El Saladar de Bristol: Patrimonio Vegetal, Estado de Conservación y Propuesta de Restauración (Corralejo, Fuerteventura, Islas Canarias)

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 Científicos reclaman la protección del Saladar de Bristol

Investigadores del Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo han publicado un estudio sobre el Saladar de Bristol (Corralejo, La Oliva, Fuerteventura), uno de los escasos espacios de este tipo en las Islas Canarias. La elaboración de dicho trabajo constituye una herramienta básica para la planificación territorial y la conservación del patrimonio puesto que contiene un inventario exhaustivo de sus formaciones vegetales y una cartografía detallada en la que se localiza incluso la ubicación de los diferentes taxones. No sólo eso, destaca su valor geomorfológico y paisajístico y realiza una propuesta de rehabilitación y conservación (apoyada en un mapa y en la caracterización y estado de conservación de su vegetación) encaminada a la declaración del lugar como “Sitio de Interés Científico”.

Salvador Beato Bergua, Miguel Ángel Poblete Piedrabuena y José Luis Marino Alfonso, autores del trabajo, se unen así a otros científicos que han mostrado su interés por la conservación del rico patrimonio natural y cultural majorero y, en concreto, de este lugar tan menospreciado como es la Charca de Bristol, a espaldas de Corralejo y su cuidada bahía, utilizado como escombrera y pista para vehículos durante muchos años, receptora de todo tipo de basuras arrojadas por el mar, el viento o sus visitantes con mascotas, que pisotean continuamente, sin saberlo, una formación vegetal única en la isla de Fuerteventura (Sarcocornietum perennis).



Por esto, y con el ánimo de alentar la protección contra nuevos atentados hacia nuestro patrimonio, les mostramos a continuación un resumen del estudio, publicado las pasadas semanas en el Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles y que ha sido enviado a las autoridades locales y regionales para contribuir a su puesta en valor y conservación frente a otros proyectos urbanizadores del litoral, un bien de todos y en constante peligro por las dinámicas económicas. Otro turismo también es posible, uno encaminado al respeto a los bienes naturales y culturales, a su defensa, a su disfrute e incluso a su investigación.


Por Salvador Beato Bergua, Miguel Ángel Poblete Piedrabuena, José Luis Marino Alfonso
Departamento de Geografía. Universidad de Oviedo.

 La declaración de Fuerteventura como Reserva de la Biosfera en el año 2009 ejemplifica la riqueza del patrimonio natural de la isla y su buen estado de conservación, disponiendo hasta la fecha de un total de 12 espacios protegidos bajo las figuras de Parque Natural (3), Monumento Natural (6), Parque Rural (1) y Paisaje protegido (2); 1 Sitio de Interés Científico (SIC), 9 zonas ZEPA y 12 ZEC. Sin embargo, el Saladar de Bristol debido a sus pequeñas dimensiones y a que se halla en la franja periurbana de Corralejo ha pasado desapercibido y no ha sido objeto de ninguna investigación específica, aunque sí aparece citado en investigaciones botánicas sobre especies concretas y en trabajos generales sobre la vegetación de la isla y el archipiélago canario, así como en catálogos medioambientales. 

Pese a su singularidad no se encuentra amparado bajo ninguna figura de protección, que sí se otorgó, en cambio, al Saladar de Jandía (Playa del Matorral), también en Fuerteventura, declarado SIC y ZEC por sus destacados valores naturales. Teniendo en cuenta que estos saladares costeros son un bien excepcional en las islas Canarias, los principales objetivos de esta investigación se centran en el análisis del patrimonio vegetal del Saladar de Bristol y su entorno, la determinación de su estado de conservación y finalmente la elaboración de medidas de restauración que sirvan de base para una adecuada gestión ambiental y uso racional.

