Si hay una frase que
acompaña desde tiempos inmemoriales a los jóvenes es la de: ustedes son el
futuro; y no es mentira, pero sí es equivocada. Esa frase debería modificarse y
ser ampliada con la coletilla “y también el presente”.
En estos años que corren,
donde la información y tecnología se actualiza y desarrolla a una velocidad
trepidante, los jóvenes hemos sabido adaptarnos a estos cambios, mientras que
las instituciones y las políticas de juventud se han quedado obsoletas,
ancladas en el pasado. Este país ha dejado de lado a nuestros jóvenes, y eso se
puede comprobar fácilmente. Según los últimos estudios que se conocen sobre
este asunto, el Estado Español es el segundo país de la Unión Europea con la tasa
de desempleo juvenil más alta con un 36,3%, solo superada por Grecia. También
nuestros jóvenes son los últimos de la UE en independizarse, 3 años más tarde que
la media europea de los 27 años y, además, contamos con la tasa de natalidad más
baja de Europa.
Y todos estos datos
negativos se deben claramente a la mala gestión de políticas de juventud. Los
jóvenes, para poder independizarse, debería destinar el 60% de su sueldo am
pagar una casa en propiedad y un 85% si decide vivir de alquiler, según
estudios realizados por el observatorio del Consejo de Juventud de España (CJE).
Esta situación se hace del todo inviable para cualquier joven en un país donde
el alto nivel de precariedad y los bajos salarios son el pan de cada día.
Por eso necesitamos una
renovación urgente de las políticas de juventud, donde se genere y mejore el
acceso a la vivienda juvenil, se aumenten las becas de estudios, se creen
programas de inserción laboral, las prácticas de formación profesional, etc.
Y para poder gestionar todo
esto, el Gobierno ha de cambiar el chip, y dejar de pensar en hacer políticas “para”
los jóvenes y hacer políticas “con” los jóvenes. Para poder entender sus
necesidades hay que hacerlos participes, no solamente escuchándolos, si no
haciendo que sean ellos los que definan las líneas a seguir para crear, desarrollar
y mejorar las políticas que determinen a todo el colectivo juvenil. Con esto se
conseguiría que nuestros jóvenes volvieran a creer en la clase política, la
cual, con las acciones generadas en los últimos tiempos, se han ganado
merecidamente ser la oveja negra de la sociedad actual.
También soy de los que
piensa que para que el Gobierno y demás instituciones generen buenas políticas
juveniles, las áreas de juventud de gobierno, consejerías y concejalías
deberían estar dirigidas por jóvenes, nadie mejor que ellos pueden comprender
las necesidades actuales de este colectivo.
Por eso creo que en Canarias
nos encontramos con la necesidad de crear y garantizar una Ley Canaria de
Juventud, novedosa, actual, integradora y social, donde se de cabida a las
nuevas tecnologías, a las redes sociales, se generen ramas de estudios y
formación orientadas a los nuevos sectores laborales que se están implementado
debido a los avances tecnológicos. Donde las universidades llamadas “publicas”
sean más accesibles y cuenten con mejores programas de becas.
Y sobre todo que
se trabaje en una ley inclusiva e igualitaria, donde cualquier joven se vea
reflejado en ella. En definitiva, una ley para todos los jóvenes de hoy. Porque
el futuro de Canarias está en las manos del presente de nuestros jóvenes, y
para eso necesitamos la actualización 3.0 de nuestra ley.
David Herrera Ginory es Vicesecretario
de Políticas de Juventud de los Jóvenes Nacionalistas de Canarias.