Esta semana se presentará el tomo III de Arquitectura y
Paisaje, dedicado a la arquitectura tradicional de las Canarias
orientales, en Fuerteventura y Lanzarote:
El jueves 18 de febrero en Fuerteventura, en el Palacio de Formación y Congresos de Puerto del Rosario, a las 19:30 horas.
El viernes 19, en Lanzarote, en la Sociedad Democracia de Arrecife, a las 20:00 horas.
Más información en la web de Rincones: http://www.
Ha visto la luz recientemente el
tercer y último volumen del monográfico “Arquitectura y Paisaje”, editado por Rincones del Atlántico, dedicado a la
arquitectura tradicional de Canarias y a su importancia en el paisaje de las
islas. El primer tomo vio la luz en 2008 y
éste lo hace ahora, siete años después.
Todo
comenzó hace más de doce años; poco tiempo después de iniciarse la aventura de Rincones
nos propusimos hacer un número especial dedicado a la arquitectura tradicional
en el medio rural de las islas, con el propósito de difundir su conocimiento,
valorización y protección, por lo que empezamos a recorrerlas todas para
fotografiar rincones, caseríos, casas aisladas –muchas de ellas abandonadas,
otras en ruinas y casi desaparecidas–, así como a buscar en la memoria
colectiva, tratando de encontrar, en distintas colecciones y archivos, públicos
y privados, fotografías y documentos que nos mostrasen esta arquitectura en sus
mejores tiempos, cuando todavía cumplía su función, antes de que apareciesen
nuevos y modernos materiales (bloque de hormigón, cemento, hierro, pintura
plástica) y de que se produjese el gran exilio de la antigua cultura campesina
hacia los suburbios de las capitales insulares, los sures turísticos, o mucho
más lejos, hacia Europa o atravesando el ancho océano para “hacer las
américas”, siempre con la esperanza de un futuro mejor.
Al final, fue tanto el material
que recopilamos que en vez de uno fueron tres volúmenes. Nos ha llevado una
media superior a dos años hacer cada uno de ellos, y además han ido creciendo
en páginas según se han ido publicando, resultando el último siempre más
extenso que el anterior. Son libros editados con esmero y calidad, en tapa dura
y profusamente ilustrados, con varios miles de fotografías –la mayor parte
inédita– con sus respectivos pies de fotos en los que encontramos la
información sobre los lugares y edificaciones fotografiados. Este último
volumen está dedicado a las canarias orientales. Es un libro especialmente
visual, es el mayor de los tres, con 544 páginas y más de 2.000 fotografías.
Incluye interesantes mapas antiguos y actuales de todas las islas, fotografías
aéreas y, al final de los capítulos, dedicados a cada una de las islas,
numerosas fotografías de “Ayer y hoy”, comparativa de imágenes antiguas y
actuales en las que podemos ver cómo ha sido la transformación de los caseríos
y pueblos de todos los municipios de las islas al cabo de 50, 80 o incluso más
de 120 años.
Como el anterior, se pondrá a la
venta exactamente a la mitad del que sería su precio normal de venta pues
Rincones no tiene un fin lucrativo, sino que su propósito es difundir
conocimiento, comprender lo importante que es preservar el paisaje y el
patrimonio de las islas para el presente y para el futuro de nuestros hijos y
nietos: “Conocer para amar y amar para
cuidar, proteger y conservar”. Que sea una herramienta verdaderamente útil
y eficaz para combatir con ella la ignorancia, que todo lo oscurece. Por eso,
como una declaración de intenciones, comenzábamos nuestro primer número con
esta hermosa frase de P. Yogananda que resume la idea por la que nació Rincones: “La ignorancia es la maleza que crece desmesuradamente en el jardín de
la naturaleza humana asfixiando la buena semilla”.
