Toros,Toreo y Literatura 5, : (Jorge Semprún, Domingo González Lucas, alias Dominguín, y Hernest Hemingway por Ángel Díaz Arenas

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(Jorge Semprún, Domingo González Lucas,

alias Dominguín, y Hernest Hemingway)

Ángel Díaz Arenas

El que escribe estas líneas es originario de Santander (Cantabria) y aunque sabe que en dicha ciudad hay una Plaza de Toros sólo puede decir que asistió en su juventud a una corrida, en compañía de su padre; es más, puede añadir que al ser vegetariano no es partidario de matanzas, sangre y cosas parecidas. Ahora bien, hace poco falleció un paisano y buen amigo y con motivo de dicha muerte y desaparición de un colega -profesor en la Universidad de Berna- hizo una nota que fue publicada en Fuerteventura Digital, cuyo título dice, “JOSÉ MANUEL LÓPEZ DE ABIADA HA MUERTO (Zúrich: 15.01.2022)”1, texto editado que envió indirectamente al buen amigo, colega y poeta Jime Siles, recibiendo, como respuesta una nota fúnebre-poética, cuyo título expresa, “Un soneto-taurino de Gerardo Diego: su «Oración por Juan Belmonte»”2, escrito que le sorprendió de algún modo, lo mismo que en su día también le asombró otro poema suyo que se titula “3.3. «Ashraf Fayad escribe desde la cárcel»”3, porque habiendo escrito y publicado cuatro (4) libros sobre la vida y obra de dicho poeta4 ignoraba dicha afición y pasión, ya que le conocemos particularmente como «Novísimo», lo que tal vez motivó la segunda parte del título de nuestro cuarto libro que dice “(Cuando éramos jóvenes y creíamos en la inmortalidad 35 años después: 1985 → 2020)”:





Siendo así que él mismo se puso a redactar, como discreta respuesta, un escrito no dedicado a “Gerardo Diego y su «Oración por Juan Belmonte»” (ni “soneto infame” a “Hedilla”), sino a

 

1. “Jorge Semprún, Domingo González Lucas, alias Dominguín, y Hernest

Hemingway”

que es lo que aquí sigue. Es evidente que el paso del tiempo puede matizar los recuerdos de “los espacios de la memoria.”5 Y ya que conocemos el primer libro de Jorge Semprún -El largo viaje6- hablemos de los posibles futuros, recordando lo que Rosa Mora escribe en su artículo titulado “El último superviviente”7:

Jorge Semprún está también trabajando en una novela “española”, que piensa entregar a la editorial Tusquets en otoño. “Es la primera novela-novela que escribo en español y con tema español. Transcurre en 1956 en una finca de Toledo y con personajes españoles”.

Novela sobre la que también le confiesa a José Luis Barbería, periodista que le pregunta (P) y él responde (R):

P. ¿En qué trabaja ahora?

R. Estoy escribiendo mi primera novela en castellano, una novela-novela, que trata de una familia española de 1956, en la que pesa mucho el recuerdo de un asesinato ocurrido 20 años antes, en los primeros días de la guerra civil. Domingo Dominguín es uno de los personajes reales.8

Libro futuro sobre el que también le comenta el periodista Oscar Caballero (O.C.) de la revista Qué Leer, quien le pregunta,

O.C.: Hace diez años, en una entrevista, me adelantó que, en un refugio castellano, escribía su primera novela en español. Poco después le nombraron ministro. ¿Qué fue de aquella novela?9

Pregunta a la que Jorge Semprún (J.S.)





 contesta del siguiente modo:

J.S.: Estoy en ello. Pero escribir en castellano es para mí un cambio total. Y no lo digo como un lingüista ni como un crítico, sino como novelista. Se modifica hasta el enfoque. No es sólo un problema narrativo, sino vital: un debutante con varios libros publicados...

