Muchas gracias a todas las personas que esforzándose en su trabajo, sea el que sea, están consiguiendo que nuestra sociedad pueda vencer a esta enfermedad que busca arrinconarnos para destruirnos. En Fuerteventura tenemos muchos ejemplos en sanidad, seguridad, limpieza, comercio, atención social, sector primario, transporte, etc.
Muchas gracias a tantas personas que han sacrificado todo para recluirse entre cuatro paredes. Allí casi sufren más pensando en el desempleo y la crisis que vendrá, que en el agresivo COVID19. En Fuerteventura lo estamos viviendo ya.
Pero permítanme que hoy me centre en los y las docentes. Compañeros y compañeras que han tenido que afrontar su trabajo desde casa de un día para otro, intentando sobrellevar la improvisación de quienes mandan, con la mejor de las actitudes posibles. Hay cientos en Fuerteventura.
Mientras las informaciones hablaban de una pandemia que se extendía por Italia, todos seguíamos acudiendo a nuestros cetros educativos sin ningún tipo de indicación política sobre cómo actuar.
Cuando decidieron cerrar los centros educativos, porque la evidencia ya obligaba, lo hicieron sin dar instrucciones políticas claras, más allá del consabido repasar, repasar... y no avanzar.
Las herramientas que se nos facilitaron como gran novedad fueron un acceso a una sala de videoconferencias y a un repositorio de recursos en la web, que ya existían desde hace años.
Y con ello debíamos encarar desde nuestro propio domicilio y en medio del confinamiento, la localización del alumnado, su activación y participación, la implicación de los padres y tutores (acosados también por la incertidumbre del momento); y, desde este pasado viernes, toda una retahíla de burocracia ‘on line’ con la que más bien parece que se busca controlar al profesorado que facilitar la eficacia de su labor docente.
Y lo peor de todo es que la dirección política de la Consejería llama dinosaurios” a profesionales que desde su propio hogar, con sus propios recursos técnicos, emplean toda la energía, la inteligencia y el tiempo del mundo en intentar llegar lo mejor posible a su alumnado.
Nos llama ‘dinosaurios’, porque no sabe de lo que habla.
No sabe nada de compañeros y compañeras colgados al teléfono (al suyo particular, no al de la Consejería) horas y horas, intentando localizar y ayudar al alumnado. No tiene ni idea de las gestiones hechas ante los padres para buscar la colaboración. Desconoce el seguimiento diario, individualizado de cada alumno y alumna. Ignora lo que es intentar enriquecer la docencia en medio de un confinamiento, con familia, niños pequeños y múltiples problemas en casa.
Quien nos llama “dinosaurios” en realidad se muestra insensible ante compañeros y compañeras que, como pasa en Fuerteventura, el confinamiento los pilló lejos de sus familias, padres mayores, hijos menores… porque simplemente viven en otra Isla o en la Península.
No tiene ni idea de lo que significa estar confinados solo, en un minúsculo apartamento, con un ojo puesto en tu familia a distancia, y el otro en el alumnado disperso por sus hogares.
O hacerlo intentando atender al mismo tiempo a hijos y familia, en el mismo espacio, y siempre con la mejor actitud posible.
No, el profesorado que en medio de esta crisis está intentando reaccionar eficazmente para atender las necesidad del alumnado, y al mismo tiempo rellenar las casillas de la burocracia de este sistema educativo, no son “dinosaurios”. Mis compañeros y compañeras son auténticos héroes.
Muchas gracias a todos y todas.
Lola García.
Maestra y portavoz de AM-CC en el Cabildo de Fuerteventura.