Crítica al Libro SENTIMIENTOS BAJO LA PIEL de Sebastián José Martín Yánez

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Por Ángel Díaz Arenas, filólogo

El que escribe estas líneas es un antípoda de las Islas Canarias, ya que nació hace muchos años también en una zona atlántica, pero –como dicho- lejana y antípoda de Canarias: Santander (Cantabria). Sin embargo, entre tantas zonas vistas y visitadas en una larga y algo ajetreada vida (Varadero, Punta Cana, Cancún, incluso playas de la oriental y lejana Taiwan) fue a parar un día en Las Palmas de Gran Canaria. Y esto como celebración de los cinco años de su hijo Daniel. Fue un viaje curioso e incluso con resultados imprevistos: un libro cantando a ese pobre poeta tan olvidado no sólo en Canarias, sino en la península e incluso en el mundo: Agustín Espinosa. Ocurrió así porque en la zona residencial y de villas en que se hospedó con su esposa (Birgit) y su único hijo (Daniel) conoció a un hijo de ese poeta tan olvidado, a Joaquín Espinosa Boissier, que al saber que un servidor era y es filólogo antes de despirnos me entregó su tarjeta de visita[1] y tres libros, dos de la autoría de su ya muy difunto padre –Lancelot, 28º - 7º  (edición de 1988[2]) y Crimen  (edición de 1985[3]), más uno antológico y crítico de Andrés Sánchez Robayna: Museo Atlántico (edición de 1983[4]). El producto de nuestra tarea dice Agustín Espinosa: El primer Surrealista Español (Vida, destino y obra)[5], mostrando y aclarando sus cubiertas lo siguiente:
 
  

Sin embargo, esta tarea no cesa aquí, sino que abarca –mirando hacia el pasado histórico- a Miguel de Unamuno y su estadía (no nos engañemos, poco vacacional y estival) en Fuerteventura, lo que hicimos en nuestra «“Casa-Museo Unamuno (Fuerteventura: Islas Canarias)”: Las agonías insulares de Miguel de Unamuno»[6], mostrando el siguiente soneto titulado:

Las agonías insulares de Miguel de Unamuno

Oh fuerteventurosa isla africana
sufrida y descarnada cual camello,
en tu mar compasiva vi el destello
del sino de mi patria. Mar que sana

con su sonrisa grave y casi humana
y cambia en suave gracia el atropello
con que un déspota vil ha puesto el sello
de su barbarie moribunda y vana;

Roca sedienta al sol, Fuertevenventura,
tesoro de salud y de nobleza,
que te libre el Señor de toda hartura,

pues del santo caudal de tu pobreza
para la España de mafiana, pura,
  he de sacar espiritual rique.

Es de pensar que este soneto no proviene exactamente de la pluma de Don Miguel, sino de la de Bruno Pérez Alemán y su libro Las agonías insulares de Miguel de Unamuno[7], cuya nota editorial de presentación informa: «En la presente edición, Bruno Pérez persevera en dos aspectos cruciales con relación al poeta-filósofo: el acercamiento a Unamuno como un signo cultural canario y el imaginario insular unamuniano. De la mirada del joven investigador Bruno Pérez no resultan excluidos aquellos escritos unamunianos que “aun refiriéndose a otras cuestiones, están condicionados por la relación que el filósofo mantuvo con la realidad canaria”, especialmente la de Fuerteventura que, a pesar de su pobreza (o por su ejemplar eticidad), no sólo suscitó en el escritor fecundas ideas sobre el estilo, sino la sobreabundancia de la creación lírica… Se ha repetido hasta la saciedad que fue una lástima que Unamuno no llegara a escribir un libro que ha llegado a ser famoso sólo por la prefijación de su título: Don Quijote en Fuerteventura[8]; sin embargo, algo de ese libro no escrito —y que tiene en don Miguel su principal protagonista—puede ser leído en este volumen que en clave quijotista ha organizado Bruno Pérez: es decir, en desacuerdo, acaso, con el propio don Miguel. Y unas pocas palabras más. He seguido la trayectoria de los estudios universitarios de Bruno Pérez; conozco su tesón y rigor. Tenemos su promesa de proseguir con el asunto de esta investigación. Cumplo con el ruego de que le acompañara en esta propuesta de edición; lo hago con agradecimiento y afecto».
De modo que en esas aventuras escriturales en algún momento recurrí a la colaboración de Sebastián Martín[9] (para los amigos nombrado „Chano“) que con fecha de 29.01.2018 me escribió para comunicarme: «Estimado Ángel: Igualmente te comento que se ha publicado el pasado 24 de Enero mi libro de poesías Sentimientos bajo la Piel, del cual me gustaría hacerte llegar un ejemplar y si lo consideras válido me gustaría que me hicieras un crítica del mismo que de tu profesionalidad, sea positiva o negativa la recibiré con gusto. Un abrazo. Sebastián Martín». Envío que me llegó por correo certificado con fecha del sábado 10 de febrero de 2018. Así que ahora manos a la obra.