He aquí algo de la historia de su primer libro, El largo viaje, y también algo de su proyectado libro futuro (del primero al último),

 

1.1. La historia de la familia española de Toledo (Quismondo)

, libro futuro “de la familia española de Toledo” (en aquel entonces) que ya es una realidad y que se titula Veinte años y un día10,




 

novela que es su tercera obra (aparte y además de Autobiografía de Federico Sánchez11 y Federico Sánchez se despide de ustedes12) completamente redactada en lengua castellana y que trata primordialmente de la pre-, guerra y postguerra civil de España. Ésta apareció en España en el mes de septiembre de 2003 y sobre ella escribió la prensa alemana algún tiempo más tarde: “Das habe ich auf Spanisch erlebt”13 (Lo he vivido en español). Obra que con fecha del jueves, 15 de abril de 2004, mereció recibir el “Premio Fundación Lara”, galardón sobre el que la prensa del 16 escribió:

Once editores reconocieron ayer Veinte años y un día, la primera novela que Jorge Semprún ha escrito en castellano, como el mejor libro de ficción publicado en 2003. La novela editada por Tusquets obtuvo el III Premio Fundación José Manuel Lara Hernández, que dedica 150.000 euros a promocionar el libro ganador. Semprún se impuso a cuatro finalistas: Las trece rosas, de Jesús Ferrero (Siruela); Jardines de Kensington, de Rodríguez Fresán (Mondadori); Los amigos del crimen perfecto, de Andrés Trapiello (Destino); y El tiempo de las mujeres, de Ignacio Martínez de Pisón (Anagrama). Semprún (Madrid, 1923) recibió la noticia en París, y en una breve rueda de prensa telefónica con los periodistas que asistieron en la Casa de América al anuncio del fallo expresó su alegría y emoción porque su primera novela escrita en español haya logrado este reconocimiento. El ganador, que recordó que sigue viviendo en la esquizofrenia de sus tres lenguas (francés, español y alemán), consideró “presuntuoso” prever si a su edad, 80 años, le quedan aún muchos libros por escribir, pero sugirió que se animará a escribir otra novela en español si detecta una “buena acogida de los lectores.”14

Libro de 290 páginas que lleva escrito en la última portada: “Quismondo15, Toledo, 18 de julio de 1956. 


En su finca La Maestranza, veinte años después del estallido de la guerra civil, los Avendaño han decidido celebrar por última vez la ceremonia expiatoria en la que, ritualmente, en cada aniversario, reproducen la ejecución del hermano menor a manos de los campesinos. Entre los invitados, un hispanista norteamericano intrigado por tan extraña costumbre, y un comisario de la Brigada Político Social empeñado en dar con un tal Federico Sánchez, agente comunista. Por diferentes motivos, ambos comparten el mismo interés en indagar en la historia reciente de la familia, sobre todo en las relaciones secretas de la bellísima y enigmática viuda, Mercedes Pombo. En la fragmentada sucesión de encuentros y tiempos, se superponen y complementan las versiones, que van reconstruyendo los hechos fatídicos que dieron origen a la ceremonia, pero también surgen aciagas revelaciones de ocultas relaciones eróticas en el ambiente espeso y violento de la posguerra”. 


Recordemos que esta obra fue presentada en el Instituto Cervantes de Múnich con fecha del jueves 24 de febrero de 2005 a las 19.30 horas como anuncia Volker Isfort en su “Büßer, Brot und Spiele. Jorge Semprúns neuer Roman <Zwanzig Jahre und ein Tag>”16 y tal como escribe en su página 18 el programa de dicho Instituto,



, “Jorge Semprún: Zwanzig Jahre und ein Tag17“ (Veinte años y un día), acto que fue moderado por Franziska Augstein. En la presentación que hizo en Múnich de la traducción de sus Veinte años y un día al alemán, Zwanzig Jahre und ein Tag, aclaró algo del trasfondo y marco del libro e incluso puso nombres concretos e históricos a un par de personajes. Por ejemplo, al comisario de policía don Roberto Sabuesa (de sabueso), al que le corresponde el real de Roberto Conesa18, etc. 


