Todavía hay tiempo por Domingo Fuentes Curbelo

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Han pasado ya tres meses desde las elecciones del 20-D, y desde el sábado 5 de marzo se puso en marcha el cronómetro que va restando los días que quedan para la convocatoria de unas nuevas elecciones, que serían el 26 de junio, en el caso de que en estas cinco semanas el presidente del Congreso, Patxi López, no pudiera presentar al Rey una nueva propuesta de candidato con posibilidades de formar Gobierno.

 Es difícil que esto suceda, tal como están colocadas las piezas en el tablero en este momento, pero no imposible. Es más, creo que las fuerzas políticas del cambio (PSOE, Ciudadanos, Podemos e IU) no deberían desaprovechar la oportunidad de promover una segunda transición que garantice al menos un periodo tan largo de convivencia como nos ha garantizado la primera, que desembocó en la Constitución de 1978.

Sólo estos partidos, PSOE, Podemos , Ciudadanos e Izquierda Unida que concurrieron a las elecciones proponiendo un cambio de rumbo en las políticas desarrolladas por el PP en estos cuatro años, suman unos 15 millones de votantes. Esos ciudadanos, independientemente de que se coloquen en la el centro derecha, en el centro izquierda o en la izquierda, han votado por desalojar del Gobierno a la vieja derecha del PP, que, además de incumplir todas sus promesas electorales, no ha traído más que sufrimiento y deterioro del Estado de bienestar con su política de recortes y austeridad extrema. 

El Partido Popular se encuentra metido además en un pantano de corrupción que afecta directamente a sus líderes nacionales y regionales. Y ante esta gravísima situación,  el presidente del partido, Mariano Rajoy, ampara y da aliento a los corruptos, y los demás dirigentes populares miran para otro lado, como si esto no fuera con ellos. 

Serían líderes del perfil de Sánchez, Iglesias, Rivera y Garzón, confrontados con la vieja derecha que ahora encarna Rajoy, los llamados a olvidar el regate en corto, la política de vuelo raso y, en un ejercicio de generosidad, visión de futuro, diálogo y patriotismo, dar un paso adelante y liderar el proceso hacia esa segunda transición.
 
Se trataría de conseguir en estas cinco semanas al menos un acuerdo de investidura, como ha apuntado la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Es probable que objetivamente no sea posible un Gobierno en el que estén al mismo tiempo Podemos y Ciudadanos, porque en muchos aspectos sus programas son divergentes, pero eso no quita para que Sánchez, Iglesias, Rivera y Garzón puedan llegar a un entendimiento de mínimos y firmar una alianza de investidura

En este sentido, Carmena ha recordado su experiencia, que consistió en tratar de conseguir acuerdos de investidura con el PSOE y con Ciudadanos en lugar de pactos de gobierno. Y, aunque al final sólo consiguió los apoyos del PSOE, asegura que el aval de Ciudadanos, que no se produjo, «hubiera sido bienvenido».
 
Si se lo proponen, el PSOE, Podemos, Ciudadanos e Izquierda Unida podrían revertir la deriva autoritaria del PP, que ha abusando estos últimos cuatro años de su mayoría absoluta en el Congreso y el Senado. En un momento tan delicado de la historia de España, no es de recibo ir por ahí poniendo vetos. No vamos a sentarnos con Ciudadanos. No vamos a sentarnos con Podemos. 

Eso es lo que escuchamos. ¿Pero por qué? En política hay que hablar con todo el mundo. ¿Por qué no? Estoy seguro que los 15 millones de ciudadanos que votaron a estos partidos verían con buenos ojos que se abriera una mesa de diálogo entre las fuerzas políticas de izquierda y de centro con el objeto de tratar de conformar un Gobierno que sacara al PP de la Moncloa y evitarnos unas nuevas elecciones. 

