Toros,Toreo,Literatura ( 4 ) : Jorge Semprún, Domingo González Lucas, alias Dominguín, y Hernest Hemingway por Ángel Díaz Arenas

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(Jorge Semprún, Domingo González Lucas,

alias Dominguín, y Hernest Hemingway)

Ángel Díaz Arenas

 

1.1.4. “LUIS MIGUEL DOMINGUÍN

A corazón abierto de CARLOS ABELLA




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, que publicó Espasa Calpe en 1995. Lo compré en su día porque lleva un prólogo de Jorge Semprún, y lógicamente no me pude sujetar. No es un buen prólogo, pero cuenta, por ejemplo, como comiendo un día en Quismondo con Domingo padre y Gracia la madre, se presentó a los postres la Guardia Civil. Domingo hijo, con su cachondeo y arrojo, les invitó a una copa para que pudieran compartir mesa con el representante del clandestinísimo PCE en España. Pero no es en esa ocasión cuando conoce a Luis Miguel; cuenta que le conoce en Mouguins (donde murió Picasso), Niza y Vallauris, celebrando el 80 cumpleaños de Picasso.


 Ya se lo había presentado Domingo en 1956, pero es en esa ocasión, año 1961, cuando “se conocen”. En 1956 Federico Sánchez se llamaba Agustín Larrea. “Ya he dicho en alguna ocasión con cuanta prudencia, con cuanto sigilo, con cuanta generosidad siempre manejó Luis Miguel, para ocultarnos y para protegerme, los datos que había ido adivinando o coligiendo, relativos a mi verdadera función, a mi verdadera identidad. No se me escapa que al protegerme, Luis Miguel protegía sobre todo a su hermano Domingo; que lo que en él predominaba era el espíritu de solidaridad de la familia…”. Efectivamente funcionaban como clan; Domingo no toleraba que se hablase mal de Luis Miguel en su presencia.

 



“Por ello, cuando Luis Miguel me llamó por teléfono no dudé un instante en aceptar lo que pedía” (el prólogo), “Somos coetáneos, ya que nació en 1925, y yo en 1923…” sigue diciendo Jorge Semprún en ese prólogo. Por Picasso la hija se llama Paola. Estuvieron en el 80 cumpleaños, además, -y entre otros-, Rafael Alberti, Mª Teresa León y Aitiana, la hija de ambos. Lo cuenta también Mª Teresa en sus “Memorias de la melancolía”. Luis Miguel conservaba en su casa, junto a pinturas casi chinescas de Alberti (en un momento dado le había comprado algunas para ayudarle), los versos que empiezan así: “Luis Miguel. / Vuelvo a los toros por ti / yo, Rafael. Por ti, al ruedo, / al redondel / -¡ay, con más años que miedo!- / Luis Miguel…” Y otro datado en Roma 1970; “Alza el ruedo un zumbido / de asombro y maravilla / girando en la cuadrilla / un cometa encendido. / Ciego arranca el toro…” “Le encantaba –evoca Luis Miguel- que Domingo y yo le lleváramos de juerga, pero la mayoría de las veces Mª Teresa León no le dejaba”. ¿Cómo es posible que el gran amigo del Marqués de Villaverde, el compañero de caza de Franco, y franquista hasta las cachas, fuese así?…

 




“Ha simultaneado ambientes perteneciendo a todos, y dejando que todos creyeran que pertenecía al suyo”. En una entrevista con Rosa Montero confiesa su admiración por Jorge Semprún; incluso recuerda que le escribió a Camilo Alonso Vega en 1967 para que le diera el pasaporte español. Y supo, prácticamente desde el primer momento, de su doble identidad. Cuando Lucia Bosé llega a España para rodar con Bardem, Luis Miguel estaba con Ava Gardner; dos meses después se casaban en Las Vegas. Y más tarde por la iglesia para mantener su posición. Visconti apadrina a su hijo, Picasso a su hija. Ortega y Gasset va a Quismondo; y Luis Miguel alterna con Cocteau, Dionisio Ridruejo, Julio Camba, Agustín de Foxá, Dalí, Miguel Utrillo… Y fue sin duda el latin lover más importante del momento. 


