La nueva fisiología del gusto (según Vázquez Montalbán):
Paseo gastronómico de la mano
de Pepe Carvalho, Sánchez Bolín y Biscuter,
(Madrid, 2017). Editorial Verbum. I.S.B.N.: 978-84-9074-599-1.
Ángel Díaz Arenas
La redacción de este libro nace de
una idea concreta: vitalizar uno de los campos que con más pasión e interés que
desarrolla Manuel Vázquez Montalbán en la producción de sus relatos: la
cocina. No olvidemos citar lo que este escritor afirma/ba y sobre lo que la
periodista alemana Evita Bauer informa en su “Ich kann nur zwei Dinge: schreiben und
kochen“ [en: Süddeutsche Zeitung, (Múnich, 21 de marzo de 1995), pág.
13] y cuya versión castellana dice: «Sólo sé hacer
dos cosas: escribir y cocinar.»
Todo lector de la obra narrativa de este ‘gourmet’ sabe con cierta
rapidez que los buenos platos y los buenos vinos están altamente representados
en múltiples páginas de sus varios y numerosos libros. Esto no ocurre
únicamente en aquéllos de orden artístico, sino y sobre todo en los dedicados
exclusiva, única y completamente al noble arte de la cocina.
El origen y
finalidad de Las recetas de Carvalho [(Barcelona, 1989). Editorial
Planeta] la expresa con breves y precisas palabras Juan Manuel González en la
página 27 de su “Vázquez Montalbán. La amplitud del
impulso literario” [en: El Urogallo,
Nº 52-53, (Madrid, 1990), págs. 26-27]: “Las Recetas de Carvalho,
inspiradas en el famoso Cahier de Recettes de Madame Maigret de Robert
J. Courtine, reúne 125 apuntes gastronómicos distribuidos en cinco apartados.
En esta obrita peculiar cada receta hace referencia a un texto novelístico,
dentro de un ambiente que trae a la memoria las cuchipandas de Gertrude Stein,
sabiamente imaginado por el detective -escritor Carvalho- Montalbán con base en
la cocina clásica y al margen de fantasías impracticables”. Recordemos y
revivamos como él mismo imagina su propia muerte (muy diversa a la ocurrida
realmente y como informa Rosa Mora en su “Se rompe el
corazón de Vázquez Montalbán.
Un infarto masivo acaba en Tailandia a los 64 años
con la apasionada vida del escritor” [en: El País, (Madrid, domingo 19
de octubre de 2003), pág. 38], es decir, la de su personaje principal de la
“Serie Carvalho”, Pepe Carvalho, en la página 280 (presagio y augurio) de Los
pájaros de Bangkok [Barcelona, 1983/61992). Editorial Planeta]: “A él le gustaría morir en un sillón relax, con una botella de vino
blanco en un cubo lleno de hielo al lado y un canapé de caviar o morteruelo en
una mano, entre los árboles, qué árboles no importaba, y en la sospecha de que
su conciencia se desligaría del cuerpo y empezaría a subir hacia las ramas para
contemplar a vista de pájaro la torpeza insuficiente de su propia muerte.
Pero
la posibilidad de morir a trozos, despedazado por la enfermedad, autoengañado
por el deseo de sobrevivir, le ponía al borde de una locura homicida, homicida
de memoria y del deseo, alcahueta en la ocultación del rostro verdadero de la
muerte”. Tema de degustar caviar en estado mortuorio que le hace rememorar la
hipotética e idealizada muerte de antaño, pero esta vez recordada parcialmente
en la página 218 de Milenio Carvalho. I. [Rumbo a Kabul, (Barcelona, enero de 2004). Editorial Planeta]: “También
había tenido con frecuencia la ensoñación de una muerte de prestigio, sentado
en un sillón relax, con una botella de vino blanco en un cubo lleno de hielo al
lado y un canapé de caviar o morteruelo en una mano, entre los árboles, qué
árboles no importaba, y en la sospecha de que su conciencia se desligaría del
cuerpo y empezaría a subir hacia las ramas para contemplar a vista de pájaro la
torpeza insuficiente de su propia muerte”.
Adquiriendo este alimento sibarita y
selecto tal dimensión en Milenio I que incluso un monitor explica su
origen y divulgación en la página 217: “-La palabra procede del turco antiguo jawiar
y como producto aparece ya en el Antiguo Egipto, así como en referencias de
Aristóteles, pero no se divulga internacionalmente hasta el siglo XIX y sobre
todo después de la Revolución rusa de 1917, cuando los aristócratas rusos
exiliados y, en particular, los hermanos Petrossian, lo dieron a conocer en
Francia. Antes de esta socialización del caviar, ya aparece citado el manjar en
Gargantúa y Pantagruel por Rabelais, donde dice que los «gastrólatras
sacrifican a su dios Ventrepotente caviar y butargas en los días de ayuno» y en
Don Quijote, donde se describe una merienda en la segunda parte en la
que el caviar figura entre los manjares enumerados: «Pusieron asimismo un
manjar negro que dicen se llama cavial y es hecho de huevos de pescados,
gran despertador de la colambre.»