1. Sentimientos bajo la piel

Un Sentimientos bajo la Piel[10] que consta exactamente 70 páginas, poseyendo 53 poemas que van devididos en tres partes: 1) Amor“ (págs. 7-36): 28, 2) Desamor“ (págs. 37-50): 10 y 3) Sentimientos“ (págs. 51-70): 15. Pero empecemos por la portada que es un “diseño de Fernando Letang” que representa a una ciclista cabello al viento que tiende su mano izquierda hacia el acompañante que la sigue y del que únicamente se ve la mano derecha y la parte anterior de la rueda delantera de su bicicleta y todo ello sobre un fondo algo nublado, nocturno y rojizo. Y ya que hemos hablado de nuestro Agustín Espinosa, Miguel de Unamuno y Fuerteventura abrimos nuestra lectura real del poemario con el poema que lleva como título «Fuerteventura» presente en la página 68 de Sentimientos“ y que dice:

Fuerteventura, eres mecida por los alisios,
Calmando el sol abrasador

      Fuerteventura, donde el mar da
Besos turquesa a tus costas

Fuerteventura, donde la luz reina,
    Mostrando un caleidoscopio de detalles

Fuerteventura, tierra árida, pero bella,
Como una mujer desnuda

Fuerteventura, donde baifos y cabras
      Pastorean libremente, esperando la apañada

Fuerteventura, romerías por toda la isla,
   y a la Viergen de La Peña, devoción

Fuerteventura, interminables playas,
  donde el sol se regodea en la arena

Fuerteventura, no posees grandes riquezas
   Pero tu mayor tesoro es quien te habita.

Éste es un poema descriptivo y paisajístico que habla de esa isla venturosa y brava, con fuertes vientos y playas extensas donde el caminante puede marchar durante horas alejándose del bullicio turístico de obesos alemanes que únicamente desean comer, beber y solearse mientras hablan mal de todo el mundo a su alrededor, olvidando completamente sus dos Guerras Mundiales y esos 70 millones de muertes consumadas en sólo tres años. El que escribe estas líneas recuerda y siempre recordará esa zona que va desde Morro Jable“ hasta Costa Calma“, ese “Morro Jable” que sí tiene que ver con una punta y que el turista piensa que significa “Punta de Sable” y que realmente significa “Punta de Arena” (en Santander tenemos una playa grandiosa que llamamos razonadamente “Puntal”) en base a la palabra francesa “sable”. Y evidentemente en el otro extremo esa “Costa Calma“ que tiene poco de calma y que, en el fondo, es el final de esa zona tan grata para el caminante; ya conocemos los versos de Antonio Machado[11]:

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

Este «Fuerteventura» es un poema compuesto de ocho (VIII) pareados, es decir, 16 versos, del que convienen destacarse tres términos muy canarios, “alisios” (verso 1), “baifos” (verso 9) y “apañada” (verso 10), sin olvidar a esa “Virgen de la Peña” (verso 12). El término  “alisios” se refiere a los vientos que soplan desde las zonas de altas presiones subtropicales hacia el área de bajas presiones ecuatoriales, éstos son los vientos que soplan y ventean en dirección nordeste en el hemisferio norte. El término “baifos” significa cría de la cabra que todavía está mamando, a saber, el cabrito. Mientras que la palabra “apañada” significa el buscar y agrupar las cabras que normalmente viven a su libre albedrío para formar los rebaños y repartirlas entre sus reales y respectivos dueños.