El tomo II, publicado el año
pasado, abarca la información sobre las islas occidentales –El Hierro, La
Gomera, La Palma y Tenerife–, así como un artículo dedicado a las haciendas de
Tenerife y La Palma; y este, tercero y último de la serie, se ocupa de las
Canarias orientales –Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa– más
un artículo dedicado a las haciendas de las tres primeras. Los textos de este
tomo –que han sido el hilo conductor y la estructura imprescindible para
construirlo–, han sido escritos por el historiador Pedro Quintana Andrés, que
se hizo cargo de varios de ellos por diversas causas con el entusiasmo y el gran
rigor que le caracteriza, y por el arquitecto Ignacio Javier Gil Crespo, buen
conocedor de la arquitectura de Lanzarote y de La Graciosa. Con numerosas
fotografías antiguas y actuales, una gran parte inédita. También se incluyen varios
mapas antiguos muy interesantes de Fuerteventura de los siglos XVIII y XIX.
Destaca un gran mapa de toda la isla del año 1787, con forma de pez, que
pertenece al Archivo Diocesano de Canarias, en el que se indican todas las
poblaciones, las distancias entre ellas, un gran número de los topónimos de la
costa y otros detalles del interior de la isla. Otros dos, de mediados del
siglo XIX, pertenecientes al Archivo de El Museo Canario, de La Rosa del Taro y
de La Laguna, en los que se representan las haciendas situadas en esos lugares,
las gavias de alrededor y quienes las trabajaban, así como los principales
accidentes geográficos, junto a ellos encontramos fotos panorámicas, aéreas y
detalles de los lugares y otros elementos representados en los mismos en la
actualidad.
Como el tomo
I, este también lo cerramos con una miscelánea que comprende dos artículos más
cortos
pero intensos, –cuyos autores son Faustino García Márquez y Fernando Sabaté
Bel– que no sólo ayudan a cerrar, a modo de epílogo, estos tres tomos, sino que
abren, al mismo tiempo, una nueva puerta que enlaza con el siguiente número de Rincones del Atlántico, que estará lleno
de ideas y propuestas que consideramos importantes para caminar juntos hacia un
futuro mejor. Se añade, además, un glosario
de apoyo sobre arquitectura tradicional y usos en el medio rural.
Es esta una obra colectiva, pues
los tres tomos han sido realizados gracias a la
generosidad, el cariño, el apoyo y la colaboración de tantísimas personas que,
de una manera o de otra, se han volcado a ayudar, y sin las cuales estos libros
no serían ni mucho menos lo que son. Por eso manifestamos nuestro más profundo
y sincero agradecimiento a los fotógrafos, coleccionistas y archiveros que nos
han cedido un material único e imprescindible de maravillosas imágenes, la
mayoría publicadas por primera vez, que ya no es posible volver a hacer; a
quienes nos abrieron sus casas; a los que nos acogieron en ellas; a aquellos
que nos acompañaron, patearon junto a nosotros y nos ayudaron con las
localizaciones; a quienes se ofrecieron a realizar las fotografías que no
tuvimos tiempo de ir a hacer; a los pintores que nos dejaron algunas de las
obras que incluimos en los libros y con las que hicimos una preciosa serie de
postales para las presentaciones; a quienes participaron en la campaña de
crowdfunding –este sistema de suscripción, comunitario, transparente, de
cooperación y apoyo mutuo, que permite que muchos sueños y proyectos puedan
hacerse realidad, beneficiándonos todos–; al equipo técnico (maquetadoras,
corrector, informático, cartógrafo,
asesores, imprenta…) y, finalmente, a la fidelidad y el cariño de los lectores
y lectoras, a quienes van dirigidos, por estar siempre ahí. Con la cooperación
y la ayuda mutua, nuestros antepasados, verdaderos protagonistas de este libro,
lograron sobrevivir en tiempos difíciles, de escasez, y también progresar en
épocas mejores. Nosotros hemos querido seguir su ejemplo, pues creemos en la
gran energía transformadora del apoyo mutuo y de la solidaridad humana.
