Última entrevista a D. Francisco Hernández Robayna,quien fuera Comisionado de Antigua durante más de 20 años
23 de abril de 2017 (21:53 h.)
El día es soleado a pesar de ser una mañana de enero de este mismo año 2017. El lugar del encuentro es la Solana de Pozo Negro, un lugar de descanso donde las cabras comen siempre con ansia y sacian su sed en el bebedero que refresca y presta refugio entre atalayas, junto a la vieja y empedregada gambuesa. D. Francisco inicia la conversación.
Yo estuve veinte años de comisionado, desde antes del 70. Estuve antes que Nicolás en la zona de La Cueva y Pozo Negro.
¿Qué cambios ha experimentado el Mancomún?
La cuestión del ganado en la costa ha cambiado poco. La única diferencia es que hoy se le echa de comer, se protege más a las cabras por la crías. Anteriormente, no se le echaba millo y el año que venía algo malo, la cabra estaba flaca y perdía la cría. Hoy se aprovechan las crías casi todas.
Usted D. Francisco ha pasado toda la vida o siendo Comisionado o entre comisionados.
Mi padre fue Comisionado, tenía un tío que fue Comisionado, no sé ni los años que fue Comisionado, se llamaba Juan Ruíz, y de hay sucesivamente estuvieron dos tíos más míos. Eso, en la familia, que después hubo otros más comisionados que he conocido yo a muchos de ellos. Nicolás, Coldo, Iñigo, Juan Ramos, Juan Betancor, Juan González, y más, más ?. Juan Cabrera que estuvo veinte años, el menos que estuvo fue Sabino y también el hermano, Hemeterio.
A Sabino lo relevé yo en los años malos, en el 75, apunta Acosta. Ahi no quedó casi nada, se murió casi todo el ganado. Y después, a poco que entré, se metieron unos perros de un vecino que no vamos a nombrar, pero llegué a contar en el norte de la ladera sólo seis reses, las que no mataron, corrieron para allá y desaparecieron. Hoy tenemos 2.000 reses sólo en la zona norte del mancomún que llevo yo, más mil y pico del otro lado.
Los comisionados se eligen por votaciones entre los ganaderos de una zona.
Se nombra entre todos los ganaderos a propuesta del Comisionado que se marcha. Y normalmente todo el mundo vota a favor, porque se elige a quien tiene más experiencia, responde D. Francisco, todas las personas no tienen ese control.
Y añade D. Tomás: No todo el mundo sabe lo mismo y en eso de las apañadas hay que tener un poco de idea, como en las marcas. Ahora mismo hay más de 50 marcas diferentes, alguno tiene hasta 4 ó 5 y el Comisionado tiene que saber a quien corresponde esa marca. Están registradas la mayoría en el Ayuntamiento de Antigua, el problema es que hay algunas marcas iguales en la parroquia de Tuineje.
Siempre ha habido ganaderos de otros municipios en nuestra parroquia, le recuerda D. Francisco.
Si claro, ¿te acuerdas de Pepe de Ampuyenta, el que venía en el burrillo porque decía que le hacían daño los coches?
Si hombre, responde D. Francisco, y ¿recuerdas al padre de Paco, José Santana se llamaba el padre de él.
Antes que usted D. Tomás, ¿quien estuvo de Comisionado?
Estuvo un año nada más Sabino Negrín que en paz descanse. Y antes Juan Cabrera que estuvo 20 años, a la par que Francisco, cada uno por un lado. Luego Coldo que vino más tarde y a quien nombré yo.
Si, continúa D. Francisco, yo estuve antes que Nicolás y antes que yo por aquí estaba Manolito Gutierrez, Juan Gonzalez, el padre de Isabel.
Y ¿cómo viene el relevo?
Un poco difícil está. La gente nueva no la veo yo, afirma con preocupación D. Tomás y continúa D. Francisco: No, que va. Yo eso no lo voy a vivir y no lo veré, pero el ganado del mancomún con la juventud esta muy difícil. Esto se sabe cuando hay una reunión que se apañan las cabras o se meten en la gambuesa. Usted viene aquí en ese momento y no ve más que viejos y de casualidad alguno nuevo, al que no paramos de decirle cógenos esa cabra, marca esta cría, ordeña la leche o haz esto otro. Y salen quemados.
Hoy un padre, al menos la mayor parte, no cría un hijo para que vaya a cuidar cabras. Lo cría para que sea maestro escuela o tenga su título de otra manera, ¡por muy bien que este el ganadero!
