El acto de apertura
de este antiguo inmueble rehabilitado congregó hoy a las autoridades de la
Isla, ilustres defensores del proyecto de Chillida, a los hijos de los autores
del proyecto y a vecinos de la localidad
22
de marzo de 2015
El
yacimiento arqueológico más importante de Canarias que constituyen los más de 300
grabados podomorfos que pueblan la Montaña de Tindaya, y el proyecto escultórico
ideado por el artista Eduardo Chillida, pueden coexistir en armonía. Este mensaje
se desprende de la apertura hoy de la Casa Alta de Tindaya, inmueble singular
en arquitectura majorera del siglo XVIII rehabilitado por el Cabildo de
Fuerteventura que a partir de ahora abre sus puertas como centro de visitantes
dedicado dos temas fundamentales, la divulgación del Monumento Natural de la Montaña
de Tindaya y todo su entorno, y el conocimiento del proyecto ideado por el
escultor vasco en su interior.
El grupo
de podomorfos desprendidos del yacimiento que se encontraban bajo custodia del
Cabildo para su conservación se exponen en la sala principal del edificio, junto a un
recorrido audiovisual e interpretativo de la escultura de Chillida, cuya ejecución
ocuparía en el interior de la montaña un 0,3 % de su volumen, son los
principales atractivos que se exponen en el inmueble rehabilitado. La
magia que atribuyeron los aborígenes a la montaña, junto a las leyendas y
misterios que acompañaron a los vecinos en los siglos posteriores, estuvieron
también presentes.
La
lluvia, siembre un buen augurio en Fuerteventura, se hizo sentir también en un
acto al que asistieron representantes institucionales del Cabildo, de La Oliva y el
resto de la Isla, vecinos del municipio, o los autores de los proyectos tanto
de la casa como del proyecto escultórico. Entre estos últimos, estuvieron el
hijo de Eduardo Chillida, Luis Chillida, y Lorenzo Fernández Ordóñez, hijo también
del ingeniero que colaboraba con el escultor vasco y que ha continuado al
frente del proyecto técnico. Entre los vecinos, destacó la presencia de
Silvestre de León y Arístides Hernández como históricos defensores del
proyecto, o de Feliciano Montelongo, vecino de Tindaya nacido en 1915 y último
morador de la vivienda hasta la Guerra Civil.
Declaraciones
Mario
Cabrera, presidente del Cabildo: "La apertura de este edificio como centro
de interpretación de Tindaya está pensada para ayudar a poner en valor los
elementos culturales, patrimoniales y naturales de todo el entorno del pueblo y
la montaña, con una atención especial al Proyecto Monumental de Eduardo
Chillida".
Arístides
Hernández, Medalla de Oro de Canarias, Hijo Adoptivo de Fuerteventura y representante
de la plataforma en favor del proyecto de Chillida: "queremos felicitar al
Cabildo y a su presidente por esta magnífica restauración y por seguir
impulsando el proyecto de Eduardo Chillida y dándolo a conocer a través de este
centro de interpretación".
Luis
Chillida, hijo de Eduardo Chillida: "Mi padre estaría muy contento de ver
cómo se sigue avanzando hacia su sueño. Todas las utopías son difíciles y
complicadas de alcanzar, por eso hay que ser constantes e ir paso a paso. Mi
padre comenzó a idear este proyecto desde los años 70 y lo único que nos dijo a
nosotros es que ésta sería su última obra, y nos encomendó que intentáramos
darle continuidad a su sueño utópico para hacerlo realidad en un lugar único
como es Tindaya”.
Juan
Jiménez, consejero de Cultura y
Patrimonio Histórico del Cabildo: "es
una restauración muy importante en un inmueble del siglo XVIII, que permitirá
conocer mejor todos los valores naturales, arqueológicos y culturales
relacionados con Tindaya. En el plano arqueológico estamos trabajando en una
ruta de interpretación de los valores de la Montaña y su entorno, para que sea
accesible a todos los interesados".