El Saladar o Charco de Bristol, situado al N de la isla de Fuerteventura junto a la localidad de Corralejo, es una pequeña depresión litoral en el malpaís originado por las emisiones lávicas del volcán Bayuyo. Por el NE, una entrada de agua marina de escasos metros atraviesa los basaltos pleistocenos e inunda parcialmente la zona durante las pleamares, aportando continuamente sedimentos marinos y sales minerales que condicionan a las formaciones vegetales y modelan activamente el lugar. A estos aportes de agua salina hay que añadir los producidos por infiltración, salpicaduras de las olas y el spray marino, que contrastan de manera notable con los de agua dulce extremadamente escasos por el régimen de precipitaciones isleño y la inexistencia de cauces fluviales; si bien durante los episodios torrenciales puede evacuarse un volumen importante de la escorrentía procedente de las cercanías. Pese a que apenas tiene una extensión de 0,2 km2, no obstante, alberga una gran riqueza natural, integrado por diversos biotopos formados en el contacto entre el mar y la superficie terrestre, sobre un sustrato rocoso configurado tanto por materiales volcánicos como por arcillas, sedimentos marinos y eólicos; sometidos a unas condiciones climáticas áridas y, sobre todo, a una intensa presión antrópica debido a la expansión urbanística de Corralejo.


La característica más relevante del relieve del Norte de Fuerteventura es la presencia de la alineación de Montaña Colorada-Bayuyo, compuesta por nueve conos volcánicos dispuestos a lo largo de 5 km según la directriz estructural NE-SW. Las coladas lávicas basálticas procedentes de estos aparatos volcánicos, especialmente de Bayuyo, conforman un amplio malpaís, que no sólo incrementa la superficie isleña en 110 km² sino que además produce importantes interferencias en los litorales, fosilizando una paleocosta con depósitos marinos y un antiguo jable. Sobre dicho malpaís los procesos marinos holocenos modelan en este sector un acantilado de baja altura. Precisamente, el saladar se localiza sobre una depresión excavada en dicho cantil activo, en concreto en el extremo N de la Hoya del Caballo, donde las lavas disminuyen progresivamente de espesor hasta su contacto con el mar en Bristol y la bahía de Corralejo. 

Desde el punto de vista morfológico, presentan un aspecto externo escoriáceo y muy caótico con alternancia de pequeñas elevaciones de rocas desnudas por la erosión y depresiones donde se acumulan materiales finos. Cabe destacar que el malpaís se va revistiendo progresivamente, hasta alcanzar el veril de la costa, de arenas bioclásticas de origen marino removilizadas allí donde la topografía y la dirección dominante de los vientos lo permiten. Se trata de arenas pleistocenas y holocenas con arcillas y polvo sahariano que formaban un manto eólico sin solución de continuidad con el gran jable de Corralejo (Parque Natural de las Dunas de Corralejo), antes de su fragmentación por la expansión urbana de dicha localidad. Las arenas alcanzan mayor espesor en los espacios más llanos y en las depresiones, cubriendo en muchas ocasiones por completo las lavas basálticas, mientras que en las elevaciones pasan a un segundo plano o incluso desaparecen. 

En cuanto al clima, conviene destacar la escasez de precipitaciones que se acentúa aún más si cabe en esta franja costera septentrional, donde son inferiores a los 100 mm y hay además unas tasas de evapotranspiración muy altas que pueden superar los 800 mm anuales. A esto contribuyen una elevada insolación y temperaturas suaves, a lo que hay que añadir en las zonas costeras como el Bristol los intensos vientos y una elevada salinidad, esto es, un ambiente muy restrictivo que dificulta incluso el desarrollo de la vegetación halófila y xerófila adaptada a estos medios sometidos a un estrés hídrico severo.  

El Saladar de Bristol, se encuentra en el piso bioclimático inframediterráneo inferior desértico árido inferior, está formado por comunidades de plantas higrófilas, halófilas, xerófilas y psamófilas que biogeográficamente se localizan en el Sector Majorero de la Subprovincia Canaria Oriental. Su patrimonio vegetal más significativo se integra en el ecosistema denominado “Matorral halófilo termoatlántico” poco representado en la región macaronésica europea por la escasez de franjas litorales llanas. Se trata de un hábitat caracterizado por la asociación vegetal Salicornietea fruticosae Br.-Bl. & Tüxen 1943, donde predominan los matorrales de quenopodiáceas constituidos por formaciones leñosas perennes de suelos salinos. Si bien el área potencial para el conjunto de los saladares canarios se calcula en una superficie de 362 ha, sin embargo, sólo se conservan 304 ha, al emplazarse en zonas costeras sometidas a una fuerte presión antrópica, tal y como sucede en Bristol. No obstante, son formaciones vegetales de un alto valor e interés al representar ecosistemas de gran singularidad.