Hasta recientes y contaminadores tiempos,
hubo esturiones en el Guadalquivir (España) y se obtenía de ellos un caviar
correcto. El caviar fue mitificado como afrodisíaco y, desde el punto de vista
alimentario, merece ser conocido como rico en vitaminas, hipocalórico y un
alimento muy completo”. Esta aclaración implica y expresa los conocimientos de
una enciclopedia, diccionario o bien de un manual acreditado; recordemos qué él
mismo hacía uso del Diccionario de los alimentos. Vitaminas. Calorías. Cocción. Conservación, [(Barcelona, 41993),
págs. 218-220. Revisado y ampliado por José Soler Corrales e ilustrado por Mª
Teresa Pulido. Editorial Cedel].
Para que veamos algo del arte de cocinar y
sobre todo de escribir y describir de Manuel Vázquez Montalbán sólo tenemos que
ir a la página 197 de su Erec y Enide [(Barcelona, 2002). Ramdom House
Mondadori] y contemplar a Madrona Mistral de Pamies, esposa del Dr. Julio
Matasanz, prepararse un desayuno: “Me levanto y voy a la cocina porque tengo
hambre, hambre de huevos fritos con jamón, una extraña fijación que muy de
tarde en tarde me asalta, heredada de mi padre al que le gustaba mucho
desayunar de cuchillo y tenedor, como él llamaba a los desayunos
deliciosamente plebeyos que iban más allá de la leche, las tostadas, la
mermelada. Para mí es una fiesta recuperar la iniciativa en la cocina, pactar
conmigo misma el placer de romper los huevos, cortar la justa loncha de la
deshuesada paletilla de jamón serrano, ajustar el fuego y tras un breve pase
del jamón por el aceite, dejar caer los huevos en la sartén para que se ricen y
se conviertan en un encaje con cenit de oro. Comer unos huevos fritos es como
experimentar un goce sensorial triple, de olor, sabor y el corte de las
texturas blandas o tostadas con el cuchillo, el derrame de la miel amarilla y
esencial, el plato convertido en una paleta, una propuesta de paleta”.
Es de pensar que pocos escritores españoles y aún
extranjeros puedan sacar más poesía y belleza de la trivial preparación de unos
banales “Huevos fritos con jamón”. Ya ves Manolo
[recordemos nuestro «Manolo y yo. Historia
de una amistad en cuatro libros», en: Hispanorama, Nº 104, (Nürnberg,
febrero de 2004), págs. 40-46], al final todo ha sido una falacia del
destino y en tu caso como en el de Gabo podemos decirte Cien años de
eternidad [véase a Ángel Díaz Arenas en Gabriel García Márquez: Cien años de eternidad (Humo,
papel y ceniza), (Madrid, 2016). Editorial Verbum], ya
que en tu caso preciso y especial en vez
de desearte «Humo, papel y ceniza» te deseamos: «Habanos, caviar y una botella
de vino “Marqués de Griñón”».
Señalamos que Ángel
Díaz Arenas nació en Santander (España) en 1937 y es filólogo, lingüista y
crítico (semiólogo) literario. Entre otros puestos académicos en España,
Francia, Italia, Alemania, etc. fue docente durante doce años de Filología Hispánica en la Universidad de
Salzburgo y a continuación «Visiting Professor» del «National Science Council
Republic of China» en Taipei (Taiwan).
Tiene publicados (aparte de un centenar
de artículos) veintinueve (29) libros, cuyos seis (6) últimos títulos
señalamos: 1) Agustín Espinosa: El primer Surrealista Español (Vida,
destino y obra) (2015), 2) Gabriel
García Márquez: Cien años de eternidad (Humo, papel y ceniza) (2016),
3) Fin de ‘El largo viaje’ de Jorge Semprún: Vida, obra, méritos, familia, Santander, exilio,
textos, premios, lenguas y voces (2016), 4) Camilo José Cela y su novelística:
de “Pascual Duarte” a “Madera de Boj”. Catorce pasos hacia la modernización de
la novela) (2017), 5) Antonio Machado: Poesía y vida. Obra y poética
(2017) y el presente y actual: La nueva fisiología del gusto (según Vázquez
Montalbán): Paseo gastronómico de la mano de Pepe Carvalho, Sánchez Bolín y
Biscuter (Madrid, 2017). Editorial Verbum.
I.S.B.N.: 978-84-9074-599-1.
Y
ya en preparación editorial (contrato firmado) el treinta (30): Federico García Lorca vive en su obra: Tres visiones de una vida pretérita, pero de
una obra eterna, (Vigo,
2018). Editorial Academia del Hispanismo.