Siendo la “Virgen de la Peña” la Patrona de la isla de Fuerteventura, encontrándose entronizada en la Ermita de Nuestra Señora de la Peña situada en el Valle de la Vega de Río Palmas (Betancuria). Su historial cuenta que su imagen de la Virgen María, de alabastro y de autor anónimo, fue llevada a Fuerteventura por los conquistadores de Normandía en el siglo XV. Se trata de la imagen mariana más antigua que existe en Canarias siguiéndole a continuación la Virgen de las Nieves de la isla de La Palma y la Virgen del Pino de Gran Canaria. Aunque hasta el siglo XIX la imagen mariana más antigua era la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria de Tenerife, que era una talla del siglo XIII o anterior y fue encontrada por dos aborígenes guanches en 1390, desapareciendo en un desgraciado temporal en 1826.

La imagen de La Peñita“ como es llamada cariñosamente en la isla de Fuerteventura, es una obra maestra de pequeñas dimensiones, es una figura sencilla, de 23 cm de altura con el Infante situado en sus rodillas. Fue esculpida siguiendo los cánones del gótico francés. Se cree que fue traída de Francia por Juan de Béthencourt, y fue encontrada en una pequeña gruta al pie de una peña o pequeña montaña por San Diego de Alcalá y Fray Juan de San Torcaz, monjes franciscanos que residieron en el convento de Betancuria. Se cree que la imagen pudo estar entronizada en la parroquia de Betancuria, de la que hubo de ser salvada y escondida cuando el pirata Jabán destruyó la Villa de Betancuria, para años después ser descubierta en la cuevita bajo la peña. Fué hacia la segunda mitad del siglo XVII en el que adquiere el patronazgo de Fuerteventura, aunque de manera compartida con la antigua patrona de la isla, la Purísima Concepción, debido a un acuerdo cabildicio.

Actualmente la talla de La Peña se encuentra situada en la hornacina central del retablo mayor de la referida ermita de la Vega de Río Palmas, colocada sobre un pedestal dorado y enmarcada por un sol de plata y una media luna dorada. La hornacina que da cobijo a la imagen está decorada con molduras, rocalla y rodeada de inscripciones latinas. La imagen de La Peña presenta los ojos cerrados y roturas en su mano izquierda, y en la cabeza y brazo del niño, hechos que explica la tradición piadosa señalando que la Virgen cerró los ojos para no ver cómo una mora loca mutilaba a su hijo.

Evidentemente el que escribe estas líneas se pregunta por la razón por la que figura este poema en esta parte denominada Sentimientos“, lo mismo que otros rememorativos de lugares y experiencias vividas como «México» (pág. 69), etc. También conviene señalar que este poema se cierra con un pareado que dice:

Fuerteventura, no posees grandes riquezas
               Pero tu mayor tesoro es quien te habita.

Debido a que los labradores de la tierra han vendido ésta por millones y han convertido la isla en un núcleo turístico que forestal y agricolamente está muerto y que el día que el turismo desparezca será una ruina (una Siria sin guerra) completa de hoteles y edificios en pena y abandonados como todos esos edificios iniciados y nunca terminados que asoman sus esqueletos por los lugares más bellos y pintorescos de la isla; cuando llegue ese momento no serás Fuerteventura, sino Malaventura. 

1.1. Presentación pública del poemario

Conviene señalar que este poemario fue presentado en El salón de actos del Archivo General Insular de Fuerteventura el miércoles, 24 de enero, a las 20.00 horas de 2017“[12], cuya nota de presentación anuncia:

El salón de actos del Archivo General Insular de Fuerteventura acoge este miércoles, 24 de enero, a las 20.00 horas, la presentación del libro de poemas ‘Sentimientos bajo la piel’ del autor Sebastián Martín Yánez. La obra es una colección de poesías dividida en tres secciones: 1) amor, 2) desamor y 3) sentimientos. Con este libro, Martín Yánez hace un recorrido por los acontecimientos que le han marcado en su vida, desde el primer poema que escribió a la edad de quince años, en el que refleja sus sentimientos acerca de la muerte de su mejor amigo, hasta el último escrito referente a la muerte de su madre. Sebastián Martín Yánez nace en Las Palmas de Gran Canaria. Una vez terminado sus estudios, se desplaza a Venezuela, donde reside por nueve años, trasladándose posteriormente a Fuerteventura. El autor ha alternado Canarias con la estancia en otros países como República Dominicana, Miami y México.