La riqueza y diversidad vegetal del Charco de Bristol y su entorno, con presencia de numerosos biotopos, están determinados por varios factores entre los cuales cabe señalar la morfología del relieve, las características del sustrato, la distancia a la costa y los procesos de deflación y sedimentación eólica. Así, a poniente, en la parte superior de los callaos de toda la orla litoral y en su borde posterior se desarrolla el denominado matorral halófilo costero de roca (Frankenio ericifoliae – Zygophylletum fontanesii), asociación vegetal que se conserva en buena medida en el cinturón rocoso de las costas áridas e hiperáridas de las islas orientales y de Tenerife. Detrás aparecen sobre el recubrimiento arenoso-arcilloso las comunidades propias de saladar: las asociaciones Zygophyllo fontanesii – Arthrocnemetum macrostachyi (saladar genuino) y Frankenio capitatae – Suadetum verae (saladar de mato moro). Una acumulación lávica de unos tres metros de altura protege la depresión que alberga el saladar y pese a estar prácticamente desprovista de vegetación por la falta de suelo y humedad edáfica, se halla recubierta de líquenes, algunos ejemplares de Suaeda vera y especies propias del matorral nitrófilo árido de sustitución. 

Tales basaltos están atravesados por un canal natural de más de 100 m de largo, por el que el mar rompe la plataforma de abrasión labrada sobre ellos e inunda la pequeña depresión del Bristol. Esta entrada de agua marina se abre hacia poniente, donde la menor influencia del oleaje y de los vientos facilita la deposición de lodos en el espacio intramareal y el desarrollo de Sarcocornia perennis. La asociación característica de esta especie, a saber, la Sarcocornietum perennis junto a las anteriormente mencionadas están definidas en la Directiva de Hábitats de la Unión Europea como de interés comunitario.



Esquema cartográfico de las comunidades vegetales del Saladar de Bristol


Tras la primera orla de vegetación del saladar propiamente dicho, aparecen hacia el S y el O las manchas más importantes de vegetación. Se corresponden de nuevo con Zygophyllo fontanesii – Arthrocnemetum macrostachyi y Frankenio capitatae – Suadetum verae que se desarrollan sobre esta área deprimida del malpaís entre 0 y 1 m de altitud, cubierta por arcillas y arenas y gran contenido salino. Por otro lado, la mayor energía de las aguas, en la terminación meridional del canal, atraviesa los callaos que lo bordean, generando una superficie tendida de arena que conecta con el espacio dunar situado al Este. La alteración antrópica es muy intensa en esta zona lo que explica que la fijación de las pequeñas dunas se produzca por matorrales de sustitución (Chenoleoideo tomentosae – Suaedetum mollis), que conviven con algunas plantas halófilas y otras especies ruderales fruticosas. La inclusión del saladar en el área urbana de Corralejo se plasma además en la deposición de un manto de picón con fines decorativos, en el que están presentes las comunidades mencionadas y especies de las asociaciones Salsolo kali – Cakiletum maritimae y Polycarpo – Nicotianetum glaucae. Finalmente, los diferentes matorrales de sustitución, nitrófilo árido y nitrófilo de mimos se explayan de forma creciente según nos alejamos del núcleo del saladar hacia el perímetro urbano.
En definitiva, la vegetación del saladar presenta la zonificación típica de estos humedales en relación directa con el nivel de tolerancia de las plantas a la inundación. Así, el orden desde el centro al exterior es el siguiente: saladar cespitoso encharcado, saladar genuino, saladar genuino con mato moro y saladar de matomoro.



