· En una de sus fábulas (El joven
pastor y el lobo), Esopo narra la broma que un pastorcillo hizo a
los vecinos del lugar. Un día, solo y aburrido mientras pastoreaba el rebaño
comunal, empezó a gritar: ¡El lobo, que viene el lobo! A sus gritos, los
lugareños acudieron raudos en su auxilio y constataron cómo el pastorcillo se
desternillaba por la broma que les había gastado. Una semana más tarde, volvió
a repetirla y los vecinos del pueblo volvieron a creerse el engaño.
Periódicamente, el pastorcillo volvía a las andadas y los solidarios vecinos
del pueblo siempre caían en la misma trampa. Un día, el lobo llegó de verdad.
Entonces, el pastorcillo, muerto de miedo, comenzó a vociferar: “¡Socorro!
¡Que viene el lobo!” Pero, esta vez, nadie le creyó ni vino en su ayuda, ya
que nadie cree a un mentiroso, aunque alguna vez diga la verdad. Y el lobo
diezmó el rebaño.
· Este relato de Esopo viene como anillo
al dedo para describir lo que ha sucedido y está sucediendo en la vida política
española. Por un lado, tenemos una minoría de ciudadanos que llevan años
poniendo el grito en el cielo, no para gastar bromas, como el pastorcillo de la
fábula, sino para advertir de que “algo huele mal en Dinamarca”. Por
eso, ante los desmanes y provocaciones reales de los nacionalistas-independentistas
catalanes, han alertado de los peligros que corren la democracia española, el
estado de derecho, la paz social, la soberanía nacional, los derechos y
libertades de los ciudadanos españoles, etc. Y, por el otro, están los “maestros
Ciruela de la casta política española”, que han
jurado/prometido guardar y hacer guardar las leyes y que han hecho y hacen
oídos sordos a los reales avisos de peligro y a las auténticas llamadas de
ayuda de los ciudadanos-pastorcillos.
· Desde hace ya demasiados años, en los
medios de comunicación, en las redes sociales y también en la calle, la
precitada minoría de ciudadanos —que no son esclavos de la “dictadura de lo
políticamente correcto”, ni tampoco “moutons de Panurge”— han
reaccionado, individualmente o en comandita, ante las provocaciones, los
desafíos y los atropellos de los nacionalistas-independentistas catalanes y,
también, de otras comunidades autónomas españolas.
· Basta con consultar la hemeroteca y
las redes sociales para ilustrar lo aseverado y hacer la lista interminable de
los “fraudes de ley”, a los que son tan dados los
nacionalistas-independentistas que, con recursos y apelaciones sin cuento,
dilatan los procesos y el cumplimiento de las sentencias judiciales. Por otro
lado, se deben citar los casos de desacatos y de desobediencia a
las sentencias si, por casualidad, llegan a ser firmes.
Además, no hay que
olvidar el ninguneo y el desprecio hacia el poder judicial,
cuando los imputados o acusados se ríen en las propias narices de los jueces,
negándose a acudir a los juzgados. Hay que añadir también la “prevaricación”
de ciertas instituciones (por ejemplo, el Parlamento de Cataluña o muchos entes
locales), que han elaborado leyes o han dictado resoluciones o han tomado
decisiones que están en contradicción con la Constitución de 1978 y la
legislación general del Estado. Debemos citar también las agresiones a las
instituciones y símbolos de nuestro Estado de Derecho: quema de retratos
del Jefe del Estado y de la bandera de España, guillotina de retratos del Rey,
abucheos al himno de todos y al representante máximo del Estado, etc.
·
Ante este estado de
cosas, los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, así como los partidos
políticos del sistema (PP, PSOE, C’s, Podemos, etc.) y ciertas asociaciones
(por ejemplo, Sociedad Civil Catalana) han mirado y miran para otro lado o no
han tomado las medidas pertinentes o simplemente se han dedicado a dividir a la
ciudadanía, dejando a los nacionalistas-independentistas el camino expedito
para que sigan conculcando la legalidad vigente y consolidando el Estado de
“des-derecho”.
·
Sólo algunas
asociaciones (Convivencia Cívica Catalana, Somatemps y Movimiento
Cívico de Espanya i Catalans, por citar las más visibles en Cataluña) y
algunas redes sociales (Red de Blogs Comprometidos, por dar sólo un
ejemplo, con implantación en toda España) se han encargado de mantener
encendida la llama de la cordura, de la constitucionalidad y de la razón, en
defensa del “Estado de Derecho”.
