La Comisión Ejecutiva del
PSOE de Puerto del Rosario ha aprobado una resolución sobre la necesidad de
establecer, en cierto grado, determinados espacios del municipio en virtud de
su interés histórico y cultural.
“La conservación es un
principio de amor por lo propio valorado. Nuestro sentimiento de pertenencia a
una comunidad, a su historia y a su futuro conlleva un esfuerzo de
consolidación de aquello que ha venido contribuyendo a conformar el corpus del
espacio que habitamos. Puerto del Rosario es ese espacio”, según el secretario
general socialista en Puerto del Rosario, Juan Jiménez.
Puerto del Rosario es un
municipio que atesora ciertos elementos de su arquitectura y, por ende, de su
patrimonio cultural e histórico, susceptibles de ser sometidos a determinados
procesos de protección que redunden en su necesaria conservación en virtud,
precisamente, de los atributos evidentes que registran y que proporcionan al
propio conglomerado urbanístico en el que se incluyen e insertan, un valor
añadido a su recorrido histórico. Esta circunstancia no se circunscribe
exclusivamente a la ciudad, sino también a algunos pueblos del municipio, como
Tetir, La Ampuyenta o Casillas de Ángel.
Para abordar dichos
procesos, hay que tener en cuenta que Puerto del Rosario dispone actualmente de
un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), recientemente aprobado, que
contempla modificaciones sobre las anteriores herramientas administrativas de
protección sobre determinados elementos valorables desde la óptica histórica,
que con el nuevo PGOU desaparecen. Este hecho dificulta, en cierto modo,
cualquier iniciativa encaminada a proporcionar una pátina conservacionista en
cualquier espacio que se considerara óptimo para ello.
Nuestra historia y nuestra
cultura son producto de una trayectoria de construcción antropológica que ha
conformado la ciudad y el municipio que hoy conocemos. El paso del tiempo,
inexorablemente, modifica la faz de nuestro espacio, por lo que el de Puerto
del Rosario no es una excepción a ese axioma. Ese transcurrir histórico
trasplanta igualmente la estética de nuestros pueblos, por lo que la memoria de
los mismos se podría transgredir si no fijamos sus vestigios tangibles.