornadas laborales.

Doña Gregoria, que tuvo un total de diez hijos, relata además los trabajos que se pasaban antiguamente. Mientras que su marido pasaba casi todo el día en el mar para ganarse la vida como pescador, ella cuidaba a todos sus hijos, viviendo los tiempos más fríos en Morro Jable y los veranos en la Punta de Jandía. Placeres recuerda además como acudía al comedor social de Morro Jable que pertenecía a la familia Winter, para pedir un plato de comida y poder llevárselo a sus padres; así como baldes de agua a cambio de pesetas.

A través de sus vivencias y penurias, Gregoria señala la pérdida de sus tres hijos como los peores momentos que le ha tocado vivir. Recuerda además un suceso vivido por el año 85, cuando dos de sus hijos se perdieron a la deriva en alta mar durante más de 6 horas. La mujer pidió a la Virgen del Carmen que “los arropara bajo su manto”, y finalmente los marineros de Punta de Jandía, unidos en torno a su búsqueda, consiguieron rescatarlos.

Tras criar a sus hijos, Gregoria se hizo cargo de su madre en la vejez, que presentaba problemas de salud, allá por el año 76. Al fallecer sus padres, tuvo que enfrentarse a la enfermedad de su esposo, que pasó sus últimos 20 años encamado, falleciendo finalmente en mayo de 2007.

A pesar de su sacrificada vida, Doña Gregoria señala que se siente feliz al saber que ha tenido unos buenos padres, un buen marido y unos buenos hijos.