El Saladar de Bristol: Patrimonio Vegetal, Estado de Conservación y Propuesta de Restauración (Corralejo, Fuerteventura, Islas Canarias)
02 de mayo de 2017 (10:16 h.)
Científicos reclaman la protección del Saladar de
Bristol
Investigadores del Departamento
de Geografía de la Universidad de Oviedo han publicado un estudio sobre el
Saladar de Bristol (Corralejo, La Oliva, Fuerteventura), uno de los escasos
espacios de este tipo en las Islas Canarias. La elaboración de dicho trabajo
constituye una herramienta básica para la planificación territorial y la
conservación del patrimonio puesto que contiene un inventario exhaustivo de sus
formaciones vegetales y una cartografía detallada en la que se localiza incluso
la ubicación de los diferentes taxones. No sólo eso, destaca su valor
geomorfológico y paisajístico y realiza una propuesta de rehabilitación y
conservación (apoyada en un mapa y en la caracterización y estado de
conservación de su vegetación) encaminada a la declaración del lugar como
“Sitio de Interés Científico”.
Salvador Beato Bergua, Miguel
Ángel Poblete Piedrabuena y José Luis Marino Alfonso, autores del trabajo, se
unen así a otros científicos que han mostrado su interés por la conservación
del rico patrimonio natural y cultural majorero y, en concreto, de este lugar
tan menospreciado como es la Charca de Bristol, a espaldas de Corralejo y su
cuidada bahía, utilizado como escombrera y pista para vehículos durante muchos
años, receptora de todo tipo de basuras arrojadas por el mar, el viento o sus
visitantes con mascotas, que pisotean continuamente, sin saberlo, una formación
vegetal única en la isla de Fuerteventura (Sarcocornietum
perennis).
Por esto, y con el ánimo de
alentar la protección contra nuevos atentados hacia nuestro patrimonio, les
mostramos a continuación un resumen del estudio, publicado las pasadas semanas
en el Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles y que ha sido enviado a
las autoridades locales y regionales para contribuir a su puesta en valor y
conservación frente a otros proyectos urbanizadores del litoral, un bien de
todos y en constante peligro por las dinámicas económicas. Otro turismo también
es posible, uno encaminado al respeto a los bienes naturales y culturales, a su
defensa, a su disfrute e incluso a su investigación.
Por Salvador Beato Bergua, Miguel Ángel Poblete Piedrabuena, José Luis Marino Alfonso
Departamento de Geografía. Universidad de Oviedo.
Pese a su
singularidad no se encuentra amparado bajo ninguna figura de protección, que sí
se otorgó, en cambio, al Saladar de Jandía (Playa del Matorral), también en Fuerteventura,
declarado SIC y ZEC por sus destacados valores naturales. Teniendo en cuenta
que estos saladares costeros son un bien excepcional en las islas Canarias, los
principales objetivos de esta investigación se centran en el análisis del
patrimonio vegetal del Saladar de Bristol y su entorno, la determinación de su
estado de conservación y finalmente la elaboración de medidas de restauración que
sirvan de base para una adecuada gestión ambiental y uso racional.
El Saladar o Charco
de Bristol, situado al N de la isla de Fuerteventura junto a la localidad de
Corralejo, es una pequeña depresión litoral en el malpaís originado por las
emisiones lávicas del volcán Bayuyo. Por el NE, una entrada de agua marina de
escasos metros atraviesa los basaltos pleistocenos e inunda parcialmente la
zona durante las pleamares, aportando continuamente sedimentos marinos y sales
minerales que condicionan a las formaciones vegetales y modelan activamente el
lugar. A estos aportes de agua salina hay que añadir los producidos por
infiltración, salpicaduras de las olas y el spray marino, que contrastan de
manera notable con los de agua dulce extremadamente escasos por el régimen de
precipitaciones isleño y la inexistencia de cauces fluviales; si bien durante
los episodios torrenciales puede evacuarse un volumen importante de la
escorrentía procedente de las cercanías. Pese a que apenas tiene una extensión
de 0,2 km2, no obstante, alberga una gran riqueza natural, integrado
por diversos biotopos formados en el contacto entre el mar y la superficie
terrestre, sobre un sustrato rocoso configurado tanto por materiales volcánicos
como por arcillas, sedimentos marinos y eólicos; sometidos a unas condiciones
climáticas áridas y, sobre todo, a una intensa presión antrópica debido a la
expansión urbanística de Corralejo.
La característica
más relevante del relieve del Norte de Fuerteventura es la presencia de la
alineación de Montaña Colorada-Bayuyo, compuesta por nueve conos volcánicos
dispuestos a lo largo de 5 km según la directriz estructural NE-SW. Las coladas
lávicas basálticas procedentes de estos aparatos volcánicos, especialmente de
Bayuyo, conforman un amplio malpaís, que no sólo incrementa la superficie
isleña en 110 km² sino que además produce importantes interferencias en los
litorales, fosilizando una paleocosta con depósitos marinos y un antiguo jable.