Queremos agradecer y resaltar
especialmente, pues es una parte fundamental de estos libros, el magnífico
trabajo y la gran sensibilidad hacia la gente, el paisaje y la arquitectura
popular de aquellos fotógrafos que hace algunas décadas recorrieron las islas
con sus cámaras, y cuyas imágenes, que nos han facilitado generosamente,
ilustran este libro: Francisco Rojas Fariña, Francisco Ojeda Espino, Marcos
Bello García, Carlos A. Schwartz…, así como otros muchos fotógrafos anteriores
que desde mediados del siglo XIX visitaron o vivieron en estas islas y cuyas
magníficas fotografías son hoy un testimonio de valor incalculable y que
pertenecen a diferentes archivos públicos y colecciones privadas de las islas y
también de fuera de ellas.
También aprovechamos la ocasión
para informarles de que, como fruto de este trabajo colectivo, en diciembre de
2014 recibimos un premio del Colegio de Geógrafos de Canarias: “Por su destacada labor de difusión del
conocimiento geográfico, la valorización y protección del patrimonio natural y
cultural de Canarias”. Y el pasado mes de septiembre el reconocimiento internacional
de la KiP School, de Naciones Unidas, y su programa IDEASS, que nos invitaron a
participar y presentar Rincones del
Atlántico en su pabellón de la Expo de Milán y en la escuela de verano
sobre Desarrollo Humano Sostenible, pues, según sus palabras: “Rincones del
Atlántico representa una iniciativa
ejemplar para promover procesos de desarrollo basados en la valorización de los
recursos naturales, humanos, materiales, históricos y culturales del territorio
y en la aplicación de las más avanzadas tendencias para un mundo sostenible”.
Más información en: http://www.rinconesdelatlantico.es/blog/2015/12/rincones-del-atlantico-en-el-pabellon-kip-de-la-expo-de-milan/
El propósito de Rincones del Atlántico ha sido, desde el
primer número de la revista, transmitir, de una manera divulgativa, amena,
didáctica, con rigor y calidad, el valor y la belleza del paisaje y el
patrimonio natural y cultural de las islas Canarias y la enorme importancia que
tiene su conservación. Entendemos Rincones como una herramienta estratégica que contribuya a darlo a
conocer, valorar y proteger y que ofrezca –desde una perspectiva pedagógica,
ecológica, humanista, ética y constructiva– ideas y alternativas para un
desarrollo realmente sostenible, armónico, racional, ecoeficiente y perdurable,
colaborando desde este rincón del Atlántico a la buena salud de nuestro
planeta. Deseamos y aspiramos a poder caminar juntos hacia una sociedad más
justa y en equilibrio con la naturaleza, que proporcione una vida digna y buena
a quienes ahora vivimos aquí y a las generaciones futuras.
El paisaje
constituye uno de los valores más importantes de la relación de los individuos
y las sociedades con su entorno. Cuando las cosas se hacen de manera correcta y
respetuosa, mejora el bienestar, la autoestima, la identidad y la calidad de
vida de los ciudadanos. Es un derecho vivir en un entorno digno, saludable,
bello, en equilibrio con la naturaleza, y un deber de todos los ciudadanos y de
las administraciones hacer lo necesario para cuidarlo y mantenerlo así para las
generaciones futuras. Es esencial conocer y fomentar la importancia que tiene
la conservación y el cuidado del paisaje, de los recursos naturales y de la
herencia cultural de este archipiélago. Por eso es fundamental sensibilizar a
los estudiantes y a la sociedad en general de la necesidad de proteger los
valores paisajísticos y tomar conciencia de la incidencia de la acción humana
en el medio natural. Apostar por la
calidad del paisaje es apostar por la felicidad y por la calidad de vida de la
población que habita estos territorios.