Importante es ya señalar que el primero de éstos se titula «Amor fugaz» (pág. 9), diciendo el título de su último «Mamá» (pág. 70), es decir, dos extremos de muerte que encierran y enmarcan los otros 51 restantes entre dos cadáveres, tumbas y dolor. Razón que invita a iniciar nuestra lectura y escrito con algo alegre y positivo

1.1.1. El Amor

Apartado del poemario que ilustramos con su poema final, 28 (pág. 36) que se titula «Viniste hacia mí» y dice:

Viniste hacia mí...
Ahuyentando las heridas del alma
        Nada me hizo tanto bien
             Incluso volví a reír.

Sentir tu calidez
        Hasta estar en el cielo
          A salir del infierno
    A creer en la vida de nuevo

Sentir a borbotones
Vahos de gratitudes
        A querer gritar mi júbilo

     Nada me haría más feliz que
Incluirte para siempre a  mi vida.

Su forma en cuatro (IV) estrofas, dos (II) cuartetos, un (I) terceto y un (I) pareado final, es decir contenedor de 13 versos que podría determinarse como un soneto truncado al que le falta el verso 14. Es un poema final del amor y un recuerdo para «Incluirte para siempre a  mi vida». Tal vez sea el saldo de la parte amorosa del poeta que se despide del amor para siempre y que le conduce al

1.1.2. Desamor

A saber a la segunda parte de su poemario que naturalmente se inicia con un  «Amor perdido» (pág. 39), cuya textualidad dice y cuenta:

Cuantas veces en ti he pensado
      Desde un rincón lejano

      En un esperar vano,
Sin que nada haya logrado

Recuerdo tus cabellos,
   Recuerdo tu risa,
   Recuerdo tus besos
Recuerdo el amor perdido

No me quieres a mí
 Como a un amado
Solo como a un amigo

Pero te recordaré
 Como la ilusión
  De un pasado

Quisiera arrancar tu recuerdo
        de mi corazón ahora,
   que aún no está enraizado

         Y no más tarde
Cuando sea más dificil todavía,
      Arranca del pensamiento
Y del corazón, este amor perdido.

Poema este que se compone de siete (VII) estrofas y 21 versos, y que habla de recordar y pensar un amor pasado y perdido (texto de la añoranza) y que acredita y justifica esa sección del poemario titulada «Desamor», a saber, fin del amor o perdida del  amor. Poema que habla del recuerdo del amor, de un amor pasado y cerrado. Poema del «Desamor» al que sumamos uno que se titula «Mentiras» (pág. 48) y cuya textualidad expresa:

Me dices que me amas
 Te digo que te quiero

 Para qué decirnos esto
Si nuestros sentimientos
Dicen que no nos queremos

Y lo que realmente nos une
             Es el deseo.

Poema de sólo siete (7) versos y tres (III) estrofas, I) un pareado, II) un terceto y III) un pareado, versos que  cantan el desamor, pero que marcan (curiosamente) el deseo y tal vez la pasión. Los textos que estamos viendo son escritos de poco contenido, tal vez el amor apasionado o frío no necesiten muchas palabras (sólo actos y reacciones): sólo hacen falta cuerpos, sensaciones y cercanía o lejanía. Son amores que «Volaron» (pág. 50) y cuyo volar cuenta:

   Volaron, aquellos pájaros
Volaron, para no volver jamás
   Volaron como mi amor
    Que ni siquiera se posó

Volaron y no volverán jamás
   Volaron como mi ilusión
       Que jamás se realizó

En el horizonte se perdieron
      Y tú con ellos también
Volaron y no volvieron jamás.

Este poemita de sólo tres (III) estrofas y diez (10) versos, un cuarteto y dos tercetos, es breve en su extensión, pero rico en su mensaje y verdaderamente corresponde al título del apartado que lo contiene y transporta: «Desamor». Pero impregnado de una imagen becqueriana, de ese sevillano y andaluz, Gustavo Adolfo Bécquer[13], y su  «Rima LIII», cuyos sus ocho (8) primeros versos y dos (II) cuartestos iniciales cuentan:

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!