Y añade D. Nicolás Herrera: Los que tenemos cabras en la costa, cada vez estamos más viejos. ¿Qué ilusión tengo yo de tener 10, 30 o 50 cabras en la costa? Si llego a la pila y encuentro, como las tenemos, cabras cargadas de leche y si no es porque aparezca un muchacho nuevo no puedo cogerla. Hoy el ganado de costa tiene poca defensa, no tiene futuro ninguno.
¿No es buena vida?
No porque el trabajador tiene sus vacaciones y sábado y domingos libres, y el ganadero no tiene ningún día libre, todos los días tiene que echarles de comer. No es que sea mal futuro es que la juventud necesita también poder esta libre, responde Acosta y puntualiza D. Francisco: Hay que trabajar permanente, parte de noche y todo el día. Habría que poder poner gente, pagas, tales y cuales. El ganado en explotación aún escapa, pero este ganado del mancomún?
¿Cómo recuerdan las apañadas años atrás?
Había un calendario de apañadas que por lo general eran los fines de semana. Se empezaba por la Fuente de las Ovejas, después se pasaba a Monteagudo y después a Pozo Negro, La Cueva, Jacomar? Casi siempre, todos los domingos, apañada.
Antes desde Morro Halcones se apañaba para Monteagudo y la Fuente de las Ovejas. Se mandaba una cantidad de hombres, cinco o seis, que tumbaban el ganado, es decir lo hacían bajar de la montaña, y bajaba hasta aquí en Pozo Negro.
Hoy las cabras ya saben donde ir para comer y bajan solas, continúa D. Francisco, si no ¿quien las iba a ir a apañar? No hay gente para ir a apañarlas, los que sabemos ya no podemos, y gente nueva, no conoce y se las dejaría atrás. El Comisionado conoce el terreno y sabe por donde han de ir.
Yo me crié por detrás de esa atalaya, ahí arriba donde había un mojón blanco en lo más alto. La apañada la empezábamos ahí arriba, donde le decimos el pilón para continuación ir por ahí para abajo hasta el cortijo y se seguía a Lomo Blanco, la bajá del Chupadero, la degollá del Valle Cice, hacía el rincón de Morales, la chapas de chopepe, la majá del corral, la pisá de la vaca. Y después más arriba teníamos el risco del fogón, el morrito de la pared hasta el filo, y a continuación la bajada de la pared, valle largo, el morro jaconcillo, la pisá de la vaca, la bajada de la tabaiba y así hasta la fuente. Y eso que se me han olvidado muchos de los nombres. Ahí, señala hacia el horizonte D. Francisco, están los morretes y los areneros? Nadie mejor que un ganadero conoce cada rincón de este municipio.
¿Cuántas apañadas hacían ustedes al año?
Del día primero de cada mes se pegaba por la zona de Monteagudo, explica D. Nicolás, el día 2, se apañaba en Pozo Negro, el día 3 era La Cueva y el 4 era Jacomar. Luego se empezaron los domingos porque la gente empezó a trabajar.
En ese tiempo había ganaderos y responsabilidad. En ese tiempo al Comisionado se respetaba al máximo. Lo que decía el Comisionado eso había que hacerlo, gustara a usted o no lo gustara, incluso, llegaron a multar.
En el mancomún había casas que eran del mancomún donde bajaban las familias para que las cabras disfrutasen las primeras hierbas. Donde el rinrin, estaba Gregorito González, aquellas son las casas de Cáceres, en la Cueva. Hay varios puntos donde se apañaban. Ahí mismo, señala D. Nicolas a unos pocos metros de donde nos encontramos, estaba la gambuesa del morrete.
Hay varias gambesas que no se sabe la historia de ellas. Aquella gambuesa que esta donde el rinrin y la de Taima que es enorme, y nadie sabe lo que se apañaba allí, afirma D. Tomás. Porque a mi me decía el señor Juan Betancort, que la costa llegaba entre montaña blanca ahí arriba y montaña blanca allá abajo.
¿Qué función tiene el Comisionado, D. Nicolás y cómo organiza una apañada?
El Comisionado de la costa es una persona sola, que si no tiene el respaldo de los compañeros no hace nada. Si tiene la apañada anunciada, cuando llega ese día, que siempre los compañeros se pasan la voz unos a otros, se empieza a juntar la gente. Antes se empezaba temprano que es lo mejor para el ganado, ¡y dígame si hace calor! Ahora se hacen menos temprano porque el que tiene ganado en la costa tiene ganado en la casa y tiene que dejarlo ordeñado antes de venir para la costa.
