El catedrático de Biología Vegetal de la Universidad de Murcia, Mario Honrrubia, se dirigió ayer tarde a medio centenar de agricultores de toda la Isla que asistieron a la charla convocada por GDR Maxorata y el Cabildo para explicar el avance del proyecto piloto sobre el cultivo controlado de la criada en Fuerteventura.
Honrrubia, que presentó la charla junto a la consejera de Medio Ambiente, Agricultura, Ganadería y Pesca del Cabildo y presidenta de GDR Maxorata, Natalia Évora, se congratuló del interés que despierta esta iniciativa en la Isla, y auguró que "ese interés se verá recompensado con los resultados del proyecto, pues las experiencias anteriores llevadas a cabo en Murcia constatan que este tipo de cultivos comienzan a ser productivos a partir del segundo año".
El encuentro de ayer tuvo lugar en la Granja Agrícola y Experimental de Pozo Negro, donde precisamente se encuentra bajo la tutela del Cabildo uno de los dos cultivos experimentales de trufa que se desarrollan en la Isla –el segundo está ubicado en El Roque donde realiza el seguimiento la Cooperativa Biológica Agraria de Fuerteventura- dentro del Proyecto MICODES (Micología, Conservación y Desarrollo), que coordina un total de siete grupos de estudio sobre el cultivo de diferentes variedades de trufa en otros tantos puntos del territorio nacional.
Natalia Évora recalcó que el objetivo de GDR Maxorata, con el apoyo del Cabildo, es favorecer que la criada, "que también conocemos como trufa del desierto, un recurso histórico del mundo rural majorero que tanto interés despierta entre la gente del campo cuando llegan las lluvias, se convierta en una alternativa económica que puedan aprovechar los agricultores para diversificar y mejorar sus cultivos, y contribuir también de este modo al desarrollo general de la Isla".
Entre los dos cultivos de Pozo Negro y El Roque hay plantados en Fuerteventura en el marco de este proyecto cerca de 2.000 ejemplares de turmero (Heliantemun canariensis), que es una pequeña planta autóctona en cuyas raíces se produce la asociación simbiótica que da lugar a la reproducción del hongo de la criada bajo la tierra. Estos 2.000 ejemplares, antes de ser trasladados a la Isla, fueron inoculados con las esporas de la criada, un hongo hipogeo del género de las terfezias, en los laboratorios de la Universidad de Murcia, asegurando así la capacidad productiva futura de la planta.
Previamente, GDR Maxorata había hecho llegar a los laboratorios de este centro las semillas de turmero y las esporas de criada necesarias para desarrollar el experimento en Fuerteventura, partiendo de estas dos especies locales de planta y hongo. Natalia Évora, adelantó que en caso de salir adelante el proyecto y demostrarse su viabilidad, el "Cabildo podría comenzar a producir turmero en los viveros de la Granja de Pozo Negro para proveer a los agricultores interesados en este cultivo".
Los dos cultivos sobre los que se desarrolla el seguimiento en Fuerteventura se pusieron en marcha en el mes de junio de 2010, coincidiendo con la celebración las 'I Jornadas Micológicas de Fuerteventura' organizadas por GDR Maxorata. Transcurridos entre 10 y 11 meses y con la llegada de las lluvias y la primavera, llegaría el momento de que los dos cultivos experimentales dieran su primera cosecha. No obstante, según explicó Mario Honrrubia, este tipo de cultivos comienzan a ser productivos a partir del segundo año porque "es necesario que se consolide la biomasa vegetal de las raíces del turmero", por lo que aunque este verano ya es posible que aparezcan criadas en los cultivos, éstos sólo comenzarían a dar criadas en cantidad a partir del siguiente año.
Eficiencia. La eficiencia de este tipo de experiencias, que ya se ha desarrollado con éxito en la Universidad de Murcia con las variantes de las plantas y el hongo peninsulares, se sitúa en torno a un 95%. La productividad de este tipo de cultivos puede alcanzar entre 400 y 600 kilos de criada por hectárea cultivada. En Fuerteventura, la superficie cultivada en esta experiencia experimental, sumando los cultivos de Pozo Negro y El Roque, está en torno a la media hectárea.
Recomendaciones en el campo majorero. Mario Honrrubia, además de ofrecer a los agricultores asistentes a la charla las explicaciones necesarias para poner en marcha el cultivo controlado de la criada, ofreció también otras recomendaciones que pueden ayudar a los recolectores de criada a mejorar la productividad del hongo en su medio natural. Entre ellas destacó no adelantarse a recoger la criada antes de tiempo para favorecer su crecimiento, intentar no recoger todas las criadas de una misma zona para asegurar la reproducción del hongo en las campañas siguientes, tapar el regaño una vez se recoge la criada para evitar que el sol y la ausencia de humedad dañen las raíces de la planta, regar el turmero silvestre en caso de no producirse las lluvias de temporada, o, si queremos favorecer el crecimiento de la criada, se pueden tapar con tierra y volver semanas más tarde para recolectar criadas mucho mayores.
MICODES. El proyecto MICODES (Micología, Conservación y Desarrollo), incluido en la iniciativa europea Leader, tiene por objeto conservar, revalorizar y difundir los recursos micológicos (hongos y setas) y sus hábitats naturales. El proyecto se dirige a demostrar que ciertos recursos naturales no considerados como favorecedores de crecimiento económico pueden llegar a serlo, contribuyendo al desarrollo rural y propiciando la sostenibilidad del recurso dada su creciente demanda.
En España existen siete grupos de estudio que se coordinan desde la Universidad de Murcia, entidad que tiene once años de experiencia en este tipo de proyectos. El de Fuerteventura es el único de todos ellos que se desarrolla en Canarias, y el resto se encuentran repartidos uno en el noroeste de Murcia, dos en Albacete, uno en Cuenca y dos en Granada.
La trufa del desierto. La criada, un hongo hipogeo del género de las terfezias, se conoce también como trufa del desierto. Se reproduce en Fuerteventura al entrar en simbiosis con una pequeña planta local, el turmero (Heliantemun canariensis) y su recolección ha sido una constante histórica en la vida rural majorera, y todavía hoy es un alimento enormemente apreciado que aparece con la llegada de las primeras lluvias, normalmente con el comienzo de la primavera.