Historia real y anécdota ficcionada sobre las que le cuenta a JOSÉ ANDRÉS ROJO en su «ENTREVISTA: JORGE SEMPRÚN | ESCRITOR. “El siglo XX no se puede entender sin la generosidad de los comunistas”»19,

 «El 18 de julio de 1936, el hermano menor -y el más liberal- de los Avendaño fue asesinado en su finca de un pequeño pueblo, Quismondo, de Toledo. Se lo llevó por delante una turba de campesinos soliviantados por la fiebre revolucionaria que acababa de desencadenar el alzamiento contra la República. 

Una vieja historia trágica de la Guerra Civil, que la familia Avendaño reprodujo ritualmente en fecha tan señalada después del triunfo de Franco -de nuevo los campesinos del lugar asesinando, teatralmente, a uno de los dueños de la finca- para recordar que los vencidos, además de vencidos, fueron unos asesinos. 


Con esa historia, con la visita de un hispanista a la finca para asistir a la ceremonia ritual del crimen en 1956, empieza Veinte años y un día, la última novela de Jorge Semprún (Madrid, 1923), que llega en los próximos días a las librerías publicada por Tusquets y que aparecerá, en octubre, en Círculo de Lectores. “Un buen día, hacia finales de los cincuenta, me di cuenta de que algo había cambiado definitivamente” - “Las democracias vuelven a estar en crisis. Pero ya no hay alternativas, aunque sean ilusorias”. 


Se trata de la primera de las novelas que Semprún escribe directamente en español. Está en ella el telón de fondo de la Guerra Civil, con el recuerdo del crimen y el intento fallido de una nueva ceremonia ritual (en esa ocasión, en 1956, los campesinos se niegan a representarla), pero también está la España de los años cincuenta, aquélla en la que Federico Sánchez, álter ego del propio Semprún, desarrolla su trabajo como agente comunista, y están los que fueron haciendo la batalla minúscula de socavar una dictadura. 


Están también los dramas familiares, la fascinante presencia de Mercedes Pombo (la viuda del Avendaño asesinado), hay amor y erotismo y los rebuscados caminos que siguen las pasiones. Lo gobierna toda esa escritura de Semprún, atenta a los detalles, que se escapa del primer plano para organizar los hilos de las historias desde la transparencia del que tiene algo que contar, y lo cuenta. 


Semprún tiene mucho de donde tirar porque su vida es una vida que son muchas vidas. Estuvo en la Resistencia contra la ocupación alemana y fue enviado al campo de concentración de Buchenwald. Estuvo en el Partido Comunista y desarrolló entonces su actividad clandestina en España contra la dictadura. En 1964, fue expulsado del Comité Central de aquella organización. Más adelante, fue ministro de Cultura entre 1988 y 1991 cuando gobernaban los socialistas. No ha dejado de escribir: guiones, novelas, textos autobiográficos... 


Ahora ha vuelto sobre una época de su larga trayectoria. Y lo ha hecho desde la ficción, con una novela que incorpora muchos personajes reales: Hemingway, Domingo Dominguín, Javier Pradera, Enrique Múgica, Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Benet y otros muchos. Sigue la entrevista (P: Pregunta / R: Respuesta): Pregunta. ¿Dónde empieza en realidad esta historia? / Respuesta. En una cena con Domingo Dominguín y Hemingway, en la que me cuentan aquella ceremonia. Lo que me impresionó no es el crimen, que por aquella época hubo muchos, sino su representación ritual un año tras otro. / P. Así que la lleva muchos años encima. ¿Desde cuándo? / R. Aquella reunión tuvo lugar alrededor del 53, pero la idea de contarla se impuso después, hacia 1959. En otra cena, en la que estaba Juan Benet20, que todavía no había publicado nada pero que ya tenía el prestigio de ser un escritor. Fue él el que comentó que la anécdota era el embrión de una novela. “Es puro Faulkner”21, dijo. Y me di cuenta de que alguna vez la iba a contar. / P. En la novela está la Guerra Civil, pero luego se va deslizando la España de los años cincuenta, con la actividad clandestina de Federico Sánchez y la capacidad represora del régimen.../ R. Mi vida durante aquellos años no fue la vida normal de cualquier ciudadano, fue la vida clandestina de un comunista. No trataba con gente corriente, sino con otros militantes o personas próximas, como se les decía. Pero yo viví la transformación de este país. 


