Presentación del libro y del poeta Jaime Siles por Ángel Díaz Arenas
Con motivo del recital que el poeta Jaime Siles fue invitado a recitar
y leer en el Instituto Cervantes de Viena el jueves 14 de abril de 2011, es
decir, dos días antes de cumplir sus 60 años el sábado 16, nos encontramos en
un restaurante italiano de dicha capital austriaca cuatro personas: Carmen de
Lastra, Montserrat Cervera, Jaime Siles y un servidor (invitado a presentar al
poeta y moderar el acto).
La cuestión es que una vez ida Carmen, debido a que
tenía que preparar un viaje para un congreso en Santiago de Compostela, nos
quedamos de amable y española tertulia Montse, Jaime y Ángel y durante esta
larga y animada velada -plena de recuerdos, alegría e intereses comunes-, LA
POESÍA, el que escribe estas palabras dijo y esto sin asomo de mala intención:
«¡Jaimes, es que los poetas vivís demasiado!» Jaime me miró con asombro y,
después de meditar brevemente, asintió: «Tienes razón Ángel».
Y además añadió:
«Lo que acabas de decir es muy bueno». Y seguí comentando (sin precisar
edades): «Recuérdate de Espronceda (32 años), de Bécquer (44), etc. Y ahora
mira hacia Gil de Biedma (61), Colinas (*1946), Carnero (*1947), etc. Y
veamos un caso extremo en esta línea, y sobre todo con el ritmo de vida que él
llevaba, el de Pepe Hierro (80). Y sumemos a esta tragedia los nombres de
García Lorca (38), Miguel Hernández (32) y un sinfin de etcéteras. Y creo que
añadí para «rizar el rizo»: «Lo que quiere decir que la poesía está pletórica
de salud y vida. Los tísicos ya no existen...» Y ahora veamos un caso
actual y circunstanciado de alguien que escribió en su juventud algo de poesía
comprometida o «política», como él mismo dice, y que sí ha destacado en el
mundo de la novela testimonio, Jorge Semprún, fallecido el martes 7 de junio de
2011 a la casi edad de 88 años. Es evidente que el escrito
presente en estas páginas no estaba previsto y ni siquiera pensado. Pero
incluso el mismo Jaime Siles opinó, con motivo de una lectura previa que de él
hizo, y me escribió (e-mail: 2.06.2010):
«Querido
Ángel: he leido tu amplio trabajo sobre mí, que te agradezco... » Pero como
dicho, el texto no estaba pensado y tampoco programado como publicación
autónoma. Es más, en las líneas finales de mi libro, Evolución poética de
Jaime Siles, escribí en su página 392:
Con estas palabras llegamos al final de este libro y
a una larga dedicación a la obra de Jaime Siles.
Jaime, creo que ha llegado el momento de
despedirnos. Éste es un adiós a tu obra poética y un Auf Wiedersehen al amigo de siempre y para
siempre. Seguiré siendo tu lector atento e incondicional de tu obra pasada,
presente y futura, pero escribir sobre ella ya no lo haré con esta dedicación y
en esta dimensión, sobre todo porque tu obra es futura. De tanto ‘perder’ ya
hay poco que ‘perder’. Y ‘perder’ lo que todavía no se posee es mucho ‘perder’.
¡Adiós! Y ¡Auf Wiedersehen!
Como canto final de «cisne» conviene leer las
emotivas y sentidas palabras que la «Presentadora» de dicho texto, Irma
Emiolozzi, redactó desde su lejana patria chica o grande (si tenemos en cuenta
la dimensión de la pampa argentina) para llenarse de adioses y reminiscencias. Ahora bien, fui a Viena para presentar y
moderar el recital de dicho poeta y en el par de días que estuvimos viendo
exposiciones, asistiendo a recepciones y caminando por las calles de una Viena
inundada en lluvia, hablamos de muchas cosas y sobre todo de recuerdos lejanos
y particularmente del memento en que nos conocimos, cuyas palabras cierran el
acto de presentación que hice de Jaime Siles en la bella Biblioteca (a la que
proyecta ceder una parte de la suya) del Instituto Cervantes de Viena el 16 de
abril de 2011 hacia las 19 horas y que titulé y titulo «Viena y Machado en el pasado» y éstas dicen:
Pero
antes de cerrar definitivamente esta breve presentación el que dice estas
palabras recuerda exactamente un sábado 2 de marzo de 1985 en el que
acudió a Viena y fue acogido por el Director de aquel momento del Instituto
Español de Cultura (Goldeggasse 7) para hablar ni nada más ni nada menos que de
la “Autoría del Autor y de la Lectoría del Lector en el poema «Retrato» de
Antonio Machado”. Y esto sabiendo y conociendo la posición estética de rechazo
que casi todos los «novísimos» sentían por la obra del poeta fallecido en
Collioure.
Pero
para negar algo hay que conocerlo y eso «me curaba de males» y YO SÉ que Jaime
Siles sí ha leído y muy bien la obra de Antonio Machado. Recuerdo palabras
dichas para la revista Al Norte del Instituto Cervantes de Bremen.
Ése
fue nuestro primer encuentro y Jaime quiero agradecerte y expresarte mis
gracias más sinceras por haberme invitado y esto te lo repito hoy jueves 14 de
abril de 2011, es decir, 26 años después. Aquel día muy pasado tú eras el
anfitrión y yo el invitado. Hoy somos ambos invitados. Pero EN AQUELLOS TIEMPOS
TODOS ÉRAMOS JÓVENES Y EL MUNDO NOS PERTENECÍA.
Gracias
Lo importante de este nuestro nuevo
escrito radica en una ampliación informativa y también de algún modo
sentimental, debido a que en él dedicaremos espacio a transcribir dedicatorias,
cartas, correos y otros documentos y datos que, aunque aparentemente
irrelevantes, contextúan la producción y recepción de un texto. Y además
ofrecen pistas para que los estudiosos futuros y fuera de época tengan una
visión de las producciones pasadas de un poeta joven que va madurando en la
vida y en la obra y cómo éstas funcionaban. «rizar el
rizo»: Al interesado al estudio de Jaime Siles nos
permitimos aconsejar leer el artículo de Antón García-Fernández (The University
of Tennessee at Martin, USA): Jaime Siles y los signos de la poesía,
(Vigo, 18/02/2015). Crítica Bibliográphica. Editorial Academia del Hispanismo,
cuyas primeras frases dicen: «En el volumen
que nos ocupa, el profesor Ángel Díaz Arenas, docente de reconocido prestigio
cuya actividad se ha desarrollado particularmente en el ámbito universitario
germano y autor de una obra crítica notable y de indiscutible calidad, nos
ofrece uno de los acercamientos a la vida y a la obra literaria del poeta
valenciano Jaime Siles más completos y detallados que se han publicado hasta la
fecha.
Como deja entrever ya el propio título del libro, se trata de un
homenaje al quehacer poético de Siles que nace de la admiración que el crítico
siente hacia la obra del poeta, así como de la longeva amistad que une a ambos.
Pero, como Jesús G. Maestro señala en el prólogo, no es este homenaje una mera
hagiografía desprovista de significado, sino que el trabajo de Díaz Arenas debe
ser alabado por el rigor científico de una lectura enraizada en la semiología y
basada en los criterios objetivos del formalismo y del biografismo, que aquí se
complementan mutuamente a la perfección».