Veamos ese verso 5: «Volaron y no volverán jamás». Es un poema del fracaso del amor «Que jamás se realizó» (estrofa II, verso 7) y que de algún modo nos conduce al tercer apartado del poemario

1.1.3. Sentimientos

Su primer poema se titula «Amigos» (pág. 53) y cuenta:

     Hoy de nuevo he encontrado amigos,
Amigos que me hacen pasar el tiempo mejor

         Pasando momentos agradables,
Olvidándonos de lo que hemos dejado atrás

Contándonos nuestras alegrías y penas,
Como si quisiéramos olvidarnos de ellas

Amigos, con sus cosas malas y buenas
      Pero amigos con los cuales
  Podremos pasar una vida mejor.

Éste es un poema de la amistad final que se compone de cuatro (IV) estrofas y nueve (9) versos en él la palabra “pasar” se repite tres (3) veces: 1) verso 2, “pasar”, 2) verso 3, “Pasando” y 3) verso 9, “pasar”. Es decir, que es un poema que marca el final y ese versos último, “Podremos pasar una vida mejor”, que conducen de algún modo a la muerte y al

1.1.4. Final

Esto quiere decir que después de haber pasado brevemente revista a “Las agonías insulares de Miguel de Unamuno”, de haber visto «Fuerteventura», ese (1.1.1. El Amor) «Viniste hacia mí», pasando por (1.1.2. Desamor) el «Amor perdido», con sus «Mentiras» e incluso ese «Volaron» (sin golondrinas), llegan (1.1.3. Sentimientos) los «Amigos» que nos acompañan hacia ese (1.1.4. Final), final ya presente en el poema primero, «Amor fugaz» (pág. 9), poema de tres (III) estrofas y nueve (9) versos, cuyo terceto final dice:

    Amor fugaz, es lo que quisiste
    Amor fugaz, es lo que me diste
Amor fugaz, es lo único que tuvimos.

Y el poemario se cierra con ese «Mamá» (pág. 70), escrito de doce (12) versos y tres (III) estrofas, cuyos dos últimos versos (11-12) confiesan y anuncian:

        Ahora no cuento con tu presencia
Pero permanecerás para siempre junto a mí.

Ésta es la presentación que hacemos de este poemario y algo de su contenido y mensaje. Conviene verlo como una pista a seguir y un paso inicial para que se imite, se mejore y profundice lo aquí dicho y contado. Es de esperar que el poeta cierre su obra poética con otros poemas que hablen de una vida transcurrida, apacible y por qué no con  un nuevo amor acompañante final. Así se lo deseamos. Suerte Sebastián.