Claudina
Morales, alcaldesa de La Oliva: "El Cabildo ha hecho un gran esfuerzo para
rehabilitar esta casa que hace apenas unos años era una ruina, y convertirla en
un centro de interpretación de toda la zona que atraerá muchas visitas y
ayudará a comprender mejor el proyecto de Tindaya. La Oliva tiene un importante
patrimonio arquitectónico y paso a paso hemos ido recuperándolo, aunque aún
tenemos retos por delante como la Casa del Inglés, los aljibes, o la Casa de la
Fonda, en los que debemos seguir avanzando".
Lorenzo Fernández
Ordóñez, ingeniero responsable técnico del proyecto de Chillida: " Lo que
se pretende es llevar a su máxima expresión el proyecto artístico, que entre
sus factores claves quiere enseñar lo que ya existe, desde las canteras que hay
que transformar para explicar la historia de la montaña desde el punto de vista
de la agresión, hasta los propios podomorfos, que hablan de la relación entre
el hombre y la naturaleza, y de cómo esta relación se ha ido expresando a lo
largo de épocas muy diversas. Este proyecto ha sido siempre muy cuidadoso,
desde los sondeos realizados con medidas excepcionales para evitar dañar la
montaña en el exterior, hasta su futura ejecución, muy compleja y atractiva a
medida que se vaya construyendo".
Feliciano
Montelongo, vecino de Tindaya nacido 1915 y último morador de la Casa Alta): "Aquí
viví con mis padres y mi familia hasta que me fui a la Guerra Civil. Luego viví
en Gran Canaria y tardé en volver. Recuerdo los trabajos diarios, los camellos
bebiendo agua en la alcogida de la entrada, guardando el grano en las
habitaciones… mucho trabajo y muchas alegrías. La casa estaba perdida,
arruinada, en el suelo… Ahora está preciosa, mejor que nunca... Ha sido un gran
trabajo".
Apertura y exposición
La apertura de la
Casa Alta de Tindaya permitió al público recorrer por primera vez la vivienda, desde
que en el año 2010 el Cabildo adquiriera el inmueble para emprender su
rehabilitación, y trasladarse al contexto histórico del siglo XVIII en
Fuerteventura, en que se aventura se construyó la vivienda, pues se desconoce
su origen a ciencia cierta. Sí parece claro, atendiendo a sus dimensiones y a
la nobleza de sus materiales, que la Casa Alta fue erigida bajo los auspicios
de la burguesía majorera de la época. Las leyendas sobre su primer propietario,
malogrado por el influjo maligno de las brujas de Tindaya, sí han llegado hasta
nuestros días.
El presidente del
Cabildo, Mario Cabrera, y la alcaldesa de La Oliva, Claudina Morales, encabezaron
el acto inaugural. La Consejería de Obras Públicas y Carreteras del Cabildo que
dirige Edilia Pérez coordinando la rehabilitación, la consejería de Cultura y
Patrimonio Histórico que dirige Juan Jiménez en la tramitación, y el Gobierno
de Canarias en la financiación inicial para la adquisición del edificio,
también han sido parte importante en la culminación del proceso.
El objetivo del
Cabildo es abrir la Casa Alta de Tindaya al público, en fechas que se darán a
conocer en breves fechas. El horario previsto inicialmente, será de 10:00 a
14:00 horas.
Origen
y leyenda
La casa alta de
Tindaya constituye un elemento singular en el conjunto de la arquitectura civil
majorera. Aunque su origen es desconocido más allá de las leyendas populares,
lo cierto es que su tipología se aleja del modelo arquitectónico tradicional de
la Isla -fue la primera y única edificación de dos plantas de la localidad
durante mucho tiempo- y se relaciona además con una propiedad probablemente
ligada a la burguesía emergente del siglo XVIII que comerciaba con la cochinilla
y la orchilla.