Sobre dicho malpaís los procesos marinos holocenos modelan en este sector un
acantilado de baja altura. Precisamente, el saladar se localiza sobre una depresión
excavada en dicho cantil activo, en concreto en el extremo N de la Hoya del
Caballo, donde las lavas disminuyen progresivamente de espesor hasta su
contacto con el mar en Bristol y la bahía de Corralejo.
Desde el punto de vista
morfológico, presentan un aspecto externo escoriáceo y muy caótico con
alternancia de pequeñas elevaciones de rocas desnudas por la erosión y
depresiones donde se acumulan materiales finos. Cabe destacar que el malpaís se
va revistiendo progresivamente, hasta alcanzar el veril de la costa, de arenas
bioclásticas de origen marino removilizadas allí donde la topografía y la
dirección dominante de los vientos lo permiten. Se trata de arenas pleistocenas
y holocenas con arcillas y polvo sahariano que formaban un manto eólico sin
solución de continuidad con el gran jable de Corralejo (Parque Natural de las
Dunas de Corralejo), antes de su fragmentación por la expansión urbana de dicha
localidad. Las arenas alcanzan mayor espesor en los espacios más llanos y en
las depresiones, cubriendo en muchas ocasiones por completo las lavas
basálticas, mientras que en las elevaciones pasan a un segundo plano o incluso
desaparecen.
En cuanto al
clima, conviene destacar la escasez de precipitaciones que se acentúa aún más si cabe en esta franja costera septentrional, donde
son inferiores a los 100 mm y hay además unas tasas de evapotranspiración muy altas que pueden superar los 800 mm anuales. A esto contribuyen
una elevada insolación y temperaturas suaves, a lo que hay que añadir en las
zonas costeras como el Bristol los intensos vientos y una elevada salinidad,
esto es, un ambiente muy restrictivo que dificulta incluso el desarrollo de la
vegetación halófila y xerófila adaptada a estos medios sometidos a un estrés hídrico
severo.
El Saladar de
Bristol, se encuentra en el piso bioclimático inframediterráneo inferior
desértico árido inferior, está formado por comunidades de plantas higrófilas,
halófilas, xerófilas y psamófilas que biogeográficamente se localizan en el
Sector Majorero de la Subprovincia Canaria Oriental. Su patrimonio vegetal más
significativo se integra en el ecosistema denominado “Matorral halófilo
termoatlántico” poco representado en la región macaronésica europea por la
escasez de franjas litorales llanas. Se trata de un hábitat caracterizado por
la asociación vegetal Salicornietea
fruticosae Br.-Bl. & Tüxen 1943, donde predominan los matorrales de quenopodiáceas
constituidos por formaciones leñosas perennes de suelos salinos. Si bien el área potencial para el conjunto de los saladares canarios se
calcula en una superficie de 362 ha, sin embargo, sólo se conservan 304 ha, al
emplazarse en zonas costeras sometidas a una fuerte presión antrópica, tal y
como sucede en Bristol. No obstante, son formaciones vegetales de un alto valor
e interés al representar ecosistemas de gran singularidad.
La riqueza y
diversidad vegetal del Charco de Bristol y su entorno, con presencia de
numerosos biotopos, están determinados por varios factores entre los cuales
cabe señalar la morfología del relieve, las características del sustrato, la
distancia a la costa y los procesos de deflación y sedimentación eólica. Así, a
poniente, en la parte superior de los callaos de toda la orla litoral y en su borde posterior se
desarrolla el denominado matorral halófilo costero de roca (Frankenio ericifoliae – Zygophylletum
fontanesii), asociación vegetal que se conserva en buena medida en el
cinturón rocoso de las costas áridas e hiperáridas de las islas orientales y de
Tenerife. Detrás aparecen sobre el recubrimiento arenoso-arcilloso las comunidades
propias de saladar: las asociaciones Zygophyllo
fontanesii – Arthrocnemetum macrostachyi (saladar genuino) y Frankenio capitatae – Suadetum verae
(saladar de mato moro). Una acumulación lávica de unos tres metros de altura
protege la depresión que alberga el saladar y pese a estar prácticamente
desprovista de vegetación por la falta de suelo y humedad edáfica, se halla
recubierta de líquenes, algunos ejemplares de Suaeda vera y especies propias del matorral nitrófilo árido de
sustitución.
Tales basaltos están atravesados por un canal natural de más de
100 m de largo, por el que el mar rompe la plataforma de abrasión labrada sobre
ellos e inunda la pequeña depresión del Bristol. Esta entrada de agua marina se
abre hacia poniente, donde la menor influencia del oleaje y de los vientos facilita
la deposición de lodos en el espacio intramareal y el desarrollo de Sarcocornia perennis. La asociación
característica de esta especie, a saber, la Sarcocornietum
perennis junto a las anteriormente mencionadas están definidas en la
Directiva de Hábitats de la Unión Europea como de interés comunitario.