    [1] Que dice: “Joaquín Espinosa Boissier. Abogado. avda. 1.° de mayo, 39-1.° teléfono 371192. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA”. En las bases digitales existe esta misma dirección, pero con pequeñas variantes; véase: Joaquin Espinosa Boissier. Avenida Primero De Mayo 39. Las Palmas de Gran Canaria. Las Palmas. España. Tel.: _34 928 37 11 92. Persona y personalidad canaria de la que un servidor nunca obtuvo noticias.
    [2] Agustín Espinosa (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1897-Los Realejos, Tenerife, 1939)): Lancelot, 28º - 7º [Guía integral de una isla atlántica], (Tenerife, 1988). Edición de Nilo Palenzuela (*1958). Editorial Interinsular Canaria.
    [3] Agustín Espinosa: Crimen, (Tenerife, 1985). Edición de Miguel Pérez Corrales (*1955). Editorial Interinsular Canaria.
    [4] Andrés Sánchez Robayna (Santa Brígida, Gran Canaria, España, *1952) es un poeta español que asimismo es ensayista y traductor de poesía; los datos de su libro dicen: Museo Atlántico. Antología de la poesía canaria, (Tenerife, 1983). Editorial Interinsular Canaria.
    [5] Ángel Díaz Arenas (Santander, *1937): Agustín Espinosa: El primer Surrealista Español (Vida, destino y obra), (Vigo, 2015). Editorial Academia del Hispanismo.
    [6] «“Casa-Museo Unamuno (Fuerteventura: Islas Canarias)”: Las agonías insulares de Miguel de Unamuno», en: Fuerteventura.digital, (Puerto Rosario/ Fuerteventura, 2017). Fuerteventura (Islas Canarias). Fuerteventura digital: http://www.fuerteventuradigital.net/2016/09/museo-dedicado-do n-miguel-de-unamuno-en.html.
    [7] Bruno Pérez Alemán: Las agonías insulares de Miguel de Unamuno, (Madrid, 2010). Anroart Ediciones.
    [8] Véase un ejemplo de Enrique Lópiz: Don Quijote en Fuerteventura, (Múnich, 2013). United Nations Editorial, libro sobre el que puede leerse el artículo de Alfonso Domingo Quintero titulado «Don Quijote en Fuerteventura» [en: El perseguidor, Diario de Avisos de Tenerife,  (Tenerife, domingo 14 de julio de 2013/martes, 14 de octubre de 2014)], quien escribe: “La imaginación es una de las facultades que el escritor pone en funcionamiento a la hora de crear. En este sentido, Miguel de Unamuno quiso que don Quijote pasara en Fuerteventura una de sus aventuras. Una aventura a la que podemos denominar de penitencia, pues la ficción que nos propone el poeta filósofo es que don Quijote buscó la soledad que propicia la meditación en Fuerteventura, como la buscó también en Sierra Morena imitando al caballero Amadís de Gaula. Pero, ¿qué encontraría don Quijote en Fuerteventura? Posiblemente lo mismo que encontró Miguel de Unamuno: una isla que nos interpela y que nos obliga a ponernos delante de nosotros mismos, sin engaños. Una sinceridad que emana del convento franciscano de Betancuria, y que se afirma en el paisaje esencial de la isla. Don Quijote en Fuerteventura fue el título que Unamuno eligió para el libro que debió dar cuenta de esta aventura fuerteventurosa, pero no lo escribió. Quedó en simple proyecto. Quizá escribiera algunas notas en su pequeño despacho en el Hotel Fuerteventura donde se hospedó durante su estancia en Puerto Cabras; o quizá esbozara el plan general de la obra en las tertulias con Ramón Castañeida, en cuya biblioteca familiar se dedicó por cierto a la lectura de Benito Pérez Galdós. No lo sabemos. Pero sí sabemos que estuvo entre sus propósitos vincular para siempre a don Quijote con Fuerteventura. ¿Lo consiguió? Es difícil de evaluar el éxito que ha tenido esta propuesta en las letras canarias, y puede que sea la razón para otro artículo. Lo que sí sabemos es que Fuerteventura influyó profundamente en Miguel de Unamuno. Sus libros De Fuerteventura a París, Por tierras de Portugal y España y Cómo se hace una novela dejan a las claras lo importante que para el escritor vasco fue su experiencia como exiliado en Fuerteventura. Se podría escribir largamente sobre esta experiencia, reflexionando en uno u otro detalle, pero quisiera sólo remitirme a la siguiente afirmación de Unamuno en su libro Alrededor del estilo: «Allí [Fuerteventura] empecé a comprender y sentir la música, a la que he sido siempre retuso. E inserté esas apuntaciones sobre el estilo de la voz, sobre la personalidad de la voz, sobre la esencia espiritual de la voz, oyendo el mar, que es voz, y voz más que humana...»” El artículo sigue y el que lo desee puede seguir leyéndolo; los datos editoriales rezan más arriba.

    [9] Véase la entrevista que me realizó en el mes de mayo de 2017 en el „Club Jandía Princess Resort“ de Jandía, cuyo título dice «Interiorizando con Angel Diaz Arenas», en: YouTube, (Fuerteventura, Puerto Rosario, 2017). https://www.youtube.com/watch?v=oPGaOWJbNKA.
    [10] Sebastián Martín Yánez: Sentimientos bajo la Piel, (Puerto del Rosario, 2017). Archivo General Insular de Fuerteventura. Servicio de Publicaciones.
    [11] Véase sobre el tema nuestro Antonio Machado: Poesía y vida. Obra y poética, (Vigo, 2017). Editorial Academia del Hispanismo.
    [12] El Archivo Insular acoge la presentación del libro ‘Sentimientos bajo la piel’ de Sebastián Martín Yánez: libro_sentimientos_bajo_piel, (Puerto Rosario, 22 enero, 2018).
    [13] Véase nuestro «Gustavo Adolfo Bécquer», en: Fin de ‘El largo viaje’ de Jorge Semprún: Vida, obra, méritos, familia, Santander, exilio, textos, premios, lenguas y voces, (Frankfurt am Main, 2016), págs. 305-313. Peter Lang Edition.