Para encontrar
los primeros datos sobre su propiedad es necesario situarse en los aledaños del
siglo XX, cuando el inmueble se encontraba en manos de la familia de los
coroneles que detentaron el poder señorial en la isla durante siglos. La última
de este linaje que vivió por temporadas en Fuerteventura, Nieves Manrique de
Lara y del Castillo (1844-1921), conocida como la marquesa, legó la Casa Alta de Tindaya al médico de la Casa de
los Coroneles en agradecimiento a sus servicios ('Arte, sociedad y poder. La
Casa de los Coroneles', 2009, José Concepción Rodríguez). A partir de ese
momento, la edificación experimentó un deterioro progresivo, hasta que, en el
año 2010, el Cabildo de Fuerteventura y el Gobierno de Canarias adquieren el
edificio para emprender su rehabilitación
Nieves Manrique
de Lara y del Castillo fue hija del último coronel de las Milicias del
Regimiento Provincial de Fuerteventura, Cristóbal Manrique de Lara, casada y
viuda de Diego de Ponte del Castillo, octavo marqués de la Quinta Roja.
En cuanto a las
leyendas sobre su origen, se relaciona con el retorno a Tindaya de un supuesto
indiano natural del pueblo, que invirtió parte de sus ganancias en las Américas
en construir la vivienda más grandiosa de la zona. Al finalizar la
construcción, este sujeto desapareció, y al parecer los vecinos lo encontraron
muerto tras despeñarse desde lo alto de la montaña. Los vecinos quedaron
convencidos de que la casa estaba embrujada, y la leyenda atribuye a las brujas
de Tindaya la caída del indiano desde el pico de La Muda. Los engendros lo
habrían engañado para ascender a lo alto y contemplar su obra antes de hacerlo
caer.
El
inmueble
Una inversión de
400.000 euros por parte del Cabildo permitió materializar este proyecto que
firman Jorge Arribas Castañeyra y Antonio Rodríguez Molina. La operación de
compra del edificio, junto al Gobierno de Canarias, tuvo un valor de 177.00
euros.
La Casa Alta de
Tindaya es un edificio de arquitectura tradicional con influencias coloniales,
reconocido como uno de los más interesantes de la arquitectura civil majorera
(sus dos plantas son una característica escasa y peculiar). El inmueble goza de
Protección Integral, catalogación patrimonial más importante tras el BIC, y se encuentra
inventariado en la planificación insular (PIOF) como Bien Histórico-Artístico.
El edificio tiene
una superficie de 254 m2 (359 m2 entre las dos plantas), además de un patio
exterior de 205 m2. Todas estas superficies se encuentran afectadas por las
obras, hasta alcanzar los 1.000 m2 incluyendo los accesos, el aparcamiento y
las zonas circundantes. La parcela en que se ubica el edificio tiene unos 6.000
m2.
Cabe destacar que
la Casa Alta de Tindaya encontraba enormemente deteriorada, especialmente a
partir de su abandono desde mediados del siglo XX. Este deterioro se ha visto
notablemente acentuado por el expolio de algunos de sus elementos
arquitectónicos, muy valorados, como las vigas de madera de tea que sustentaban
el solado de la primera planta -dejando las paredes exteriores de hasta ocho
metros sin sustento-, o la sustracción de piezas de cantería como los sillares
de las esquinas de la casa, y las jambas, dinteles, alfeizares, y quicios en
puertas y ventanas.
La casa está
desarrollada en dos plantas, luciendo una fachada única con portalón enmarcado
en cantería blanca de arenisca. Adentrándose en el interior, un zaguán conduce
a dos habitaciones y también al patio, desde el que se articula el resto de la
construcción y los accesos a todos los habitáculos, incluyendo la planta alta.
Como vivienda
atípica, no asociada a la arquitectura popular sino a una de tipo más culta,
presenta elementos como balcones o guarniciones en la fachada redundidas con
motivos geométricos (rombos y círculos). Sus muros son de piedra y barro, y
cuenta con una cubierta principal a cuatro aguas recubierta de teja y con estructura
de madera de tea, y otras dos cubiertas una dos aguas y otra plana. En los
solados aparecen materiales como madera y también yeso.
En las obras de
rehabilitación se instaló una nueva techumbre, se restauraron los muros y se
habilitó el interior para la visita. En el exterior, se habilita la superficie
anexa para accesos y aparcamientos. Otra medida de interés ha sido el soterramiento
del cableado eléctrico aéreo, que permitirá disfrutar de la vista de la casa.