Dedica páginas el libro a hablar de sus conocidas. Domingo se pega un tiro en octubre de 1975; muere un mes antes que Franco, y por las mismas fechas que Antonio Bienvenida. Los Dominguines han sido muchos, y han tenido de todo (un hijo de Domingo es portero de la Plaza de Toros, o algo así). Pero la saga es divertida, y no solo por los hijos de Luis Miguel y Lucia Bosé. De su hermana Carmen, que se casa con Antonio Ordóñez, vienen los Paquirris, Fran Rivera (que se casó con la hija de la Duquesa de Alba), etc. 


La otra hija, Belén, también se casó con torero: Juan Carlos Beca Belmonte, de los Belmonte’s de toda la vida. La hija de Domingo se casa con Curro Vázquez. Ángel Teruel se casa con Lidia, una de las hijas de Gracia… Vamos, que me podía haber escrito yo solito el ¡Hola! Sigue: Una respuesta a

 

1.1.5. “DOMINGO DOMINGUÍN


 (17 octubre, 2015 en 11:27): «José Luis Rodríguez Peral47 dijo: Conocí a Domingo Dominguín durante mi adolescencia, en los periodos en los que en solitario, junto a su hermano Pepe o con otros empresarios taurinos, gestionaba la plaza de Vista Alegre o apoderaba a Antonio Bienvenida. De estos períodos quisiera evocar mi recuerdo de Domingo (Dominguito le llamaban en Vista Alegre), a través de un par de anécdotas y una duda. Los domingos de corrida, después del apartado, junto a socios y amigos de la cuadra taurina de los Dominguines, tomaba el aperitivo en “los cuatro ases” una cervecería situada frente al patio de caballos de la plaza.


 Le recuerdo de pie, apoyado en la barra, frente a una fuente de cortezas que le ponía “a mano” un camarero amigo. No puedo asegurar si acababa con las existencias, pero desde luego hacía desaparecer la mayor parte. Lo que sigue es algo más que una anécdota. 


En 1971 toreaba Palomo Linares en Vista Alegre, creo que el día en el que mató los trece toros. Se esperaba a los Príncipes de España (era la época en la que la Reina Sofía se estaba ganando el puesto y asistía con cierta frecuencia a corridas de toros, esa fiesta de los españoles).


 La puerta principal estaba todavía cerrada. Una masa de espectadores que había pasado religiosamente por taquilla presionaba para entrar cuanto antes. Para resolver la situación, el teniente de la Guardia Civil que esperaba a los Príncipes (como la plaza estaba en Carabanchel, el “orden público” era competencia de la Benemérita) se desabrochó el cinturón, lo enrolló en su mano derecha, quedando la hebilla metálica dispuesta para golpear a la gente. Se situó en el centro de la puerta y pidió a los porteros que abrieran las dos hojas. 


Cuando lo vio Domingo, de un salto se situó con los brazos abiertos delante del guardia, protegiendo a la gente. Mi teniente no fue capaz de partir la cara al dueño de la plaza, bajó la cabeza, se colocó el cinturón en la guerrera e hizo mutis por el foro. 


Mi duda. En Vista Alegre, en el patio de arrastre, cerca de los corrales y del desolladero, subiendo un tramo de escaleras, había una pequeña casa en la que vivía Teodoro, el mayoral / conserje / guardés, y su mujer. 


Creo haber leído (yo diría que a Jorge Semprún, aunque bien pudiera haber sido a Javier Pradera) que en esa casa estuvieron escondidos el propio Federico Sánchez48 y Julián Grimau. Dominguito Dominguín, fue un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra bueno, aunque parece que no lo era tanto para su propia familia directa. Así lo cuenta su hijo en su libro Dominguines contra Dominguines (Espasa, 2008)49». Conviniendo aunar a esta imagen de un Dominguín suicidándose y poetizada la prematura (repetimos el inicio de la cita de la página 101 de Federico Sánchez se despide de ustedes), “En 1988, cuando me nombraron ministro,