Lloret quiere “intentar dejar contratado” el proyecto de rehabilitación del Caserío de La Florida antes del fin de la legislatura

 

El Cabildo de Fuerteventura conmemoró el  miércoles 29 de marzo, la incorporación del Caserío de La Florida, ubicado en el municipio de Tuineje, al Patrimonio Público Cultural de la isla durante un acto de presentación, capitaneado por el presidente de la Institución Insular, Sergio Lloret, que contó con la puesta en escena de una recreación, a cargo de la asociación Más Ruines que Caín, de la vida rural y cotidiana de la población originaria de esta pequeña aldea hace aproximadamente 300 años.

 


 

“Más de 300 años de la historia de Fuerteventura, más de 300 años que suponen muchas generaciones de majoreras y majoreros, de dificultades y de penurias y que, afortunadamente, como garantía para garantizar la preservación de nuestro pasado y nuestra historia, ya forman parte del patrimonio público de Fuerteventura”, destacó el presidente Insular en una Intervención en la que avanzó que “quiero intentar dejar contratado el proyecto de rehabilitación de este Caserío importantísimo en esta legislatura. Sin duda la obra no va a ser en esta, pero creemos que tiene que haber continuidad en la acción”.

 


 

Respondía de este modo Lloret a las manifestaciones, hechas públicas tanto por Juan Évora, en representación de la familia Évora Suárez, antiguos propietarios del inmueble, como por parte del presidente de la asociación ‘Mas Ruines que Caín’, en favor de que el espacio sea rehabilitado para su puesta al servicio de la ciudadanía.

 

Este caserío, ubicado en el municipio de Tuineje, se ha incorporado al conjunto de inmuebles insulares por menos de 200 mil euros, gracias a la cooperación de la familia Évora Suárez, tal y como reconoció el presidente Lloret en su intervención, al facilitar la adquisición del suelo por parte del Cabildo de Fuerteventura. En contrapartida, el representante de la familia en el acto únicamente pidió “poder ver una aquí en algún tiempo, aunque yo no lo vea, algo del pueblo que fue”.

 

El presidente de Más Ruines que Caín, Juan José Cabrera, se manifestó en el mismo sentido, agradeciendo la labor llevada a cabo por el Cabildo Insular en la adquisición del inmueble, “tras muchos años trabajando para que esto saliera”, recordó, y puso de manifiesto el sentir de la ciudadanía para que se lleve a cabo “un proyecto para restaurar este sitio” y que este “se haga respetando el entorno como está”.

 

Por su parte, la alcaldesa del municipio, Esther Hernández, se sumó a los agradecimientos a la familia, así como manifestó el reconocimiento del Consistorio al Cabildo Insular, “por la adquisición de una demanda que venía de lejos por parte de los vecinos, así como de la Asociación Más Ruines que Caín”.

 

Historia en piedra, cal, arena y barro

 

Compuesto por una agrupación de viviendas tradicionales dispersas construidas con piedra, cal, arena y barro, algunas del siglo XVIII, y otros bienes etnográficos asociados a la explotación agrícola y ganadera, como dependencias para el ganado, aljibes, pequeñas maretas y gavias, así como restos de una tahona, este conjunto arquitectónico tradicional majorero, que ocupa un espacio de 100 mil metros cuadrados, tiene un alto valor patrimonial para la isla.

 

Ubicada a tres kilómetros al suroeste de Tuineje, en una amplia zona de pequeños morros y lomos, junto al barranco de Los Ancones, esta pequeña aldea, que se encuentra actualmente despoblada, sigue presente en la memoria viva de quienes fueron sus habitantes al recordar cuando vivían ahí de pequeños, entre esos techos y paredes, que muestran los diferentes estilos constructivos y la distribución espacial de las habitaciones.

 

En ese sentido, la conservación de las Casas de La Florida supone salvar un conjunto arquitectónico con señas de identidad con importancia histórica y como bien patrimonial del municipio de Tuineje, a la vez que contribuye a mejorar el paisaje rural.

 

Tras la conquista de la isla, la historia de Tuineje, permanece desconocida hasta mediados del siglo XVII. En 1590 era un pago que contaba con una ermita dedicada a San Miguel, que fue erigida en parroquia en 1790. De estas tierras se entraba y salía a través de Gran Tarajal, que ha estado prácticamente despoblado hasta el siglo pasado. Por aquí arribaron obispos para sus visitas pastorales, así como corsarios, quienes desembarcaban en Las Playitas.

 

Así como otras zonas del interior de la isla, este conjunto de casas tradicionales fue víctima de las incursiones de piratas ingleses, quienes saqueaban y devastaban a su paso campos y viviendas. Aunque el pueblo tenía medios escasos para defenderse, en ocasiones lograron importantes victorias como la batalla de Tamacite y de Llano Florido, en la que los bucaneros ingleses se vieron superados por los isleños, quienes utilizaron a camellos en la lucha.