Cliseries de vegetación del saladar de Bristol

A su vez, se puede establecer otra estructura de distribución en función de la influencia de la maresía y la tolerancia de las plantas a las sales. De este modo, situaríamos en primer lugar el matorral halófilo costero de roca y por detrás, en una segunda orla de vegetación, manchas prácticamente monoespecíficas de Suaeda vera, además de matorral nitrófilo de arenas o árido en función del sustrato y el nivel de antropización.

Se estima que Sarcocornia perennis se distribuye en cuatro cuadrículas UTM de 500 m de lado, esto es, diseminada por una superficie de 1,75 km² en Fuerteventura y en Lobos (Morales, 2009). Por otro lado, en una investigación de seguimiento llevada a cabo por Santana y Naranjo (2002) señalaban que tenía una extensión de 4.000 m² en la isla, es decir, en el Saladar de Bristol, pues es el único enclave de Fuerteventura; cifra que parece excesiva en función del área propicia para su desarrollo. En realidad, los datos que hemos obtenido durante las campañas de campo y los cálculos realizados mediante SIG arrojan una cifra de apenas 1.247 m². A tenor de lo expuesto se explica la fragilidad de esta especie y de su hábitat sumamente vulnerable, a lo que hay que sumar la elevada presión antrópica que se manifiesta en los desechos urbanos que devuelve el mar a la costa, los residuos de hidrocarburos, el trazado de sendas y el intenso pisoteo al tratarse de una zona de tránsito de personas y mascotas.

La comunidad Zygophyllo fontanesii – Arthrocnemetum macrostachyi as. nova. constituye la segunda orla del saladar ocupando el supraestero. Arthrocnemum macrostachyum también es una especie incluida dentro del Catálogo Canario de Especies Protegidas del año 2010, que figura como de interés especial para los ecosistemas canarios. En la evaluación de 2009 encargada por el gobierno canario, pese a que parecía presentar cierta estabilidad, se consideró que tenía una tendencia regresiva en virtud de los datos de décadas anteriores y de su localización en áreas de interés urbanístico.

Esta asociación haloanemógena rupestre litoral, ampliamente expandida sobre los acantilados y depósitos de cantos rodados de toda la costa majorera, tiene también gran presencia en Bristol. Se desarrolla en lugares donde puede recibir los aportes de salinidad que necesita directamente del mar pero sin ser inundada, en suelos de tipo leptosol lítico también severamente cargados de sales (Mora et al., 2009). Por lo tanto, los callaos depositados justo en el frente costero son su residencia preferida, al hallarse elevados por encima del nivel de las pleamares y sobre sustrato rocoso que drena fácilmente los aportes hídricos. La comunidad Frankenio capitatae – Zygophyllum fontanesii no forma manchas densas de vegetación más bien todo lo contrario, tratándose básicamente de individuos más o menos aislados y desperdigados.

Por otro lado, Limonium papillatum enriquece esta comunidad creciendo en la zona occidental bajo la influencia de los vientos dominantes y el spray marino, tanto sobre el callao como en sustrato arenoso y rocoso. La denominada “siempreviva zigzag” es un endemismo canario incluido en el Catálogo Canario de Especies Protegidas por su fragilidad ante la alteración de su hábitat. Es una planta muy característica, de pequeño porte (entre los 10 y 15 cm de altura), de ramas postradas e inflorescencias zigzagueantes y papilosas con florecillas rosadas y blanquecinas. Se presenta de forma dispersa observándose algunos individuos muy aislados sobre el callao y en menor medida tras éste, participando en otras asociaciones como las de los matorrales de sustitución.

A pesar de la riqueza del patrimonio vegetal del Saladar de Bristol y su relevancia regional, se han realizado actividades poco adecuadas para la conservación de los valores naturales y paisajísticos de este espacio. Debido, en parte, al desconocimiento de su valor e interés natural y por su situación en la “puerta falsa” de una localidad que construía su fachada en el lado opuesto (de cara a la bahía). No obstante, el factor responsable de la degradación, tanto de Bristol como de todas las zonas costeras canarias, en general, ha sido el modelo de desarrollo económico basado en el turismo de masas y la consecuente urbanización desorbitada, alterando los procesos ecológicos y provocando una pérdida de patrimonio natural y cultural.
 