A las 9:30 o 10:00 cuando viene llegando la gente, el Comisionado empieza a repartirlos a cada uno y cuando llegan a la gambuesa, la gente quiere entrar a la gambuesa a ver el ganado, y se puede entrar, ¡pero deje usted que respire el ganado que llega cansado!, para después hacer ya el apartado.
Las gambuesas tienen dos corrales, el propio de la gambuesa grande y después están los corralitos chicos que es donde se aparta el ganado y se van cogiendo las cabras. La que tiene leche tiene cría y si el dueño se la quiere llevar pues se la lleva, y se empieza a marcar, porque sé de qué cabra es cada baifo. De nada vale marcar un baifo con una marca que no le corresponde porque correrá hacia la cabra que le parió. Cuando el ganado esta marcado entonces se marcha. El Comisionado debe controlar que no haya equivocaciones.
Más de una noche fría habrán pasado ustedes guardando las cabras.
Sobre todo cuando los perros venían a matar, recuerda Isabel. Y añade D. Tomás: Si, antes también mandábamos delanteras, o se ponía una persona paga, que una vez tocaba a uno y otras a otro, para vigilar que el ganado no entrase en las fincas. Porque muchos terrenos del mancomún se cedieron a la gente para poder sobrevivir y plantar algo. El alcalde Paquito Berriel fue el más que cedió. Esta misma, la rosa de Pozo Negro fue cedida.
¿Por qué en su día cambiaron la fuente de Jacomar por la de la Cueva?, pregunta a los comisionados Isabel Mederos.
Porque aquello era un cementerio para las cabras, por lo menos el 50% del agua era de mar, afirma D. Francisco. Siii, añade D. Tomás, subía la marea subía la fuente. En Monteagudo había una fuente y también le pasaba lo mismo. En el año 75 solté 17 baifas para la costa y cuando fui a recogerlas, de todas encontré una y lucían más los piojos que otra cosa.
Volviendo a Jacomar, prosigue D. Francisco, tuvimos una época que teníamos que ir a sacar cabras muertas de aquella fuente, que iba con el compadre Nicolás o con el cuñado.
¿Qué fuentes quedan ahora?
Quedan la fuente de Pozo Negro, ésta de la Solana y la de Las ovejas.
¿Qué tiene que saber una persona para llegar a ser Comisionado?, se interesa Mederos.
Lo más importante que debe tener una persona cuando lo van a nombrar Comisionado y él quiera aceptarlo, es tener un corazón grande, responde D. Nicolás y señala D. Francisco: Tiene que ser duro, y añade D. Nicolás, Tiene que ser una persona que no tenga nervio. Que no se rían de él, añade D. Francisco y prosigue D. Nicolás, porque la persona que tiene nervio y la nombran Comisionado, aguanta poco, vivo aguanta poco, porque le dá cualquier achuchón y se va listo.
Lo primero que tiene que hacer es hacerse respetar y debe respetar a todo el mundo ya sea un niño chico como una persona mayor de usted, el mismo respeto que le tenga a su padre o a su abuelo. Si no respetas, no esperes que te vayan a dar respeto, lo que te darán es crítica.
¿Cuál es la función del Comisionado, D. Nicolás?
La función del Comisionado, aquí en la costa, siempre ha sido subir a los filos para vigilar tanto el norte como el mancomún del sur, porque desde ahí, controlaban para un lado y para otro, cumpliendo su principal función que era proteger el ganado.
D. Tomás, ¿cuál es el cambio más evidente que nota en la ganadería?
Antes la gente vivía del ganado. Donde mas ganaderos había era en Agua de Bueyes. Y Triquivijate, Los Alares, Los Valles? y añade Isabel, antes todo el mundo en los pueblos tenía en su casa unas cabras.
En el pueblo de Antigua también había mucho ganadero, recuerda D. Francisco.
D. Nicolás, ¿hay fecha final para las apañadas?
Nadie va a decir, vamos a acabar con las apañadas, pero en cada punto donde se les da de comer aparecen unas 500 cabras cada vez, que si las quisiera reunir en una apañada no lo hago ni con cinco hombres. Pero vienes aquí a la caseta con un saco de millo y el Comisionado sólo, mete mas ganado en el corral que si junta 50 personas para ir a apañar.
¿Dónde linda la protección de los dos comisionados del mancomún de Antigua?
El señor Tomás esta autorizado para correr dentro del Mancomún de Antigua ende allá del barranco de la Torre hasta el barranco de Jacomar. Ahora, de aquí a la carretera de Pozo Negro al Norte es lo que le corresponde al señor Tomas. Y lo que yo no pueda lo hace él y lo que él no pueda, lo hago yo.