Con esta obra
queremos propiciar una visión más amplia y profunda del patrimonio: el
patrimonio como el lugar de la memoria, herencia e identidad cultural de un
pueblo. El primer paso para poder
valorar, proteger y conservar nuestra arquitectura tradicional es conocerla,
comprender que es un elemento esencial que embellece y complementa el paisaje
de las islas, que lo revaloriza. Como tradicional, esta arquitectura nos enseña
el conocimiento y los valores de nuestro pasado que se fueron transmitiendo,
durante siglos, generación tras generación; es una parte fundamental de
nuestras raíces culturales. Este elemento patrimonial, tan unido al paisaje
eminentemente agrícola de las islas, representa uno de los bienes esenciales
para conservar lo local, nuestra cultura, tradiciones y memoria frente al vacío
y a la clonación y homogeneización del mundo globalizado. ¿Qué señas de identidad, qué memoria, qué
pasado, qué presente y qué futuro dejaremos a las futuras generaciones si
seguimos maltratando nuestro territorio y dejamos que desaparezca el patrimonio
heredado y la belleza de nuestro paisaje?
Es urgente la
protección y conservación del, por desgracia, cada día más escaso patrimonio
arquitectónico tradicional en el medio rural y el patrimonio agrario en
general, llevar a cabo acciones orientadas al conocimiento, recuperación,
rehabilitación y conservación de este precioso legado, desarrollando los
mecanismos e instrumentos necesarios para ello, así como la conservación del entorno cercano en el que
se encuentra la arquitectura a proteger, sin desvirtuarlo y restaurándolo en la
medida de lo posible, apoyando una agricultura diversa y ecológica, cuidando y
rehabilitando la flora autóctona, plantando árboles, etc.
Aquí termina una
parte de esta aventura comenzada hace doce años, con este pequeño cofre de
papel de unos tres kilos, quizás el peso medio de las piedras que, una a una,
alzaron nuestros antepasados con sus manos para construir los muchos tesoros
que guarda entre sus páginas, varios cientos de casas tradicionales así como
otras construcciones rurales –graneros, alpendres, molinos, molinas, tahonas,
eras, taros, hornos, lagares, salinas, pozos, estanques, secaderos, caminos y
un largo etcétera– que fueron construidas por ellos como cobijo y para
procurarse el sustento, para vivir la vida que les tocó vivir, una vida dura y
difícil, pero que estaba más cerca de la naturaleza, que se adaptaba y convivía
con ella. Y ella, a su vez, les proporcionaba la materia prima, que sus manos
artesanas, con la ayuda de sencillas tecnologías de bajo coste, transformaban
en las herramientas y los útiles necesarios para subsistir: muebles, enseres,
aperos, cerámica, tejas, cestos, esteras, ropa y abrigo… y la tierra que les
nutría, que cuidaban y trabajaban con sus manos y con la cabeza, con el
conocimiento aprendido de sus mayores, con sobriedad, ingenio, eficiencia,
cooperación, apoyo mutuo… valores que, junto a la sonrisa, nos urge recuperar
en estos tiempos, pues debemos cambiar el rumbo al ya casi inevitable
naufragio.
Más información en la web de Rincones: http://www. rinconesdelatlantico.es/ arquitectura-y-paisaje.php
Decía Pier Paolo Pasolini –que
fue un ferviente amante y defensor del mundo rural y de la cultura campesina–:
“Para compensarme, bastará con que vuelva
a la cara de la gente la manera antigua de sonreír; el antiguo respeto a los
demás que era respeto a sí mismos; el orgullo de ser lo que su propia cultura
‘pobre’ enseñaba a ser”.
“La anulación del pasado es la
gran tragedia del hombre moderno y la recuperación de la escala humana es la
gran necesidad”.
“La idiosincrasia de un pueblo
va perdiéndose según avanza la imparable destrucción de todo lo que conforma su
identidad. El nivel básico de identificación es el espacio, tanto el entorno
físico como el formado por los hombres a través del tiempo. Preservarlo con
mimo sería entender la historia como continuo e imprescindible valor del
presente”.
Fernando Gabriel
Martín Rodríguez