Prácticamente todas las modificaciones territoriales recientes en la isla de Fuerteventura, también en el saladar de forma indirecta, tienen su origen en el auge turístico y sus repercusiones sobre la dinámica demográfica y económica. Según los datos proporcionados por el Instituto Canario de Estadística, el turismo en la isla ha experimentado una enorme progresión en las últimas décadas, recibiendo en 2014 más de dos millones de visitantes; superando así el récord histórico de 2011 con destinos principales en Corralejo y las playas de Sotavento. Esto se ha visto reflejado en los datos de población: el municipio de La Oliva, al que pertenece la localidad de Corralejo, desde 1900 a 1980 osciló entre 2.200 y 3.300 habitantes (ISTAC y el padrón municipal de habitantes) y sin embargo en 1990 sobrepasaba ya los 6.000 habitantes, merced a la llegada de trabajadores para satisfacer la demanda del sector servicios (hostelería y comercio) y la construcción. No obstante, el aumento más espectacular se produce entre los años 2000 y 2014, creciendo de 10.578 habitantes a 24.307. En este periodo, el mayor auge demográfico en La Oliva acontece en Corralejo que pasa de 6.075 a 16.319 habitantes, lo que representa una subida de más del 166 %.

Según muestran recientes estudios, este desarrollo demográfico y turístico y sus implicaciones económicas han tenido importantes repercusiones culturales, territoriales y paisajísticas en la isla. El núcleo urbano de Corralejo se ha expandido con el único impedimento de las fronteras naturales que imponían el mar y los relieves volcánicos. En concreto, se ha pasado de 6,72 ha construidas en 1969 a casi 321 ha ocupadas por edificaciones en 2009, extendiéndose hasta constreñir toda la demarcación del Parque Natural de las Dunas de Corralejo y condicionando así las dinámicas naturales que mantienen este espacio.

Por el noroeste, el territorio urbano también ha ido colonizando el espacio hasta adueñarse del Saladar de Bristol. Ya en las fotografías aéreas de 1981 (Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario) se observan los primeros bloques de apartamentos en las cercanías (hoy en el tramo final de la Avenida Juan Carlos I). En la misma imagen se aprecia la utilización de toda el área meridional del saladar como escombrera y depósito de materiales, en tanto que en fotogramas posteriores se observa incluso la extracción de arenas en el borde oriental. Tras el cese de estas actividades, los restos fueron extendidos recubriendo los depósitos originales, esto es, las arenas organógenas y arcillas, trastocando definitivamente el tapiz vegetal.

En la década de los noventa se puso en funcionamiento, al noroeste del Charco de Bristol, la planta desalinizadora de agua de Corralejo, mientras que al sur se construye el Instituto de Enseñanza Secundaria y se habilitan zonas de depósito y acopio de materiales para la construcción, así como vertidos de escombros y basura; cercando y englobando definitivamente este espacio al entorno urbano. Por otro lado, el extremo norte del saladar también albergó un conjunto de casetas fruto de una actividad pesquera de bajura, tal y como se aprecia en las fotografías aéreas del Vuelo Interministerial de 1981 y del Vuelo Nacional de 1984 (Instituto Geográfico Nacional). Tales construcciones ya no se observan en las imágenes del Vuelo de Costas de 1989 (Dirección General de Costas del Ministerio de Medio Ambiente) aunque aún hoy en día se conserva su impronta: restos de cimientos, hitos de hormigón y pistas de acceso.

En cualquier caso, el elemento más perturbador del Saladar de Bristol es la pista que lo atraviesa presente ya en 1945 como camino vecinal en la hoja nº 1092 del Mapa Topográfico Nacional a E. 1:50.000 del IGN. En la actualidad, se trata de un vial no asfaltado que bordea el norte de la isla de Fuerteventura desde el Faro del Tostón hasta Corralejo. Soporta un tráfico relativamente elevado por lo que el ayuntamiento lleva a cabo constantes labores de mantenimiento con maquinaria pesada. Esta pista atraviesa una de las comunidades vegetales más significativas del Charco de Bristol, esto es, el saladar genuino y permite además el acceso en coche a todos los puntos del saladar a través de las numerosos caminos que se derivan de él o directamente “campo a través”, donde la topografía lo permite.

