Las leyendas de una
vivienda embrujada, su relación con la familia de los coroneles, o la ubicación
en el entorno la montaña sagrada y los podomorfos, rodean de simbología la
apertura del edificio
20
de marzo de 2015
Este domingo 22
de marzo, la Casa Alta de Tindaya abres sus puertas al público por primera vez
desde que en el año 2010 el Cabildo adquiriera el inmueble para emprender su
rehabilitación. En el acto inaugural previsto a partir de las 12:00 horas, los
asistentes podrán recorrer el interior del edificio y trasladarse al contexto
histórico del siglo XVIII en Fuerteventura, en que se aventura se construyó la
vivienda, pues se desconoce su origen a ciencia cierta. Sí parece claro,
atendiendo a sus dimensiones y a la nobleza de sus materiales, que la Casa Alta
fue erigida bajo los auspicios de la burguesía majorera de la época. Las
leyendas sobre su primer propietario, malogrado por el influjo maligno de las
brujas de Tindaya, sí han llegado hasta nuestros días.
El presidente del
Cabildo, Mario Cabrera, y la alcaldesa de La Oliva, Claudina Morales,
encabezarán el acto inaugural. La Consejería de Obras Públicas y Carreteras del
Cabildo que dirige Edilia Pérez coordinando la rehabilitación, la consejería de
Cultura y Patrimonio Histórico que dirige Juan Jiménez en la tramitación, y el
Gobierno de Canarias en la financiación inicial para la adquisición del
edificio, también han sido parte importante en la culminación del proceso.
El objetivo del proyecto,
además de rehabilitar arquitectónicamente el edificio, indicó el presidente del
Cabildo, Mario Cabrera, es "abrir un nuevo espacio de disfrute y uso público
que, encontrándose en la localidad de Tindaya, nos brinda la oportunidad de
divulgar e interpretar los valores de la zona". Es por ello que, relató el
presidente, "este acto estará cargado de simbología, pues su apertura se
relaciona necesariamente con la montaña como Monumento Natural, el yacimiento
arqueológico más importante de Canarias que suponen los cientos de grabados
podomorfos aborígenes que pueblan sus laderas, el proyecto escultórico de
Chillida, o los mitos incontables que se asocian con Tindaya".
Origen
y leyenda
La casa alta de
Tindaya constituye un elemento singular en el conjunto de la arquitectura civil
majorera. Aunque su origen es desconocido más allá de las leyendas populares,
lo cierto es que su tipología se aleja del modelo arquitectónico tradicional de
la Isla -fue la primera y única edificación de dos plantas de la localidad
durante mucho tiempo- y se relaciona además con una propiedad probablemente
ligada a la burguesía emergente del siglo XVIII que comerciaba con la cochinilla
y la orchilla.
Para encontrar
los primeros datos sobre su propiedad es necesario situarse en los aledaños del
siglo XX, cuando el inmueble se encontraba en manos de la familia de los
coroneles que detentaron el poder señorial en la isla durante siglos. La última
de este linaje que vivió por temporadas en Fuerteventura, Nieves Manrique de
Lara y del Castillo (1844-1921), conocida como la marquesa, legó la Casa Alta de Tindaya al médico de la Casa de
los Coroneles en agradecimiento a sus servicios ('Arte, sociedad y poder. La
Casa de los Coroneles', 2009, José Concepción Rodríguez). A partir de ese
momento, la edificación experimentó un deterioro progresivo, hasta que, en el
año 2010, el Cabildo de Fuerteventura y el Gobierno de Canarias adquieren el
edificio para emprender su rehabilitación
Nieves Manrique
de Lara y del Castillo fue hija del último coronel de las Milicias del
Regimiento Provincial de Fuerteventura, Cristóbal Manrique de Lara, casada y
viuda de Diego de Ponte del Castillo, octavo marqués de la Quinta Roja.
En cuanto a las
leyendas sobre su origen, se relaciona con el retorno a Tindaya de un supuesto
indiano natural del pueblo, que invirtió parte de sus ganancias en las Américas
en construir la vivienda más grandiosa de la zona. Al finalizar la
construcción, este sujeto desapareció, y al parecer los vecinos lo encontraron
muerto tras despeñarse desde lo alto de la montaña. Los vecinos quedaron
convencidos de que la casa estaba embrujada, y la leyenda atribuye a las brujas
de Tindaya la caída del indiano desde el pico de La Muda. Los engendros lo
habrían engañado para ascender a lo alto y contemplar su obra antes de hacerlo
caer.
El
inmueble
Una inversión de
400.000 euros por parte del Cabildo permitió materializar el proyecto redactado
por Antonio Rodríguez Molina, desde la propia Oficina Técnica de la
Corporación. La operación de compra del edificio, junto al Gobierno de
Canarias, tuvo un valor de 177.00 euros.
La Casa Alta de
Tindaya es un edificio de arquitectura tradicional con influencias coloniales,
reconocido como uno de los más interesantes de la arquitectura civil majorera
(sus dos plantas son una característica escasa y peculiar). El inmueble goza de
Protección Integral, catalogación patrimonial más importante tras el BIC, y se encuentra
inventariado en la planificación insular (PIOF) como Bien Histórico-Artístico.
El edificio tiene
una superficie de 254 m2 (359 m2 entre las dos plantas), además de un patio
exterior de 205 m2. Todas estas superficies se encuentran afectadas por las
obras, hasta alcanzar los 1.000 m2 incluyendo los accesos, el aparcamiento y
las zonas circundantes. La parcela en que se ubica el edificio tiene unos 6.000
m2.
Cabe destacar que
la Casa Alta de Tindaya encontraba enormemente deteriorada, especialmente a
partir de su abandono desde mediados del siglo XX. Este deterioro se ha visto
notablemente acentuado por el expolio de algunos de sus elementos
arquitectónicos, muy valorados, como las vigas de madera de tea que sustentaban
el solado de la primera planta -dejando las paredes exteriores de hasta ocho
metros sin sustento-, o la sustracción de piezas de cantería como los sillares
de las esquinas de la casa, y las jambas, dinteles, alfeizares, y quicios en
puertas y ventanas.
La casa está
desarrollada en dos plantas, luciendo una fachada única con portalón enmarcado
en cantería blanca de arenisca. Adentrándose en el interior, un zaguán conduce
a dos habitaciones y también al patio, desde el que se articula el resto de
la construcción y los accesos a todos los habitáculos, incluyendo la planta
alta.
Como vivienda
atípica, no asociada a la arquitectura popular sino a una de tipo más culta,
presenta elementos como balcones o guarniciones en la fachada redundidas con
motivos geométricos (rombos y círculos). Sus muros son de piedra y barro, y
cuenta con una cubierta principal a cuatro aguas recubierta de teja y con estructura
de madera de tea, y otras dos cubiertas una dos aguas y otra plana. En los
solados aparecen materiales como madera y también yeso.
En las obras de
rehabilitación se instaló una nueva techumbre, se restauraron los muros y se
habilitó el interior para la visita. En el exterior, se habilita la superficie
anexa para accesos y aparcamientos. Otra medida de interés ha sido el soterramiento
del cableado eléctrico aéreo, que permitirá disfrutar de la vista de la casa.