Un buen día, en la plaza de España, hacia finales de los cincuenta, me di cuenta de que algo había cambiado definitivamente. Había allí chicos y chicas que volvían de pasar el día en el campo, y por su forma de tratarse, por su frescura, por el color de sus ropas y sus ademanes, comprendí que ya no era la España contra la que luchábamos los comunistas. 

Existía una clase media, ya no eran los tiempos del hambre y de la terrible represión. Había que cambiar de estrategia. / P. Su novela, sin embargo, reconstruye la época anterior. / R. Cuando empiezan los años cincuenta, la represión ha sido tan radical que ya no quedan en realidad focos de resistencia. No queda nada de nada. 


Un año decisivo es 1948, cuando una delegación española se reúne con Stalin.22 Éste propone allí un giro radical. Considera que hay que abandonar la lucha de guerrillas y que hay que sustituirla por una actividad pacífica de movilizar a las masas. De lo que se trataba era de proponer la reconciliación nacional. / P. Así que las consignas vienen de fuera.../ R.


Resulta paradójico que fuera Stalin, que en esos años ya había sido contestado desde distintos frentes, el que propusiera que había que utilizar los sindicatos verticales del régimen para empezar a propiciar los cambios. 


Los comunistas españoles lo entendieron en principio como una aberración, pero obedecieron, y de ahí surgió Comisiones Obreras. Había una pequeña brecha democrática en los rígidos sindicatos verticales: las elecciones de los enlaces. A partir de ahí, de militantes anónimos que consiguieron ser elegidos, se empezó a generar una lucha con una orientación distinta. / P. El comunismo, tal como se ve desde ahora, ha resultado un fracaso. ¿Cómo se vivía entonces? / R. No siempre coinciden los tiempos históricos con los tiempos personales. 


Es posible que muchos comprendieran que ese ideal, el comunista, había ya sido traicionado en los años treinta, y que estaba destinado a fracasar. Hubo otros que lo comprendimos más tarde. Sobre todo, en España, donde el Partido Comunista fue la única fuerza organizada que luchó de forma real y eficaz contra la dictadura, desde 1939 hasta que Franco murió.


 Con todos sus errores, que igual fueron mayores que sus aciertos, no cejó un momento en su empeño de cambiar las cosas, y a la larga eso facilitó la transición. El ideal comunista fue real, y sin la generosidad y la abnegación y el sacrificio de tantos que lucharon por cambiar el mundo no se puede entender la historia del siglo XX. / P. Aunque al final fuera un tremendo fracaso.../ R. Es necesario ver las cosas con una cierta distancia. 


En los años treinta, las democracias parlamentarias estaban muy desprestigiadas, por su corrupción, y el capitalismo parecía que se iba al garete con el crack del 29. Y había una alternativa. Que luego se vio que no era tal, pero entonces el prestigio de la revolución rusa existía. 


Incluso más adelante, cuando las tropas soviéticas tomaron Berlín al terminar la II Guerra Mundial, se tuvo la ilusión de que existían otras maneras de gobernar. P. ¿Y hoy? / R. Las democracias vuelven a estar en crisis y la política está desprestigiada. Pero ya no hay alternativas, aunque sean ilusorias.


 / P. Por cierto, es su primera novela escrita en español. / R. Empecé El largo viaje en España y la escribí en francés porque en esa lengua había vivido los hechos que allí narraba. ¿Por qué seguí escribiendo en francés? Por la censura. Lo que cuento ahora lo viví en español, así que decidí afrontar el riesgo de contarlo en esa lengua», paso previo que nos permite ir al siguiente y a conocer o recordar a uno de los muy nombrados (Hemingway, Domingo Dominguín, Javier Pradera, Enrique Múgica, Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Benet)