Pero para que pudiera constituirse esa mesa negociadora habría que partir del hecho de que en política, como en casi todo en la vida, a veces no se puede ir a por todas, sino avanzar en lo posible. Dejando lo que nos separa a un lado

 Quiero decir que no se podría poner sobre la mesa,  por ejemplo, el referéndum para la autodeterminación de Cataluña, o la solicitud de ayuda a los partidos independentistas catalanes (ERC y DiL) para conseguir una eventual mayoría que sumara los 176 escaños. Los de la primera Transición hicieron ese ejercicio de renuncias y de entendimiento de manera sobresaliente.
 
Para un acuerdo de investidura de las fuerzas del cambio, en las políticas sociales no habría grandes diferencias: todos coinciden en los planes de emergencia social para atender a los más desfavorecidos por la crisis, y las recetas del austericidio. Y en las económicas, aunque es cierto que hay algunas discrepancias importantes, éstas no son insuperables: hay importantes puntos de encuentro para garantizar el crecimiento económico, la creación de empleo y la confluencia europea

Y con respecto a la cuestión territorial, un Gobierno apoyado por un amplio arco parlamentario de centro izquierda (más de 200 diputados y diputadas) podría sentar las bases para una España nueva, con nuevos líderes: Sánchez, Iglesias, Rivera y Garzón. Incluyendo en ese pacto la reforma federal de la Constitución que permitiera una solución satisfactoria para el encaje definitivo de Cataluña en España.
 
Frente a una supuesta gran coalición por la derecha (PP, PSOE, Ciudadanos), creo que los españoles verían con mejores ojos una gran coalición de centro izquierda (PSOE, Podemos, Ciudadanos) que impulsara un programa de gobierno progresista, que fuera capaz de devolver a los españoles los derechos y libertades que hemos perdido en estos cuatro años de gobierno del PP. 

  Por ello, las fuerzas del cambio no deberían poner reparos a la investidura del socialista Pedro Sánchez. No deberían dejar pasar la oportunidad de poner en la oposición a la vieja derecha española del PP. Además de evitarnos otras elecciones, que arrojarían más o menos el mismo resultado que el 20-D, ese nuevo partido de centro derecha como es Ciudadanos (que al menos no es corrupto, ni tiene infiltrados a franquistas en sus filas) tendría su oportunidad de ocupar definitivamente el espacio político del centro derecha y dejar reducido al PP a la mínima expresión, el refugio de la derecha más cavernícola española, esa que de cuando en cuando saca pecho y empuja al PP a tomar decisiones que nada tienen que ver con un estado aconfesional, democrático y de derecho. 

Y, si Podemos se replantea su negativa a propiciar la investidura de Sánchez, ganarían tiempo para consolidar su identidad y calmar las convulsiones internas que están sufriendo en los últimos tiempos.

Es probable que un pacto de centro izquierda tuviera fecha de caducidad temprana (los pactos de la Moncloa también fueron breves), pero además de los objetivos que se han reseñado, el país no tendría que aguantar al PP hasta septiembre de este año, que es la fecha en la que se elegiría el Gobierno que saliera de las elecciones del 26 de junio, en las que a lo peor entonces ya sí sumarán las derechas. 

Cualquiera sabe. Y tendríamos una propina de cuatro años más de recortes y sufrimiento que caerían como una losa de nuevo sobre las espaldas de los más débiles y vulnerables. Estoy seguro de que con un Gobierno de cambio, con apoyo amplio, generoso y con visión de futuro, en poco tiempo tendríamos un país distinto, en el que se respiraría un aire renovado y se abrirán las puertas de la regeneración democrática, que sin duda traería nuevas oportunidades para seguir progresando. Todavía hay tiempo.

  

Domingo F. Fuentes Curbelo

Domingo F. Fuentes Curbelo
Soy canario, de la isla de Fuerteventura. Licenciado en Filología Inglesa. Profesor de IES San Diego de Alcalá de Puerto del Rosario. Socialista. He sido consejero y vicepresidente del Cabildo de Fuerteventura, diputado del Parlamento de Canarias y senador por la comunidad Autónoma de Canarias. Escribo en mis ratos libres y he publicado varios libros (novela y poesía).