El trasiego de riders convierte la orilla de la playa de La Barca en un metro en hora punta. Rostros de concentración y esfuerzo acompañan las idas y venidas de participantes con sus cometas y tablas de kiteboard a cuesta. La canaria Laura Fernández prepara con Víctor, su padre, los bártulos de la competición. Con un mimo exquisito recogen y endulzan el material; es una rutina que se repite cada jornada.
“La barra que dirige la cometa es importante mantenerla en buen estado. Tras salir del agua hay que endulzarla para que no se deteriore, porque si se desgasta es peligroso”, apunta Fernández, quien explica que es indipensable que la barra esté impecable porque “cada línea se agarra a un lado de la cometa, esto hace que se dirija hacia la derecha, izquierda o gire”.
“La barra que dirige la cometa es importante mantenerla en buen estado. Tras salir del agua hay que endulzarla para que no se deteriore, porque si se desgasta es peligroso”, apunta Fernández, quien explica que es indipensable que la barra esté impecable porque “cada línea se agarra a un lado de la cometa, esto hace que se dirija hacia la derecha, izquierda o gire”.
En la playa algunos participantes tienen ‘caddie’, como en el golf. “En mi caso es mi padre, como en el de Gisela Pulido. Y su cometido es estar pendiente durante la competición por si se parte la cometa o la tabla para ayudarte a cambiarla”. Fernández explica que las normas prohíben que “si se te cae la cometa entre alguien al agua a ayudarte, aunque si sale del área de competición si te pueden auxiliar”.
“Al Mundial de Fuerteventura traigo dos cometas, una tabla y dos barras, aunque hay competidores que se traen tres, cuatro o cinco cometas, dependiendo de los gustos de cada cual”, explica Laura Fernández, al tiempo que precisa que “he traído una ‘siete’ y una ‘nueve’ y se nota bastante la diferencia entre una cometa y otra. Si sube mucho el viento cojo la ‘siete’ y si amaina, la ‘nueve’”.