El litoral es el ámbito geográfico de mayor fragilidad dentro del conjunto de la isla de Fuerteventura, que se acentúa aún más si cabe cuando se trata de humedales costeros de pequeñas dimensiones y con comunidades vegetales de pequeño porte, que apenas son apreciadas y además se hallan en el ámbito de crecimiento urbanístico de las ciudades turísticas. Tal es el caso del Saladar de Bristol sometido, como ya hemos visto, a un sinfín de amenazas que cuestionan su presente y vaticinan un futuro poco alentador, si las autoridades competentes no se apremian a adoptar medidas encaminadas a su recuperación y conservación. Dichas medidas han de tener como objetivo final la declaración del Charco de Bristol como Sitio de Interés Científico, jugando un papel activo en el conjunto de los recursos naturales para impulsar el desarrollo de sectores emergentes como el turismo de calidad, basado en la sostenibilidad y muy interesado por el conocimiento de la naturaleza y la dinámica del paisaje. Para tal fin elaboramos una propuesta de restauración distinguiendo 5 unidades: zona de exclusión, zonas de uso restringido (rehabilitación 1, rehabilitación 2 y rehabilitación 3) y zona de uso moderado. Terminado el proceso, la zonificación quedaría compuesta por una zona de exclusión y una zona de uso moderado. No obstante, se podría incluir toda el área cubierta por picón, al Este del Charco, como zona de uso general para albergar instalaciones, actividades y servicios. Los Sitios de Interés Científico son “lugares naturales, generalmente aislados y de reducida dimensión, donde existen elementos naturales de interés científico, especímenes o poblaciones animales o vegetales amenazadas de extinción o merecedoras de medidas específicas de conservación temporal” (Texto Refundido de las Leyes de Ordenación del Territorio de Canarias y de Espacios Naturales de Canarias, Decreto Legislativo 1/2000, de 8 de mayo), por lo que se presenta como la más adecuada en primera instancia. No obstante, su valor natural no se reduce a un único elemento sino que dentro de su patrimonio hay hábitats de interés comunitario y alta diversidad vegetal; así como diversos biotopos, geoformas, zonas de alimentación de aves y hábitats marinos supralitorales sedimentarios singulares en Fuerteventura. Además, el Saladar de Bristol y su entorno forman parte del patrimonio cultural majorero por sus restos arqueológicos y tradicionales y por su riqueza paisajística, por lo que cabría ampararlo bajo otras figuras de protección.


Referencias Bibliográficas :



BEATO BERGUA, S. et al (2014): «Las comunidades vegetales terrestres del Saladar de Bristol (Corralejo, Fuerteventura, Islas Canarias)» en CÁMARA, R., RODRÍGUEZ, B. y MURIEL, J. L. (eds.): Biogeografía de Sistemas Litorales. Dinámica y Conservación, Sevilla, Universidad de Sevilla, AGE.

  enlaces al abstract y al póster  




Así que, finalmente, desde el grupo i-Ge&ser ampliamos el trabajo y realizamos una propuesta de conservación de su patrimonio. La investigación fue enviada en verano de 2014 al Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE), revista científica indexada internacionalmente en el Social Science Citation Index. Tras pasar todos los trámites y la pertinente revisión de varios referees durante el invierno 2014-2015, se admitió para su publicación en el número 73, correspondiente al primer cuatrimestre del año 2017 (llevaban un gran retraso).  




La referencia bibliográfica es:
Salvador Beato Bergua, Miguel Ángel Poblete Piedrabuena y José Luis Marino Alonso (2017): “El Saladar de Bristol: patrimonio vegetal, estado de conservación y propuesta de restauración (Corralejo, Fuerteventura, Islas Canarias)”, Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 73 , págs. 223-246.