Así, en los últimos años, cada 12 de
octubre (fiesta de la comunidad hispanohablante mundial) y cada 6 de diciembre
(fiesta de la Constitución), estas asociaciones y redes sociales —en solitario
y sin ningún apoyo económico o moral o participativo de los partidos de la
casta— han hecho oír su voz para advertir de la espada de Damocles que se
cierne, como hemos indicado, sobre la democracia española, el estado de
derecho, la paz social, la soberanía nacional, los derechos y libertades de los
ciudadanos españoles, etc.
·
Esta dejación de
funciones, este mirar para otro lado y el no velar por el respeto de la
legalidad vigente, tanto por parte de los poderes del Estado como de los
partidos políticos del sistema (PP, PSOE y C’s), que se dicen
constitucionalistas, son la ilustración del “silencio del miedo y de
la cobardía”, del que habla el Abate
Dinouart: el silencio del que calla cuando es imperativo hacer sentir
la voz y velar por la aplicación de la ley, silencio que ampara al delincuente
y lo declara impune.
· Además, este comportamiento de la
casta política pretérita y presente me ha hecho pensar en dos episodios de
El Principito (cf. Cap. V y IX) y en las consecuencias para el futuro
inmediato de España. En estos dos capítulos, se narran dos de las actividades
cotidianas que El Principito debía realizar para velar por la integridad de su
planeta. Cada mañana debía proceder a la limpieza de su asteroide, infestado de
malas semillas, para arrancar los boababs nada más nacer. De no hacerlo, estos
árboles gigantescos invadirían su planeta, lo perforarían con sus raíces y lo
harían estallar.
Por otro lado, también debía deshollinar sus dos volcanes en
actividad, para que ardieran “suave y regularmente, sin erupciones” y
así evitar explosiones violentas y catástrofes; y también un volcán extinguido,
ya que “no se sabe nunca” lo que puede pasar. Para esto, el Principito
era muy disciplinado, muy diligente y no se dejaba engañar por las apariencias,
ya que los boababs, cuando son muy pequeños, se parecen a los rosales.·
En estos momentos, se ha llegado hasta tal punto en Cataluña que, como dijo en
su día
Julio
César, podemos
razonablemente afirmar: “alea iacta est”, i.e. estamos al borde del
abismo y no hay marcha atrás, si los que deben velar por el respeto y la
aplicación de las leyes siguen haciendo dejación de sus funciones.
En efecto,
desde hace 36 años, la educación, la política lingüística y los medios de
comunicación están en manos de los nacionalistas-independentistas. Por eso, las
raíces de los boababs independentistas han penetrado tan profundamente en las
mentes de los niños, de los jóvenes y de los “moutons de Panurge”, que hay
un riesgo cierto de que se cuartee y reviente la democracia española, el estado
de derecho, la paz social, la soberanía nacional, los derechos y libertades de
los ciudadanos españoles, etc.
·
Algunos —como Francesc
de Carreras (alter ego de Albert Rivera), en
un artículo reciente, o Carlos Carizosa (vocero de C’s en el
Parlamento de Cataluña), en una entrevista radiofónica de finales de 2016)—
siguen mareando la perdiz y proponen la misma solución al denominado “caso
catalán”: “La cuestión catalana actual no se resuelve con una reforma de
la Constitución, sino con una derrota del nacionalismo en las urnas”. Ante
esta solución ambigua y enredadora, debemos preguntarnos: ¿En qué tipo de
urnas? ¿Acaso de Carreras y Carrizosa no se han dado cuenta de que, como ha
demostrado la vida política de los últimos meses, las urnas las carga el diablo
y acostumbran a dar sorpresas? Pensemos en el Brexit de Cameron; en las
urnas de Matteo Renzi, en Italia; en las de Juan Manuel Santos,
en Colombia; o en el resultado de las presidenciales en EE.UU., que dieron la
victoria a Donald J. Trump. ¿No sería más razonable, congruente y
operativo el respeto y la aplicación de la legalidad vigente, pero de toda la
legalidad vigente? Si nos saltamos la ley y no pasa nada, como ha sido el caso
hasta ahora, hay que levantar acta de la muerte de la seguridad jurídica y,
como correlato, de la vuelta de la testicular ley de la selva. ¡Y que el Señor
nos coja confesados!
© Manuel I. Cabezas González
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