En Fuerteventura El Molino de los Acosta vuelve a funcionar tras casi medio siglo

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El Molino de El Durazno, también llamado Molino de Los Acosta, volvió a moler gofio este sábado desde que dejara de funcionar en la década de los años 50 del siglo pasado. Esta estructura, declarada Bien de Interés Cultural en 1994 en la categoría de Monumento, pertenece en la actualidad a Domingo Acosta, que lo heredó de su padre José 'Pepito' Acosta, y éste a su vez de Baltasar Acosta; y así hasta principios del siglo XIX en que el molino está en manos de la familia.


Tras finalizar la rehabilitación impulsada por el Cabildo de Fuerteventura, este pasado sábado volvieron a ver funcionar el Molino de El Durazno numerosos vecinos y familiares de los Acosta, que se congregaron junto al presidente del Cabildo, Mario Cabrera, y los consejeros que han impulsado el proyecto desde las consejerías de Patrimonio Histórico, Genara Ruiz, e Infraestructuras,  Manuel Miranda, para contemplar el funcionamiento del inmueble.

Junto a sus hermanos Mauro y Baltasar, el actual propietario Domingo Acosta, conocido como 'Gonzalo', se dirigió a los presentes para realizar un recorrido por la historia de este molino. "El molino dejó de funcionar en los años 50, cuando mi padre bajó la piedra para picarla pero nunca la volvimos a colocar. A finales de los años 70 decidí volver a levantarlo con la ayuda de mi primo Daniel Carballo Acosta, y sobre todo la colaboración desinteresada de los carpinteros Pepito Melián y Manolo Padrón, que restauraron todas las piezas".

"Alrededor del año 1982 el molino quedó listo, pero por motivos laborales me tuve que desplazar a Gran Canaria" –Domingo 'Gonzalo' Acosta es militar retirado-, de manera que el molino no pudo nunca pudo ponerse en funcionamiento puesto que, en 1995, un año después de su declaración como BIC, el temporal del Delta volvió a derruir el molino, cuyo deterioro no se vio interrumpido ya hasta el inicio de la restauración iniciada por el Cabildo en julio de 2010 dentro de su programa de recuperación de bienes culturales, patrimoniales y de interés etnográfico en toda la Isla.

Domingo Gonzalo recuerda como con la muerte de su madre "en el año 42, nos vinimos a vivir aquí. Mi padre se volvió a casar y tuvo otros tres hijos, así que con el crecimiento de la familia mis hermanos y yo teníamos que dormir en el cabuco", que es el cuartito situado en la planta baja del molino.

En los años en que los Acosta mantenían el molino en funcionamiento "venía a moler el grano gente de La Vega de Río Palmas, Triquivijate, Betancuria o la Rosa del Taro. Normalmente se molía trigo, cebada y también millo del pequeño o 'rolón', pero en menor medida. En los mejores días de viento, podíamos llegar a sacar hasta 20 sacos de grano molido", declaró Acosta.

El presidente del Cabildo, Mario Cabrera, el alcalde de Antigua, Gustavo Berriel y la consejera de Cultura y Patrimonio del Cabildo, Genara Ruiz, junto a Domingo Acosta, se dirigieron el sábado al público congregado alrededor del molino para explicar la motivación y los detalles de esta restauración que ha sido impulsada con personal y materiales aportados íntegramente desde la primera institución insular.

Señales. Antiguamente, el molinero colocaba las aspas de diferentes maneras para comunicar a los vecinos la disponibilidad del molino. Una vela rizada a media aspa en lo alto, con las aspas en forma de cruz, indicaba que el molino no tenía molienda y que por lo tanto cualquier agricultor o vecino podía acercarse a moler su grano sin guardar la vez. Si el molinero recogía la vela más alta hasta el extremo del aspa, significaba que se encontraba 'picando' la piedra de moler, con lo que el molino quedaba fuera de servicio temporalmente. La primera molienda después del picado se hacía con granos del molinero para limpiar las muelas de la 'picadura'.

Características. El Molino de El Durazno tiene 4 aspas (otros tienen 6), que transmiten la fuerza del viento a un husillo de 8 rodillos a través de los 48 dientes de la rueda dentada. Esto significa que con cada vuelta que dan las aspas, la piedra de moler gira en 6 ocasiones. La piedra de moler de este molino es relativamente liviana, pues no llega a la tonelada de peso.




Restauración del Molino de El Durazno o de Los Acosta

La restauración del Molino de El Durazno, conocido como Molino de Los Acosta, es un proyecto del Cabildo impulsado desde la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico que ha ejecutado la Consejería de Infraestructuras y Ordenación del Territorio. Esta acción forma del plan de restauración de los 23 molinos y molinas que en Fuerteventura están declarados Bien de Interés Cultural.

Los carpinteros del Cabildo se han encargado de recuperar todas las piezas deterioradas con el tiempo o destruidas con el temporal del Delta de 1995. La estructura principal de la maquinaria de molturación, conformada  por el altar, la rueda dentada y el eje, fue colocada en el interior de la torre del molino en diciembre. Inmediatamente después, se procedió a colocar el anillo en la circunferencia de la torre, y sobre éste en las semanas posteriores, los carpinteros construyeron el capacete manualmente, madera a madera. Antes de esta instalación, se ubicaron en la planta superior del molino las dos piedras de moler originales.

La operación tuvo lugar en las afueras de Antigua, allí donde se encuentra el molino. Para la ejecución del proyecto los carpinteros se han valido de las técnicas de carpintería artesanal para ir restaurando o construyendo en sus talleres, una a una, piezas de hierro y madera como el 'rabo' o timón, las aspas, el husillo, la lavija, la tolva, la canaleja, el cangrejo, las muelas, etc.

Plan de restauración. A lo largo de los años, el Cabildo de Fuerteventura ha ido incorporando a su patrimonio los diferentes molinos y molinas que se encuentran distribuidos por todo el territorio insular, hasta contar en la actualidad con 14 de los 23 que han sido catalogados como BIC, en la categoría de monumento, según el Decreto 162/1994, de 29 de julio del Gobierno de Canarias.

El Cabildo ha restaurado doce de estos molinos y molinas que son de su propiedad e impulsado la rehabilitación de otros que pertenecen a vecinos y particulares, como es el caso concreto del Molino de El Durazno, entre otros.

Referencia Histórica. Los molinos de viento han pasado a formar parte del paisaje majorero, como testigos mudos de un pasado en el que desempeñaron un importante papel económico. En Fuerteventura se fueron construyendo a lo largo de la geografía insular, especialmente en la zona centro-norte, desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, y en respuesta a las necesidades climáticas y socioeconómicas de la Isla. La presencia constante de los vientos alisios, que constituían su fuente de energía, y la tradicional economía cerealista de la Isla, favorecieron la implantación de estas edificaciones.

El molino de viento proporcionó enormes ventajas en la molturación de granos, aunque su introducción y proliferación no determinó el abandono de los sistemas de molienda más antiguos, como el molino de mano o la tahona (de tracción animal).